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Los modales en la vida social
Los buenos modales y las normas de urbanidad varían de una época a otra, de una a otra cultura
foto base Antranias - Pixabay
Cultura: normas de urbanidad y buenos modales
Los modales en la vida social
Los buenos modales y las normas de urbanidad varían de una época a otra, de una a otra cultura; en cambio, de acuerdo con Turiel (1983), la distinción entre convención y moralidad es universal. Según nuestros datos sobre cómo se entiende la función social de las formas de saludo, ambas tesis se complementan: las diferencias interindividuales son de carácter tanto evolutivo como cultural.
1. Los modales en la vida social
Urbanidad, cortesía, civismo, corrección, buenas maneras... Durante siglos los tratados de civilidad constituyeron una de las piezas básicas de los aprendizajes elementales, uno de los pilares indiscutidos de la enseñanza escolar. En cambio desde finales del siglo XIX y durante el siglo XX los códigos de trato social experimentan una clara devaluación.
¿A qué viene, entonces, retomar ahora estas cuestiones? A que para la sociabilidad son indispensables unas ciertas reglas de juego; a que ninguna sociedad puede prescindir de ellas. Más allá de todas las contradicciones que sugieren, y de la diversidad de códigos en que se plasmen, siempre será necesario que existan modos de regulación del comportamiento en sociedad.
¿Qué criterios oferta la teoría educativa al respecto? En la formación del profesorado apenas se viene prestando atención, en los últimos tiempos, a estas cuestiones a pesar de que inevitablemente, en la práctica, se sustentan posiciones más o menos explícitas. Quizá lo que estaba faltando era disponer de un enfoque fiable desde el que plantear las relaciones entre cortesía y convivencia. La propuesta que a continuación se presenta permite, a nuestro juicio, empezar a resolver esa carencia.
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Hablar de urbanidad, de buena educación, de saber comportarse... suena con frecuencia a falsedad premeditada, a autocontrol interesado, a rigidez protocolaria, a asunto educativo menor. La cortesía, en efecto, no es precisamente la dimensión más emblemática de la educación sociopersonal (GOÑI, 1996) ni la que más preocupe a la teoría e investigación educativa. Y, sin embargo, se trata de algo tan cotidianamente omnipresente que al profesorado, y quizá más aún a los padres, les plantea frecuentes quebraderos de cabeza. Tras un período histórico de sistemático olvido, cuando no de denigración, vuelve a interesar la cortesía y quizá por algo tan elemental como que, después de todo, es más agradable recibir excusas que insultos, sonrisas antes que muecas, intenciones antes que indiferencia (DHOQUOIS, 1993).
No es nuestro propósito abogar en favor de determinados códigos de urbanidad; nos interesa algo previo: saber cómo entienden las personas la relación entre formas de cortesía y sociabilidad humana, cómo organizan su conocimiento acerca de las convenciones sociales. La respuesta dependerá, en gran medida, del enfoque teórico que se escoja.
Desde una perspectiva culturalista el conocimiento es algo socialmente construido y compartido; de ahí que las ideas que las personas sostienen sobre las relaciones sociales tiendan a ser similares en el seno de cada cultura pero suelen variar de un contexto cultural a otro. Por contra, los modelos teóricos constructivistas, como el de TURIEL (1983), destacan las características más transculturales del razonamiento sobre convenciones (GOÑI, en prensa). Revisaremos ambas posiciones en los dos próximos apartados.
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