
¿Qué es la urbanidad? Una habilidad
Habilidad de ordenar de un modo agradable nuestras acciones y palabras en todo lugar, tiempo y relativas a toda clase de personas
foto base StockSnap - Pixabay
Definición de urbanidad según el 'Tratado de urbanidad y cortesía'
Aquella urbanidad
La urbanidad no es otra cosa, sino el arte, o habilidad personal de ordenar de un modo agradable nuestras acciones y palabras en todo lugar, tiempo y relativas a toda clase de personas. Hay que ser educado con todo el mundo.
Al hombre sensato le será fácil adquirirse la estimación y el concepto de urbano y cortés, haciéndose cargo de las circunstancias de su edad y estado de las personas con quienes trata, del lugar y tiempo en que se halla.
En la urbanidad, esta gran ciencia, llave maestra de los corazones humanos, estriba una verdadera y sólida humildad y caridad cristianas. De suerte que la urbanidad del cristiano viene a ser, un particular arreglo de las acciones, arreglo caritativo y honesto, que esparce en los ánimos de todos rayos admirables de afabilidad y dulzura, agradables y atractivos.
Te puede interesar: Aquella urbanidad. Artículos históricos sobre la urbanidad
El carácter propio de las virtudes (como dimanando de la suma bondad de Dios) es el atraer el corazón, y los ojos de los que las ven practicar. El buen ejemplo, es una de las armas más poderosas para educar.
Los niños deben aprender en la edad tierna el secreto de ganarse los humanos corazones, con la posesión de las virtudes, especialmente las dos dichas tan propias de cristiano, tantas veces recomendadas por el Salvador. La urbanidad no pende solamente de vanas ceremonias, de palabras de lisonja y entretenimiento, según se persuaden muchos; estriba en la desestimación de sí propio y en el aprecio y estima de los demás.
Aunque todos los hombres sean iguales en la naturaleza, y a todos debamos un amor fraternal y un cariño entrañable, sin embargo, en la unión de la sociedad, hay ciertas jerarquías, que los distinguen unos de otros, según varios motivos de dependencia y subordinación. Por lo que de un modo tratamos a nuestros padres y maestros, reyes y magistrados; de otro a nuestros iguales; y de otro a nuestros criados e inferiores. Y así en tributar a los mayores los debidos respetos, en amar a los iguales, en hacerse accesible a los inferiores de funda la urbanidad.
-
16043
Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Debe, pues, alabarse a tiempo y con medida. Hay alabanzas tan excesivas que por lo mismo se declaran a sí mismas, convirtiéndose en sátiras.
-
Este día, llamado el más hermoso de la vida, tiene sus incomodidades y embarazos.
-
No paséis mucho tiempo sin bañaros todo el cuerpo, y frotaros bien con una toalla; sobre todo debéis limpiaros los pies cuantas veces lo exija el estado en que se encuentren, particularmente en verano.
-
La urbanidad es tan estricta en lo relativo al prójimo que no permite causarle disgusto en nada; por esto no permite que se hable nunca mal de nadie
-
Cuando se escribe a persona distinguida, se pone el título así: Excelentísimo Señor, aparte.
-
La sociedad de hombres que no tuviese un punto u objeto especial, perecería por el mismo fastidio o falta de agrado.
-
El autor interpreta la etiqueta y el ceremonial de la corte española como un código que promueve el orden y la jerarquía
-
Estas reglas de urbanidad están escritas para orientar un poquito a la juventud rural en lo más elemental.
-
Es el momento de las conversaciones íntimas; se cuentan los lances de la noche pasada.
-
El primero de nuestros deberes es amar la verdad y creer en ella.
-
Es contrario a la buena crianza, como insinúa san Pablo, acostarse, como hacen algunos, al comienzo del día, y levantarse hacia el mediodía
-
Con esta clase de personas no se debe temer el ser impolíticos, y se debe romper inmediatamente con los que espetan cumplimientos ridículos.