El poder de la imagen y el hábito del monje
La belleza es una cualidad muy apreciada y valorada en la sociedad. Por este motivo, es importante cuidar nuestra imagen
La imagen de una persona es su carta de presentación
La imagen otorga un gran poder. Dice un viejo adagio que "el hábito no hace al monje", y es verdad solo hasta cierto punto.
En mis años de experiencia como Consultora y Capacitadora de Etiqueta, Imagen y Protocolo a damas y caballeros, he comprobado que hay dos axiomas en el tema de la imagen:
- Que la imagen da poder,
- y que aplica de manera muy diferente en hombres que en mujeres.
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Quien se proyecta bien se ve bien, inspira confianza y transmite poder.
Cualquier mujer puede sacar ventaja de esta máxima sin entender con esto que ser bonita es un requerimiento.
Dicen que la belleza es subjetiva, y lo será, pero lo cierto es que es agradable y gusta a todos.
Todas las mujeres necesitan preocuparse por su imagen, porque el ser atractiva abre muchas puertas, sin plantear con esto una actitud frívola en donde el atractivo sea lo único que importa.
No es cosa de decir simplemente, "ah, no, es que yo soy sencilla", con esa sencillez mal entendida, en donde no arreglarse es la principal fuente.
Tampoco es aceptable decir, "es que yo nunca me maquillo, siempre he sido así". Pues señoras, hagan un alto ya, es tiempo de cambiar en pos del éxito y el logro de las metas ansiadas.
Este tema no puede ser enfrentado de la misma manera por mujeres que por hombres. Ellos son totalmente visuales, les llama la atención lo que deleite sus ojos y eligen en la mujer el físico casi antes que otras características.
En cambio, la mujer optará por un hombre que le comunique seguridad, y si además la hace sentir protegida dejará en segundo plano la belleza.
En el libro Maquiavelo para mujeres, de Harriet Rubin, dice que "una mujer que desee triunfar en la vida no debe comportarse o vestirse como hombre, muy sencilla o sin cierto glamour".
Si desea proyectar una imagen exitosa, necesita ser más femenina, aceptando esta premisa no como una debilidad, sino cultivando el mayor beneficio de ser mujer.
Debe atender su salud, su peso, su atuendo, los colores que usa, el maquillaje, el cabello, así como saber vestir acertadamente según el entorno, la edad, momento, lugar y objetivo.
En fin, todo lo que conforma su imagen. ¿Qué por qué es tan necesario todo esto? Porque aunque dicen que el hábito no hace al monje, ¡lo ayuda!
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