Libro Nuevo Galateo Página 4
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Reglas de cortesía y comportamiento en sociedad publicadas en el libro del Nuevo Galateo
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Los Godos condenaban a muerte al que abandonase el país o quisiera abandonarlo.
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Los embajadores extranjeros son particularmente invitados a las fiestas nacionales y de la corte.
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La moda no está exenta de inconvenientes, porque ninguna cosa humana deja de tenerlos.
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La moda según algunos, ha introducido, la corrupción, pues a la mujer sin pudor nunca le faltan alhajas, y el deseo de poseer alhajas induce a renunciar al pudor.
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El traje que presenta la apariencia de la novedad, de la elegancia y de la belleza es al momento buscado por las personas ricas y despierta los deseos de las que no lo son.
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Las matronas nobles han cercenado las largas colas de los vestidos, cuyo uso era sumamente incómodo en los bailes, en los paseos y en la iglesia.
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El vestido debe corresponder a las posibilidades, por lo cual, así el exceso como la mezquindad son dignos de censura.
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El que está dominado por los hábitos de la pulcritud y buena crianza se hace al mismo tiempo más sobrio, más arreglado, más pronto a cumplir con sus deberes.
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La excesiva prisa se opone a la claridad, como la sobrada lentitud arguye afectación o ignorancia.
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Cada uno debe escoger el modo de relatar que mejor conviene a los hábitos de su espíritu y al exterior de su persona.
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Cuando se refiere un suceso, no debe ahogarse a los oyentes con un diluvio de noticias preliminares.
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Es un distintivo de vanidad muy notable interrrumpir al que habla para explicar mejor la cosa.
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Hay mil las maneras de saludar más o menos galantes, y mil los extravagantes y caprichosos usos introducidos por la cortesía en las naciones.
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Lo peor es que algunos niegan el saludo con fingida distracción, con la idea de que se les crea ocupados en muy altos pensamientos.
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Un cumplimiento largo no puede tener gracia, sino que fastidia, como fastidia el elogio si dura mucho.
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Los deberes del que visita resultan del objeto que se propone, el cual no es otro que causar una nueva sensación agradable al visitado.
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En Londres, la manera de llamar a la puerta indica la calidad del que se presenta.
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El placer que resulta de una visita trae consigo la obligación de devolverla a las personas iguales.
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No olvidéis que el desventurado tiene necesidad de hablar de sus desgracias, pues mientras derrama sus angustias en el pecho de los demás siente como se aligera su peso.
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Escribiendo a personas ocupadas en negocios o en letras, hay que ser breve; al paso que con las personas queridas nunca una carta es demasiado larga.
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El niño es sumamente sensible y tan activo que representa el movimiento continuo.
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La bondad constante e ilustrada unida a la severidad variable, esto es, creciente o decreciente según aumentan o disminuyen la docilidad del hijo o la malignidad de su ánimo.
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Nunca se encarecerá bastante a los jóvenes el crédito y el descrédito que nos granjean los compañeros con quienes estamos más intimados.