Urbanidad de los cumplidos y de las malas formas de hablar.
Los cumplidos deben hacerse de forma natural, sin afectación y sin que parezca que están ensayados.
Urbanidad de los cumplidos y de las malas formas de hablar.
Hay dos clases de cumplidos; unos, con los que expresamos algún sentimiento, sea de alegría, para manifestar gozo por alguna cosa favorable que haya ocurrido a la persona a quien encontramos o a quien vamos a ver; sea de condolencia, por el cual damos muestras del pesar que sentimos a la persona a quien ha sucedido alguna desgracia; sea de agradecimiento, manifestando nuestra gratitud por los favores recibidos de alguien y la deuda que tenemos con él, asegurándole nuestro afecto y fidelidad a su servicio.
O bien, es una protesta que hacemos a alguien de nuestra sumisión, y de nuestra fidelidad a su servicio. O bien, otras veces, también es de queja, para manifestar nuestro pesar por algún agravio que nos han hecho.
Esta clase de cumplidos deben hacerse de forma natural, sin afectación y sin que parezca que están ensayados; pues, entonces, al hablar la boca por la abundancia del corazón, se persuade mucho mejor que todo lo que pudiera decirse con preparación, que al ser menos natural nunca sería tan bien recibido.
Otra clase de cumplido es la alabanza. Exige mucha mayor circunspección y habilidad que la otra, para persuadir de que se dice la verdad. Para lograr que este tipo de cumplidos sea agradable, es preciso que aquel a quien alabamos esté convencido de que nosotros lo estamos de su mérito, y en tal caso el cumplido será sincero y agradable.
En este tipo de cumplidos, también hay que procurar no poner a las personas a quienes van dirigidos muy por encima de lo que son, y no hacer grandes exageraciones, que caigan por sí mismas. Para que este tipo de cumplidos sea razonable, es preciso que en ellos haya sinceridad y verdad, de manera que por la rectitud, la prudencia y la moderación que debe encontrarse siempre en ellos, no se hiera la modestia, ni en quien lo dice ni en quien lo recibe.
Por eso, quien los expresa debe tener presente que, aunque haya que estimar mucho a los demás, hay que alabarlos poco y con mucha precaución y comedimiento, siguiendo el consejo del Sabio, quien nos dice, con razón, que no hay que alabar a nadie antes de la muerte, pues en tales alabanzas es siempre de temer, por el lado de quien las hace, que falte a la sinceridad, y por parte de quien las recibe, que sean motivo de vanidad.
Por eso, este tipo de cumplidos deben ser raros y no deben hacerse sino con mucha prudencia y circunspección.
Para que los cumplidos sean buenos han de hacerse sin afectación; y para que las formalidades sean agradables, no deben apartarse en nada de lo natural. También deben ser breves, y si se hacen a personas a quienes se debe respeto, hay que valerse más de reverencias que de largos discursos.
Al responder a los cumplidos hay que observar las mismas normas. Si se han hecho por beneficios recibidos, hay que rebajarlos, aunque no tanto que se queden en nada, pues daría la impresión de que se estaría censurando la estima que de ellos muestra quien los recibió.
También hay que abstenerse de decir que se habría hecho el mismo favor o que se hubiera prestado el mismo servicio a cualquier otra persona, pues eso sería manifestar a quien se hizo el favor que no se le tiene mucha consideración, ya que se hace en su favor lo que se habría hecho por cualquier otro.
Cuando se habla, siempre hay que usar palabras educadas, comunes e inteligibles, y propio del tema de que se habla, y no términos extraños y
rebuscados.
Hay que evitar, particularmente, las expresiones impropias, que no son
francesas y que no respetan la pureza de la lengua; y aunque no sea educado servirse, al hablar, de términos y expresiones demasiado afectadas, hay que evitar, con todo, cierto francés corrompido, que usan a menudo algunas personas, por falta de la debida atención a su modo de hablar. Por ejemplo, estaría muy mal decir: "saque este caballo (sortez ce cheval) de la cuadra" ; en lugar de decir: "haga salir este caballo (faites sortir ce cheval) de la cuadra".
Cuando se cuenta alguna historia o se da cuenta de algún encargo, hay que abstenerse de ciertos términos ridículos y totalmente inútiles, como sería decir: "Ce dit-il" (él dijo esto), "ce dit-elle" (ella dijo esto), "or ça" (pues eso), "il m'a dit comme ça" (me dijo así), etc.
Es descortés e incluso hiriente decir a una persona: "Usted ha faltado a su palabra"; "usted me ha engañado". Es conveniente expresarse de otro modo que sea más educado, y decir, por ejemplo: "Al parecer, o sin duda, señor, no se acordó usted"; o: "Quizás no pudo usted hacer lo que me había hecho esperar".
También es gran descortesía, cuando una persona ha hablado, añadir: "Si lo que dice usted es cierto, mal andamos"; "si lo que dice el caballero es cierto, ya no tenemos motivo para extrañarnos de que...".
Debe ser un mentís educado. Nunca hay que mostrar que se duda de lo que dice un hombre educado. La educación exige decir: "Según lo que usted dice, mal estamos"; "lo que usted dice, caballero, demuestra que...", etc.
Igualmente, otra mala forma de hablar es decir: "Usted se está mofando, al decir eso". Y no lo es menos decir, como hacen algunos a manera de cumplido: "Usted se está riendo de mí al tratarme de esa forma". Este modo de hablar es ofensivo, pues nunca hay que tildar a una persona educada de reírse de nosotros. Hay que dar otro giro a la frase, de esta forma: "Sería mofarse decir...".
Nunca está permitido hablar a nadie de manera imperiosa, a menos que sea muy inferior. Esos modos de hablar, que denotan dominio, no se pueden admitir ni pueden ser usados por persona que tenga un mínimo de educación.
Por eso, en vez de servirse de estos modos de hablar, que indican mandato: "Vaya, venga, haga esto", conviene usar rodeos, diciendo, por ejemplo: "¿Tendría la bondad de ir?", "¿Le parecería bien decir?", "No sé si lo considera oportuno". "Me atrevería a pedirle, caballero...", "¿Podría esperar de usted este favor?", etc.
En cuanto a las personas que son muy inferiores, se les podría decir
educadamente: "¿Podría usted prestarme este servicio?", "¿Tendría la bondad de hacerme este favor?", "Me permitirá usted que le moleste", etc. Todas estas formas de hablar son las que, según la cortesía, han de usarse con aquellos de quienes se puede tener necesidad.
-
13707
Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Perdidas las riquezas de la nobleza por las causas que diremos, fueron recogidas por personas inteligentes y activas, que sin pertenecer a la clase de comerciantes o fabricantes, supieron hacerlas valer.
-
No es lo malo escrutar; lo malo es que el afán de investigación se traduzca en juicios críticos, en comentarios que única y exclusivamente pueden redundar en daño ajeno
-
El equipamiento de las habitaciones de una casa, sus muebles y enseres. Su cuidado.
-
Fraseología urbana para las principales ocurrencias de la vida social: el tuteo
-
Debemos tener siempre mucha limpieza en la cara, ojos, narices y manos, ordenado el cabello
-
El abate Cosson explica una serie de cosas que no se deben hacer en la mesa
-
Las teorías filosóficas mal digeridas y las extravagancias literarias de algunos autores desequilibrados, necios o eunucos de ingenio, les torcieron el camino a muchas personas.
-
Una persona con buena educación sabe comportarse en el teatro y otros espectáculos públicos
-
Aprender a manejar los cubiertos, el uso de la servilleta y comer de forma correcta los alimentos es algo imprescindible en la educación de cualquier persona
-
Esas dos grandes virtudes, muy acreedoras a consideración y respeto en todos y especialmente en la mujer, se llaman prudencia y dignidad
-
En una conversación hay personas que pueden hablar de muchas cosas porque su nivel cultural se lo permite.
-
Muchas cosas que eran algo, dejándolas, fueron nada; y otras que eran nada, por haber hecho caso de ellas, fueron mucho.