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Frenar el seminudismo en la calle (con vídeo)

Barcelona hará campañas para frenar el seminudismo en la calle; no se recomienda ir con el torso desnudo por la calle

El Periódico de Cataluña - elperiodico.com
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Sin camiseta.
Camiseta. Sin camiseta.

Acabar con la costumbre de ir sin camiseta por la calle

Los termómetros han dado en los últimos días el pistoletazo de salida: camisetas fuera, pantalones también. No es un estriptís cualquiera. Con temperaturas de hasta 25 grados, el seminudismo vuelve a abrirse paso en las calles de la ciudad. Solo que esta vez el ayuntamiento no piensa hacer la vista gorda como hace un año.

Tras el debate abierto por EL PERIÓDICO el pasado verano, y ante el temor a que el fenómeno siga creciendo, los responsables municipales promoverán campañas e impulsarán recomendaciones para vestir adecuadamente. No habrá multas ni ordenanzas al respecto, pero sí mensajes que recuerden al turismo que están en una gran metrópolis, no en un pueblo costero.

Pese a que tan solo es primavera, el calor de los últimos días ya ha derribado al pudor. Tanto ayer como durante el pasado fin de semana era posible toparse con jóvenes y no tan jóvenes con el torso al aire y un pantalón corto, y con chicas en biquini y minifalda. No era una estampa cercana a las playas, sino en plena Rambla, el parque Güell, la plaza de Catalunya y otros puntos. Tampoco era un fenómeno solo juvenil ni propio de turismo low cost, algunos eran padres de familia o disfrutaban de una tarde de compras de esa guisa.

La concejala de Prevención y Seguridad, Assumpta Escarp, ha asumido que es hora de tomar cartas en el asunto, antes de que la moda de ir semidesnudo por la calle se convierta en una postal tradicional de la capital catalana y se proyecte al mundo. "Hay que expresar cuáles son las normas de convivencia" , explica la edil a este diario. El ayuntamiento está estudiando fórmulas para llevar el mensaje a los visitantes.

El objetivo es expresarlo en forma de recomendaciones, ya que se descarta sancionar o perseguir estas actitudes, entre otras cosas porque la prioridad de la Guardia Urbana será este verano la seguridad y el uso de la vía pública, con cuestiones más conflictivas que la indumentaria.

Acuerdos con los gremios

No obstante, sí se quiere dejar claro que Barcelona tiene un código de comportamiento. "Queremos alcanzar acuerdos con los gremios de restauración, comercio y turismo para promover el mensaje" , detalla Escarp, que no es otro que vestir con un mínimo decoro como procede en una gran ciudad. La concejala recuerda que la ordenanza no se pronuncia al respecto y que el ayuntamiento no tiene en este momento herramientas para combatirlo por la vía normativa. Y tampoco es su intención.

En la práctica, el objetivo es difundir las normas de convivencia tanto en carteles en establecimientos de restauración y turísticos, como en la propia vía pública y en formato publicitario.

De hecho, Turismo de Barcelona ya se ha adelantado con discreción y en casi 500.000 planos editados en diversos idiomas (a los que se agregarán varios más) este año ha incluido un apartado de consejos al turista. Además de varias precauciones sobre seguridad, el consorcio pide literalmente que se "respeten las normas de convivencia de la ciudad, así como el patrimonio público y privado de la ciudad. Asimismo se recomienda vestir adecuadamente no solo en la visita a los lugares de interés turístico sino también en los espacios públicos.

La normativa de civismo que rige en Barcelona prohíbe comprar a los vendedores ambulantes ilegales", remata. Queda claro que el ámbito de la indumentaria solo permite "recomendar", pero se confía en que baste para reconducir algunas actitudes.

La iniciativa municipal, aunque no sea normativa, sí confirma una voluntad de poner coto a lo que algunos llamaron el "despelote" y que se hizo especialmente visible en el centro de Barcelona y ejes turísticos. En aquel momento, el ayuntamiento descartó intervenir al considerar que no era un asunto grave.

No obstante, la mayoría de colectivos, entidades y hasta los grupos de la oposición se mostraron partidarios de frenar a tiempo este comportamiento, aunque sin mano dura.

Los hoteleros fueron los primeros en reclamar medidas para evitar la mala imagen que proyectaba la capital catalana.

La Federació d'Associacions de Veïns de Barcelona abogaba por invitar a los visitantes a mantener las formas, los restauradores reivindicaron el uso del derecho de admisión en sus locales, los grupos municipales de CiU y el PP defendieron regular este concepto. En el argumentario de casi todos destacaban, más allá del pudor, los motivos de higiene. Y es que estéticamente la semidesnudez no molestaba a todo el mundo, mientras que sí resultaba desagradable el contacto con personas casi en cueros en situaciones de aglomeraciones o en el transporte público.

En pleno debate al respecto, el alcalde Jordi Hereu señaló finalmente que la tendencia "no da demasiada buena imagen, especialmente en lugares públicos", por lo que "quizá habría que hacer algo" al respecto. No era una cuestión urgente, porque de hecho el calor ha llegado y el ayuntamiento aún no tiene a punto su estrategia, aunque al menos va a tomar las primeras medidas y mantener encuentros al respecto con los sectores más implicados.

Desde el ámbito privado, son muchos los museos e instituciones que recomiendan explícitamente vestir con corrección para acceder a sus instalaciones. No obstante, la mayoría de los que van semidesnudos se visten por propia iniciativa cuando quieren acceder a estos lugares.

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