
De la crítica. Parte I.
Hay una crítica decorosa y justa que suele emplearse libremente, y que si así no fuese se faltaría a la franqueza.
De la crítica.
Tan permitida es la crítica como la alabanza; pero es una cosa tan difícil a un adulador el que se haga creer que tiene un carácter elevado, como a un crítico de profesión el no adquirirse enemigos. No obstante, hay una crítica decorosa y justa que suele emplearse libremente, y que si así no fuese se faltaría a la franqueza; pero ¿qué necesidad hay de criticar el vestido de una señora, o la figura de su sombrerillo, o el color de su chal? ¿Qué nos obliga en ninguna ocasión a decir: "señorita, Vd. es rubia y debía tener presente que los colores amarillos y claros no deben convenirla, pues deprimen el color de Vd. en lugar de realzarle?" Créame Vd., no lleve jamás sino color verde o azul turquí. Semejantes observaciones son inútiles y más bien incomodan que sirven. Moliere hizo palpables estas ridiculeces en su Misántropo con aquella finura artística que le era propia.
Dice Filindo:
¿Cómo dirá Vd. a Andrea
que en su edad no sienta bien
de una bonita el desdén
y el colorete la afea?El Misántropo:
Sin duda.
Filindo:
¿Y a Don Enrique
que es un fastidioso necio
que se acarrea el desprecio?
Si por cierto, respondía el Misántropo que no quería conocer que en el mundo es necesario pasar por encima de los defectos ligeros, y que no se reúnen las gentes para decirse unas a otras verdades inútiles y vanas.
Las mujeres son muy sensibles a la crítica, y puede ser que aun lo sean más que los autores. Decid siempre vuestra opinión con moderación cuando se os pida, y siempre fundándola; endulzad continuamente vuestro juicio; deferid al amor propio irascible, porque cada uno tiene derecho a algunos miramientos, y volviendo a Moliere, acordaos siempre con él que
Un hombre puede muy bien
ser honrado y mal poeta.
Sobre todo guardaos de juzgar cuando no conozcáis perfectamente la obra de que se trata y se os pide vuestro parecer. Jamás castiguéis al autor de las ofensas que bajo otro aspecto puede haberos hecho a vosotros mismos. Labruyere sacude con el talento que le es particular a aquellos que critican con una prevención apasionada.
- De la crítica. Parte I.
- De la crítica. Parte II.
-
7032
Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Normas de comportamiento de las niñas en la iglesia.
-
La escritura de cartas a mano, está casi extinguida. El correo electrónico, los mensajes sms, los whatsapps, etcétera, han hecho desaparecer, prácticamente, esta modalidad de escritura
-
En el besamanos, grandes, nobles, oficiales de la Casa Real, del gobierno y de las Cortes, del ejército y la armada, alto clero, y "caballeros de gran renombre", titulares y grandes, damas y las esposas de los oficiales superiores...
-
Es totalmente contrario a la cortesía pedir de beber el primero, a menos que sea uno el más importante de los comensales.
-
Debemos respetar a nuestros semejantes, y evitar que exista cualquier tipo de enemistad o rencor.
-
Nuestros buenos abuelos que sabían vivir bien, apreciaban mucho el rincón del fuego.
-
En una visita el tiempo se nos antoja más breve o más prolongado, según que nos cautive o nos enoje la conversación de la persona que nos recibe o a la que hemos recibido
-
Para que en la sociedad le crean de buena crianza, hay que saber como vestirse, hablar, comer, bailar, y hacer todas las cosas como hijo de un noble y no como hijo de un plebeyo.
-
La urbanidad es la que nos hace soportar con paciencia los defectos y debilidades de unos, y los caprichos y desvaríos de otros.
-
Cuando tengas autoridad o derecho para mandar a otros hombres y verás que las órdenes que expidieres con señorío y dulzura al mismo tiempo serán con agrado y aplauso recibidas.
-
Después del amor y la benevolencia, las más bellas cualidades con que podemos adornarnos son la modestia y la tolerancia.
-
Por enemigos que seáis de esta diversión, la urbanidad exige que alguna vez toméis parte; por ejemplo, no es dado el negaros a hacer la partida al amo de la casa.