Cuestiones sobre la urbanidad. V
La urbanidad y la civilidad para los jóvenes en unas simples cuestiones.

Cuestiones sobre la urbanidad.
¿Aprueba Vd. la conducta de los alumnos soplones?
Al salir de la escuela, ¿qué deben hacer los niños bien criados?
¿Estamos obligados a respetar a nuestros Soberanos y a las demás autoridades que nos gobiernan?
¿Qué le parece a Vd. de aquellos niños insolentes que se mofan de los viejos y de los infelices estropeados?
¿Qué consideraciones son debidas a los mayores en edad y saber?
¿Cedería Vd. su asiento a una persona respetable que viese estar en pie?
Si un superior mal informado le reprendiese sin motivo, ¿se manifestaría Vd. ofendido?
¿Qué acciones bajas tienen que evitarse principalmente delante de los mayores?
Cuando se dirige la palabra a otra persona, ¿cuál debe ser el tono de la voz?
Cuestiones sobre la urbanidad
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Sea cual fuere el objeto de la conversación, exponed con modestia vuestra opinión, defendedla con moderación y serenidad
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En el juego o diversión, es donde el hombre manifiesta su buena o mala educación.
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Después de nuestros padres, nada hay que nos toque tan de cerca como nuestros hermanos.
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Una persona nunca puede ir sola a visitar a un hombre soltero, a no ser éste de edad y respetable posición.
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Hacen algunos empeño del desacierto, y porque comenzaron a errar, les parece que es constancia el proseguir.
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La ley de Moisés no admitía en los tribunales el testimonio de un extranjero.
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Aunque el hombre debe ser bondadoso, es menester que no degenere en imprudente, acordándose de que la bondad inclina a juzgar a los hombres.
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Las ceremonias del casamiento suelen solemnizarse más cuando se trata del matrimonio canónico que cuando es solo civil, pero se asemejan tanto, que las reglas que vemos convienen a las dos formas de unión legal.
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Hay otras diversiones que no están permitidas al cristiano en modo alguno, ni por las leyes de la religión ni por las reglas de la cortesía
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El bautismo y las obligaciones de los padrinos.
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Cuando nacen las sociedades sin que aun haya nacido el gobierno, el individuo que no puede alcanzar por sí mismo una venganza cumplida, empeña a sus amigos a que se le unan.
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Llegados al término del viaje nada se deben los unos a los otros sino un saludo urbano, y algunos deseos lisonjeros.
