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El arte perdido de la amabilidad: la cortesía en la era de las redes sociales
Cortesía y amabilidad en tiempos donde la tecnología lo invade todo. Cómo recuperar el contacto humano frente al digital
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La importancia de la amabilidad y la cortesía. Pequeños gestos que marcan la diferencia
"¡Disculpe, tengo una llamada!", gritó el ejecutivo mientras interrumpió bruscamente una reunión para contestar su teléfono. Escenas como esta se repiten cada día en oficinas, restaurantes y espacios públicos, revelando un preocupante deterioro de lo que nuestros abuelos consideraban sagrado: la cortesía y la amabilidad.
La cortesía, ese conjunto de normas sociales no escritas que facilitan nuestras relaciones interpersonales, no es un simple adorno superficial o postureo. Se trata de una manifestación tangible de nuestra cultura y educación que, como señalan los expertos en comportamiento social, refleja nuestro respeto hacia los demás y hacia nosotros mismos.
En la vorágine de notificaciones, mensajes instantáneos y plazos imposibles, ¿hemos olvidado el valor de una sonrisa sincera o un "buenos días" pronunciado con calidez? Los expertos en etiqueta social advierten que estamos frente a una paradoja: nunca habíamos estado tan conectados tecnológicamente y, sin embargo, tan desconectados en términos de calidez humana.
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El teléfono celular - móvil ha reemplazado al apretón de manos, y los emoticones han sustituido a las expresiones faciales verdaderas, explican los expertos en etiqueta social. No es que hayamos perdido la capacidad de ser amables; simplemente, estamos desaprendiendo cómo hacerlo cara a cara, en persona.
La neurociencia nos ofrece una perspectiva fascinante: cuando realizamos un acto de cortesía, nuestro cerebro libera oxitocina, conocida como la "hormona del bienestar", de la felicidad. Este pequeño milagro químico explica por qué sentimos esa agradable sensación después de ceder un asiento en el autobús o ayudar a un desconocido que necesita una mano amiga. Tener una predisposición positiva hacia el otro, nos hace más felices y humanos.
Contrariamente a lo que podría pensarse, la cortesía no es un comportamiento obsoleto. En entornos profesionales altamente competitivos, los buenos modales pueden marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso. Un reciente estudio reveló que los candidatos con habilidades sociales sobresalientes tienen un 40% más de probabilidades de ser contratados que aquellos con mayores competencias técnicas pero con peores modales.
¿Cómo reintroducir estos valores en nuestra rutina diaria?
- Establecer "zonas libres de tecnología" durante las comidas familiares, priorizando la conversación cara a cara.
- Practicar el "minuto de gratitud" al comenzar cada jornada, reconociendo pequeños gestos amables que hemos recibido.
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- Rescatar el arte de la carta o nota manuscrita para ocasiones especiales, un detalle que transmite consideración y tiempo dedicado.
- Convertir la puntualidad en una obligación que demuestra respeto hacia el tiempo ajeno.
- Ser respetuosos en los espacios públicos, sin interrumpir conversaciones o invadir la privacidad.
- Moderar nuestro lenguaje según el contexto, evitando expresiones ofensivas o inapropiadas.
- Poner en valor el poder de un "por favor" o un "gracias" pronunciados con convicción.
Las culturas que han preservado rituales de cortesía tienden a reportar niveles más altos de felicidad colectiva. No es casualidad que países como Japón, donde el respeto y la consideración son pilares culturales, muestren índices elevados de bienestar social.
La cortesía y la gentileza, lejos de ser algo del pasado, podrían ser herramientas muy poderosas para humanizar un mundo cada vez más automatizado y digitalizado. Como sugiere el poeta Antonio Machado: "En cuestiones de cultura y de saber, solo se pierde lo que se guarda; solo se gana lo que se da".
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