
Los entusiastas.
Siendo el carácter de los entusiastas todo benevolencia y dulzura, se ve uno obligado, so pena de pasar por inurbano, a oír con paciencia y aun con una especie de placer sus locas exclamaciones.
De los entusiastas.
Hay otra especie de hombres opuesta a los de espíritu de contradicción, y no por eso menos insoportables, cuales son los entusiastas; y aun se cree que son peores, porque con los primeros es más fácil romper claramente; pero siendo el carácter de los entusiastas todo benevolencia y dulzura, se ve uno obligado, so pena de pasar por inurbano, a oír con paciencia y aun con una especie de placer sus locas exclamaciones.
No hablo de los entusiastas conocidos bajo el nombre de filarmónicos, en quienes el órgano musical se extiende desde la coronilla hasta las uñas de los pies. No, semejantes entes se abstendrán muy bien de pronunciar una palabra que les pueda hacer perder un compás, y su admiración la expresan solo con gestos y contorsiones. Teniendo cuidado de alejaros a bastante distancia de estos energúmenos, podéis ir sin riesgo alguno a oír el Tancredo o la Semiramis; pero los entusiastas que es muy gustoso observar son los amigos y admiradores de los fabricantes de poemas y comedias, que creen manifestar su estimación a un autor dándole las primicias del fastidio que reservan más tarde para el pobre público.
El autor ha reunido en su casa unos treinta de sus conocidos más íntimos; quiere saber su parecer sobre una comedia en cinco actos y en verso, que debe presentarse al otro día al encargado del teatro, y empieza. Reparad inmediatamente a un entusiasta; solamente al título se ha reído ya tres veces y ha aplaudido el nombre; de cada interlocutor le complace, cada verso le acarrea transportes convulsivos de admiración. Al fin del primer acto ya está rebosando alegría; y aunque no sepa aún sino la exposición del asunto de la pieza, ya no duda en afirmar que aparece un nuevo Moliere, y que el Tartufo puede marcharse a pasear muy en hora buena.
¿Qué puede decirse de semejantes gentes? Dejadles que se extasíen a su satisfacción, y atribuir su ridículo entusiasmo a la ciega amistad que tienen al autor; porque de otro modo sería preciso llevarlos a que ocupasen una jaula en las gavias.
-
7398
Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
La educación de los hijos requiere emplear mucho tiempo para estar a su lado, haciéndoles ver lo que está bien y lo que está mal.
-
Al traducir la teoría al terreno de la práctica, al pretender dar cuerpo y forma a las ideas, al intentar convertir en realidad palpable la ficción soñada, surgen y se levantan tropiezos insuperables...
-
Feliz el hombre de mundo que pudiese deponer el amor propio a la entrada de una sociedad, así como deja la espada o el bastón a la puerta de la comedia.
-
Solamente daremos algunos consejos sobre el modo de conducirse en el campo.
-
Cómo debe proceder una niña bien educada con estas personas.
-
En los almuerzos y comidas de ceremonia se suelen estilar ciertos usos y costumbres muy especiales
-
Los sitios de delante pertenecen exclusivamente a las mujeres; los caballeros se colocan un poco detrás, aunque los puestos de delante estén desocupados.
-
El tiempo es tan precioso, y la vida es tan corta que no debe perderse ni un momento.
-
Las reglas de urbanidad son las que fomentan y conservan las sociedades.
-
El respeto a las autoridades y los tratamiento debidos a su cargo y posición.
-
El paseo y el andar por la calle debe hacerse de una forma prudente y respetuosa.
-
La urbanidad no es algo que solo sea aplicable fuera de casa; en la casa y en el juego también debe tenerse en cuenta.