Educación y buenos modales Página 68
Los buenos modales y la buena educación son formas de comportamiento que hacen referencia a las relaciones y trato con otras personas
Educación y buenos modales suelen ir de la mano. El comportamiento correcto de las personas hace que la convivencia se más cordial, amable y agradable
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Si estás entre amigas y alguna cuenta un chiste, ríe alegremente cuanto quieras.
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Debe aprender a aceptar los cumplidos con gracia y modestia, pero sin rechazarlos.
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Debemos a nuestros padres la misma veneración sobrenatural que debemos a Dios y a los santos.
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En general, la niña come lentamente, y cuando sus padres van por la carne, ella está terminando la sopa.
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Los hombres que vienen a este mundo, puesto que siempre tienen relación entre ellos, están obligados a conversar y a hablar a menudo unos con otros.
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Cuando la persona que llega merece cierto honor, siempre hay que dejar de hablar, o el juego, o cualquier otra cosa, y todos deben levantarse.
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Nunca hay que hacer esperar a una persona que acude a visitar a uno, a menos que se esté comprometido con personas de mayor rango que ella.
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Al llegarse a una persona, ya sea que se va a visitarla, ya que se la encuentre, es descortés gritarle en voz alta.
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No hay que salir sin saludar y sin despedirse de los presentes.
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En las visitas que se realizan hay que procurar no hacerlas demasiado largas; eso, de ordinario, resulta molesto o incómodo para los demás.
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Cuando se visita a alguien, si la puerta está cerrada es muy descortés golpear fuerte, o dar más de un golpe.
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El canto es una diversión que no sólo está permitida, sino que es también muy honesta.
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Nunca hay que comenzar a jugar con una persona de rango muy superior sin que ella lo pida.
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Es gran descortesía impacientarse en el juego, cuando a uno no le salen las cosas como quisiera.
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El paseo es un ejercicio decoroso que contribuye mucho a la salud del cuerpo y deja el espíritu mejor dispuesto para los ejercicios que le son propios.
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Es totalmente contrario a la cortesía pedir de beber el primero, a menos que sea uno el más importante de los comensales.
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Es señal de sensualidad, jamás permitida, romper los huesos, sea con el cuchillo o con cualquier otra cosa, o golpearlos sobre la mesa o sobre el plato.
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El lugar donde se debe poner el trozo de pan que se tiene para comer, es el lado izquierdo, junto al plato o sobre la servilleta.
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Cuando entre los presentes hay algún eclesiástico, a él le corresponde dar la bendición antes de la comida.
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La cortesía exige que, poco antes de comer y tomar las comidas, se laven las manos.
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Se puede invitar a los demás a que beban, con tal que sea cortésmente, con moderación y sin forzarlos.
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Para tener vestidos recatados es preciso que en ellos no haya apariencia alguna de lujo ni de vanidad.
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No es decoroso ni cortés hablar de forma presuntuosa de un banquete o de una comida a la que uno asistió.
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Se pueden superar las diferencias de trato siempre que nos acerquemos a otras culturas con nobleza, desde un plano de igualdad, no de superioridad.
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La cortesía invita a veces a servirse de un bastón, pero sólo la necesidad permite llevar una cachava en la mano.
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Nunca debemos mostrarnos, no sólo sin vestidos, sino ni siquiera sin estar totalmente vestidos.