Ante una caída en la calle ¿qué hay que hacer?
En la calle no es extraño tropezar o resbalar y caer al suelo. Sobre todo cuando una persona es mayor o tiene algún problema de movilidad
Una persona se cae en la calle, ¿qué debemos hacer?
Reglas de cortesía y buena educación para ayudar a una persona que se cae en la calle
Sin lugar a dudas, lo primero que debemos hacer es ayudar. Pero con ciertos matices o consideraciones.
Si no hemos visto la caída, hay que tratar de averiguar si ha sido un simple resbalón o tropiezo, o bien ha sido un mareo u otro tipo de indisposición.
En el caso de que simplemente haya sido un resbalón o tropiezo, hay que preguntar si se encuentra bien. Preguntar si le duele algo. Si no hay nada grave, ayudaremos a levantar a esa persona del suelo. Luego diremos si puede caminar. Si vive cerca podemos ofrecernos a acompañarla. Si no podemos acompañarla, le preguntamos si quiere que llamemos a alguna persona en especial.
Te puede interesar: Educación en lugares públicos. Reglas de comportamiento
Si la caída no ha sido a causa de un tropezón, entonces -si está consciente- habrá que preguntarla si tiene algún problema de salud. Si vemos que no lo sabe muy bien, que está aturdida, etcétera, lo mejor será llamar a una ambulancia o a un servicio médico similar. Si nos responde correctamente y nos identifica perfectamente su problema -un mareo por bajada de tensión o de azúcar, etcétera- podemos preguntarle si quiere que avisemos a los servicios sanitarios. O llamar a algún familiar o persona de confianza.
En ambos casos, siempre que el tiempo y nuestras obligaciones nos lo permitan, podemos acompañar a esa persona unos minutos para comprobar que se repone bien. Que camina bien, que se puede valer bien por sí misma.
Ante cualquier duda, dolores -puede haberse roto algo-, falta de estabilidad al ponerse en pie, etcétera, lo mejor será avisar a los servicios sanitarios.
Si a la persona que ha sufrido el percance se le ha caído una bolsa, una caja, el paraguas, el bastón o lo que sea, le ayudaremos a recogerlo y dárselo o dejárselo en un sitio seguro.
Por último, una cosa que no se debe hacer nunca es reírse. Puede que resulte muy gracioso la forma de caer de una persona que tiene un resbalón o tropiezo, pero no es de recibo reírse. Si, por lo que sea, se nos salta la risa, debemos pedir disculpas.
Tampoco es correcto hacer como que no hemos visto nada y pasar de largo sin ayudar. Es, por desgracia, cada vez más habitual, sobre todo en las grandes ciudades, que las personas no hagamos mucho caso de los demás, aunque se encuentren en problemas. Es un comportamiento bastante reprochable e incívico. Hay que tener un mínimo de educación y no ignorar a los demás. Mañana nos puede pasar a nosotros, por lo que deberíamos aplicarnos la máxima de "Hoy por tí, mañana por mí".
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Determinar a qué personas invitar a un acto o celebración no siempre es una tarea sencilla para los organizadores
-
Los anfitriones se deben preocupar de sus invitados no solo en los aspectos gastronómicos sino en hacer que participen de las conversaciones y otras actividades
-
El vestuario de los invitados a una boda debe ir acorde a la etiqueta general de la ceremonia y de los novios
-
Cada bebida tiene su tipo de copa. Y en cada copa se debe servir una cantidad determinada de bebida. Veamos qué cantidad debemos servir
-
Sentarse cuando nos inviten a ello. No es muy educado ni apropiado llegar a una casa y sentarnos sin que nos invitan a ello
-
La cortesía no debe perderse amparándonos en las prisas y la vida tan acelerada que hay en las grandes ciudades. Los gestos de cortesía mejoran la convivencia
-
Los espacios comunes son para compartir y disfrutar, respetando unas mínimas normas de educación y de civismo
-
Una invitación genera, socialmente, un compromiso no solo de asistencia, también genera un deber de corresponder con otra invitación posterior
-
Cambiar un regalo no debe ser un acto de puro capricho. Los regalos se pueden cambiar siempre que haya una buena razón
-
En una fiesta, podemos hablar de casi todo, siempre que se haga de una forma discreta y prudente. Hay que tratar de hablar sobre temas muy generalistas
-
La ayuda a los anfitriones de la casa por parte de las personas que les hacen una visita no es habitual pero hay excepciones
-
La cantidad de comida a servir por cada comensal debe ser prudente y proporcionada a la que deseamos comer