Los teatros y las comedias de salón. Segunda parte.
El escoger la pieza y la designación de actores son cosas delicadas, que reclaman todo el tacto de la dueña de la casa.
Las comedias de salón y el reparto de papeles.
Las comedias de salón se organizan en casa, bien en teatritos a propósito, bien habilitando el salón o al aire libre. En el primer caso nada hay que advertir para el arreglo del local; los pequeños teatritos que hacen construir las damas en sus casas tienen todo el mecanismo de los grandes templos de Talía.
En el segundo caso, lo mejor es dos salones que se comuniquen con una arcada; en ésta se coloca el portier, que pueda correrse con dos cordones para servir de telón, y en el fondo biombos, detrás de los cuales se ocultan los actores cuando lo exija el juego escénico. Para que la representación sea bien visible hay dos sistemas: elevar la escena con un tablado hasta una altura de 40 centímetros, o elevar las butacas de las últimas filas de espectadores, no dejando más que tres filas al mismo nivel. Si se dispone de un solo salón, se coloca el escenario en uno de sus extremos.
En un jardín al aire libre, la escena es más fácil de disponer; basta un bastidor para sostener el telón, puesto que el fondo natural sirve de decoración.
El escoger la pieza y la designación de actores son cosas delicadas, que reclaman todo el tacto de la dueña de la casa. Se necesita que la pieza sea interesante, moral, alegre, y al mismo tiempo poco conocida, para ofrecer aún más interés a los espectadores. Las amigas que en ella tomen parte es preciso que sean bien conocidas de la dueña, a fin de que no haya familiaridades ni atrevimientos que puedan ocasionar un disgusto o prestarse a las murmuraciones. A las personas de edad no se les debe pedir que formen parte de la compañía, a no ser con un papel que no las ponga en ridículo. La dueña de la casa deberá abstenerse de tomar parte, y si lo hace, ceder a sus amigas los papeles más importantes; no debe verse en la representación que todo esté dispuesto para la apoteosis de la señora.
"A las personas de edad no se les debe pedir que formen parte de la compañía, a no ser con un papel que no las ponga en ridículo"
Los ensayos se necesita que los dirija persona competente, y que exija trabajen todos seriamente. Es de mal gusto tomar a broma una cosa en que los otros demuestren interés.
Los actores pondrán todo su esmero en representar bien su papel y vestir con propiedad la figura que se les confíe.
El que se encargue de un monólogo necesita conocer bien sus facultades dramáticas o cómicas, para estar de acuerdo con él, y lo mismo puede decirse de los otros papeles. Nada tan ridículo como una señora de cuarenta años en un papel de ingenua.
Respecto a las reglas de sociedad que han de observarse con los espectadores, son las mismas señaladas en toda recepción, y excusado es decir que a las señoras y personas respetables les están reservadas las primeras filas de butacas y los puestos de preferencia. Sería conveniente tener los sitios destinados de antemano, e ir colocando en ellos a los invitados a su llegada. Los caballeros que ocupen un asiento están obligados a cederlo a cualquier señora que esté de pie.
Las dueñas de la casa deben cuidar de no invitar más personas que localidades haya, a fin e que no quede de pie nadie durante la representación.
Si una persona invitada no puede asistir, debe devolver con tiempo su invitación a la dueña de la casa, para que disponga de ella y no haya sitio vacío en su salón. En ningún caso puede un invitado enviar otras personas en su lugar.
- Los teatros y sus representaciones. Primera parte.
- Los teatros y las comedias de salón. Segunda parte.
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