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Urbanidad de las distintas maneras distintas de hablar.
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De las condiciones que la cortesía pide que acompañen a las palabras.
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De las condiciones que la cortesía pide que acompañen a las palabras.
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De las condiciones que la cortesía pide que acompañen a las palabras.
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De las condiciones que la cortesía pide que acompañen a las palabras.
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Hay personas tan llenas de sí mismas que siempre cuentan a aquellos con quienes conversan lo que han hecho, lo que hacen, y cuánto deben apreciarse todas sus palabras y todas sus acciones.
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Las personas en cuya casa se celebran, se sienten en la obligación indispensable de abrir su puerta a todo el mundo, indistintamente, por lo cual sus casas vienen a ser como lugares infames y públicos.
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Cuando hay que levantarse y salir de la mesa antes que los demás, no hay que hacerlo sino con la cabeza descubierta.
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Debe ofrecerse siempre de beber del lado de la persona a quien se sirve.
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Cuando se va por las calles hay que estar atento a no andar demasiado lentamente ni demasiado deprisa.
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Cuando se está invitado en casa de otro, no es educado servirse uno mismo.
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Si le piden que corte la carne a quien no sabe hacerlo, no debe sentir vergüenza ni tener inconveniente en excusarse.
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Si estás entre amigas y alguna cuenta un chiste, ríe alegremente cuanto quieras.
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Debemos a nuestros padres la misma veneración sobrenatural que debemos a Dios y a los santos.
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En general, la niña come lentamente, y cuando sus padres van por la carne, ella está terminando la sopa.
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Los hombres que vienen a este mundo, puesto que siempre tienen relación entre ellos, están obligados a conversar y a hablar a menudo unos con otros.
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Cuando la persona que llega merece cierto honor, siempre hay que dejar de hablar, o el juego, o cualquier otra cosa, y todos deben levantarse.
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Nunca hay que hacer esperar a una persona que acude a visitar a uno, a menos que se esté comprometido con personas de mayor rango que ella.
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Al llegarse a una persona, ya sea que se va a visitarla, ya que se la encuentre, es descortés gritarle en voz alta.
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No hay que salir sin saludar y sin despedirse de los presentes.
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En las visitas que se realizan hay que procurar no hacerlas demasiado largas; eso, de ordinario, resulta molesto o incómodo para los demás.
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Cuando se visita a alguien, si la puerta está cerrada es muy descortés golpear fuerte, o dar más de un golpe.
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El canto es una diversión que no sólo está permitida, sino que es también muy honesta.
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Nunca hay que comenzar a jugar con una persona de rango muy superior sin que ella lo pida.
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Es gran descortesía impacientarse en el juego, cuando a uno no le salen las cosas como quisiera.
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El paseo es un ejercicio decoroso que contribuye mucho a la salud del cuerpo y deja el espíritu mejor dispuesto para los ejercicios que le son propios.