La hora de la siesta en vacaciones. Respetar el descanso de los demás
Ser educado, en muchos casos, consiste en respetar no solo unas normas, también hay que respetar ciertas costumbres o tradiciones que son seguidas por muchas personas. Una de estas costumbres es la hora de la siesta
Respetar el horario del descanso de los demás: la hora de la siesta
Respetar los horarios es una de las normas más básicas de cortesía y buena educación que nos suelen enseñar desde pequeños. No llamar o presentarse en una casa demasiado temprano o demasiado tarde; no hacer visitas a la hora de las comidas como el desayuno, la comida o la cena, etcétera son reglas básicas de cortesía.
La hora de la siesta debe considerarse como la hora de dormir por la noche. El respeto al descanso nocturno regulado por ley en casi todas las ciudades, debe ser el mismo, prácticamente, para la hora de la siesta. Aunque no es una ley escrita, como dirían algunos de nuestros padres o abuelos, es una costumbre 'sagrada'. Echar una siesta, sobre todo en tiempo de vacaciones, es uno de los mayores placeres del mundo. Y encima, es gratis.
Tanto si estamos en una casa, en un hotel, en un camping, etcétera, no hay que poner la televisión o un aparato de música demasiado alto, no hay que dejar que los niños corran y griten alrededor de una persona que descansa durmiendo la siesta, en el campo, la playa, la piscina...; no hay que dar voces, con esa partida de cartas, dominó, o bingo casero. Hay que tener un poco de respeto por las personas que descansan después de comer.
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Aunque hay que ser cuidadoso y respetuoso siempre, en el horario de la siesta -de tres a cinco- más o menos, se debe ser aún más prudente con los ruidos y actividades que podemos evitar.
Si hacemos alguna actividad molesta, lo mejor es posponerla para otro momento, evitando molestar a los demás. Ese vecino que pasa la máquina cortacésped nada más comer, o que pone el motor del agua del pozo en marcha, etcétera. Salvo por una necesidad imperiosa, mejor dejar estas actividades para otro momento del día.
Las actividades molestas que no podamos posponer es bueno comunicarlas a los vecinos. Generalmente pueden ser reparaciones o pequeñas obras que no podemos cambiar de horario porque son los profesionales los que nos 'imponen' sus horarios.
En el caso de los niños, hay que tratar de ofrecerles hacer algún tipo de actividad tranquila que no supongan carreras, gritos y actividades demasiado ruidosas.
Resumiendo, la buena convivencia se basa en el respeto mutuo. No podemos pedir a los demás que hagan cosas que nosotros no hacemos. Si nosotros no respetamos, es bastante probable que nos ocurra lo mismo en alguna otra ocasión. Es bueno recordar este lema: "hoy por ti, mañana por mí".
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