Saber estar Página 68
Comportamiento y buenos modales en cualquier ocasión sabiéndose adaptar al entorno y a las circunstancias
Saber estar es comportarse de forma correcta y apropiada en cualquier lugar y situación. Ser capaz de adaptarse al entorno y los contextos
Todos los artículos de Saber estar
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En la antigua Roma, la sala en que se comía en los días festivos estaba alfombrada de lirios y rosas.
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Entre los siglos XVI y XVII se introdujo en Francia la costumbre de acumular muchos manjares en un mismo plato de modo que viniesen a formar una pirámide.
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Los romanos tenían la costumbre de entregar al principio de la comida una nota de los manjares que se presentarían en la mesa.
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El amo debe cuidar mucho de que las conversaciones sean graciosas y amenas, sin hacerse malignas ni mordaces.
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Cuando en Roma era todavía desconocido el uso de los tenedores se podía causar asco de muchas maneras, y por esto Ovidio fijó las reglas para tomar delicadamente los manjares con dos dedos.
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Todo acto inurbano es mucho menos excusable cuando se comete en la mesa.
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Expertos en protocolo nos dan trucos para seguir elegante a pesar del calor.
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La moda no está exenta de inconvenientes, porque ninguna cosa humana deja de tenerlos.
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La moda según algunos, ha introducido, la corrupción, pues a la mujer sin pudor nunca le faltan alhajas, y el deseo de poseer alhajas induce a renunciar al pudor.
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El traje que presenta la apariencia de la novedad, de la elegancia y de la belleza es al momento buscado por las personas ricas y despierta los deseos de las que no lo son.
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Las matronas nobles han cercenado las largas colas de los vestidos, cuyo uso era sumamente incómodo en los bailes, en los paseos y en la iglesia.
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El vestido debe corresponder a las posibilidades, por lo cual, así el exceso como la mezquindad son dignos de censura.
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El que está dominado por los hábitos de la pulcritud y buena crianza se hace al mismo tiempo más sobrio, más arreglado, más pronto a cumplir con sus deberes.
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La excesiva prisa se opone a la claridad, como la sobrada lentitud arguye afectación o ignorancia.
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Cada uno debe escoger el modo de relatar que mejor conviene a los hábitos de su espíritu y al exterior de su persona.
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Cuando se refiere un suceso, no debe ahogarse a los oyentes con un diluvio de noticias preliminares.
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Es un distintivo de vanidad muy notable interrrumpir al que habla para explicar mejor la cosa.
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Hay mil las maneras de saludar más o menos galantes, y mil los extravagantes y caprichosos usos introducidos por la cortesía en las naciones.
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Lo peor es que algunos niegan el saludo con fingida distracción, con la idea de que se les crea ocupados en muy altos pensamientos.
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Un cumplimiento largo no puede tener gracia, sino que fastidia, como fastidia el elogio si dura mucho.
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Los deberes del que visita resultan del objeto que se propone, el cual no es otro que causar una nueva sensación agradable al visitado.
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En Londres, la manera de llamar a la puerta indica la calidad del que se presenta.
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El placer que resulta de una visita trae consigo la obligación de devolverla a las personas iguales.
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No olvidéis que el desventurado tiene necesidad de hablar de sus desgracias, pues mientras derrama sus angustias en el pecho de los demás siente como se aligera su peso.
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El comportamiento en las reuniones y tertulias. Los pasatiempos en sociedad.
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Las relaciones sociales se enriquecen fomentando las buenas maneras y tratando a cada uno con la consideración y el respeto que se merece..