
Higiene popular y doméstica
La higiene sirve para conservar la salud, prolongar la vida, perfeccionar la constitución del hombre, y preservarle de las enfermedades
StockSnap - Pixabay
Higiene popular y doméstica
Aquella urbanidad
La higiene sirve para conservar la salud, prolongar la vida, perfeccionar la constitución del hombre, y preservarle de las enfermedades.
La importancia de la higiene se comprende desde luego con solo indicar su objeto. Ella vela por el hombre desde que ve la primera luz; antes todavía, desde que empieza a desarrollarse en el seno de la madre; le acompaña en el áspero camino de la vida; aparta cuantos obstáculos puedan oponerse a su paso, y le proporciona una muerte lejana, feliz y tranquila.
Ventajas de la higiene
El que observe los sanos preceptos de la higiene verá deslizarse su existencia entre los goces y los placeres, llegará a una edad avanzada, y morirá en un sueño dulce y reposado.
Por el contrario, el que por ser avaro de esos goces y placeres desoiga los prudentes avisos de la higiene, abuse de la naturaleza, y se cree apetitos ficticios ese perecerá en la flor de sus días, después de muchas horas de sufrimiento, y en medio de una espantosa agonía.
Todos estiman mucho su conservación; pero muy pocos son los que cuidan de ella. El que se ame, pues, verdaderamente a sí mismo, que cumpla con los preceptos de la higiene.
La naturaleza tiene sus leyes, y nadie puede impúnemente infringirlas; la higiene no es otra cosa que el intérprete de la naturaleza. ¡Desgraciado del que se atreva a despreciar su voz amiga! En su misma falta llevará su mayor castigo.
Te puede interesar: Aquella urbanidad, los buenos modales en otras épocas
La higiene es una ciencia
La higiene es una ciencia divina: Dios la consagró en la ley que dio al pueblo hebreo por medio del profeta Moisés; allí están sus principales fundamentos.
La higiene es una ciencia religiosa, y hasta Confucio y Mahoma mandaron observar a los creyentes sus máximas, como otros tantos decretos del cielo.
La higiene es una ciencia social y política; no hay apenas un legislador, desde Licurgo y Solon hasta nuestros días, que no hayan impuesto a sus súbditos, como deberes imprescindibles, las reglas higiénicas.
La higiene es más que una ciencia; es uno de nuestros instintos. El salvaje que, por estar más en comunicación con la naturaleza, no quebranta sus leyes, es sano, fuerte, vigoroso y robusto; desconoce las enfermedades, y cuenta luengos y dilatados años de existencia. Pues bien, ese salvaje ignora la ciencia; pero se conduce por sus impulsos interiores, y de este modo pratica, sin saberlo, las sabias medidas que prescribe la higiene.
La civilización ha alterado, para llevar adelante sus fines, las condiciones naturales del hombre; pero la soledad no es incompatible con la naturaleza; por el contrario, las dos son hermanas y pueden caminar unidas; la higiene es la encargada de que esta unión se verifique, sin perjudicar a ninguna de ellas. A nadie es, por consiguiente, más necesaria la higiene que al hombre asociado con sus semejantes.
Todos los sexos, todas las edades, todos los caracteres, todas las clases, todas las profesiones, todas las categorías, todas las fortunas tienen necesidad de la higiene.
Cuanto existe y rodea al hombre entra en el dominio de la higiene: la tierra que pisa, el techo que le protege, el aire que respira , el alimento que le nutre, la luz que le alumbra, el calor que le vivifica; en una palabra, cuanto sirve para su existencia. Tales son las materias de que se ocupa la higiene.
-
15680
Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
El que se equivoca y tiene la franqueza de confesarlo, obra con nobleza. El que trata de evadirse de alguna cosa por medio de una mentira, es un hombre despreciable y cobarde.
-
Comportamientos vulgares y poco políticos en la vida cotidiana.
-
El método mas cómodo, grato y libre de inconvenientes para repartir los manjares, es prevenir que se saquen a la mesa ya trinchados
-
En la Edad Media los lutos consistían en la manera de llevar los trajes más que en el color. Los reyes lo llevaban violeta y las reinas blanco.
-
El juego es una oportunidad muy importante que tienen los niños para demostrar su buena educación y saber estar
-
Antes de afligirnos de cualquier mal que creamos que nos amenaza, es menester que reflexionemos si es (verdaderamente) probable que semejante mal nos suceda.
-
Debemos abstenernos de hacer comparaciones, en especial si recaen en dos o más individuos de una misma reunión.
-
Cumplir con el compromiso social de expresar las condolencas por el fallecimiento de un amigo o familiar.
-
El referir casos o contar cuentos, debe ser muy rara vez, y solo cuando vengan muy al caso advirtiendo que sean cortos.
-
Servir la mesa de forma ordenada y correcta es todo un arte, así como saber realizar otras tareas propias de un buen anfitrión.
-
Replicar y contradecir en sociedad.
-
Suele ser el escollo donde se estrellan las personas de talento, la piedra de toque de los caracteres de cada uno, y en la conversación es en donde se conoce a un hombre bien educado.