
La cabeza y las orejas. Modestia y honestidad
No debe uno permitirse jamás la libertad de apoyar la cabeza en la mano como si no se pudiera sostener
foto base Couleur - Pixabay
La apariencia de la cabeza y los gestos de mala educación
Aquella urbanidad
Para llevar la cabeza con urbanidad hay que mantenerla derecha, sin bajarla ni inclinarla a derecha o izquierda; evitar encerrarla o hundirla entre las espaldas; girarla en todas direcciones es propio de un espíritu ligero y cambiarla frecuentemente de posición es signo de inquietud y de perplejidad. Levantar la cabeza con afectación demuestra arrogancia. Es totalmente opuesto al respeto debido a una persona, levantar la cabeza, sacudirla, o bambolearla cuando nos habla, porque esto pone de manifiesto que no se le tiene la estima que le es debida y que no se está dispuesto a creer ni a hacer lo que nos dice.
No debe uno permitirse jamás la libertad de apoyar la cabeza en la mano como si no se pudiera sostener.
Rascarse la cabeza al hablar o cuando se está con otro sin hablar, es muy indecoroso e indigno de una persona bien nacida: es al mismo tiempo efecto de grave negligencia y desaseo, ya que ordinariamente es consecuencia de no haber puesto bastante cuidado en peinarse y tener la cabeza limpia. Este particular cuidado tendrán las personas que no usan peluca, no dejar suciedad ni grasa sobre su cabeza, porque sólo las personas mal educadas caen en esta negligencia y debe considerarse la limpieza del cuerpo, y en particular de la cabeza, como signo exterior y sensible de la pureza del alma.
Te puede interesar: Gestos vulgares y ordinarios (con vídeo)
La modestia y la honestidad exigen que no se deje acumular mucha suciedad en las orejas; convendrá, pues, limpiarlas de cuando en cuando con un instrumento adecuado, llamado por eso mondaoídos. Es muy descortés servirse para ello de los dedos o de un alfiler; hacerlo en presencia de otras personas es contrario al respeto que se les debe; este mismo respeto se debe a los lugares sagrados.
No es decoroso llevar una pluma en la oreja, ni flores, tener las orejas perforadas o usar pendientes: esto no sienta bien a un hombre por ser signo exterior de esclavitud, lo cual no le conviene.
El adorno más bello para las orejas es el que estén aseadas y sin aditamentos; los hombres, de ordinario, deben taparlas con los cabellos, las mujeres las llevan más descubiertas; y a veces es costumbre, sobre todo en las mujeres de la nobleza, que lleven perlas, diamantes o piedras preciosas pendientes de las orejas.
Con todo, es más discreto y más cristiano no añadir a las orejas adorno alguno, porque por ellas entra la Palabra de Dios en el espíritu y en el corazón, y el respeto que se debe profesar a esta divina Palabra tiene que impedir que se le acerque nada con resabios de vanidad.
No hay mejor adorno para las orejas de un cristiano que el estar bien dispuestas a escuchar atentamente y recibir con sumisión las instrucciones en torno a la religión y máximas del santo Evangelio. Por esta causa los santos cánones han prescrito a todos los eclesiásticos el tener las orejas totalmente descubiertas, para que entiendan que deben estar siempre atentos a la ley de Dios, a la doctrina de la Verdad y a la ciencia de la Salvación de las que ellos son los depositarios y los dispensadores.
-
1460
Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Las personas entre quienes existen relaciones especiales, ya sean accidentales o permanentes, se deben respectivamente ciertas consideraciones también especiales.
-
Para sacar los cabellos de los algodones se aguardará a que estén ya fríos, porque si no se tomase esta precaución no se rizarían.
-
Hay ciertas reglas que sirven de base y fundamento a todas las demás reglas del tacto social
-
Muchos hay, por desgracia, que pasan en ejercicios perniciosos, en la disolución, en la embriaguez, las horas que debieran consagrar al culto del Eterno.
-
Debemos respetar a nuestros semejantes, y evitar que exista cualquier tipo de enemistad o rencor.
-
Hablar sobre el aspecto de una persona, sobre sus andanzas o sobre cualquier otra cosa con mala intención no es de personas bien educadas.
-
Entre personas de respeto se deben guardar ciertas normas o reglas de urbanidad que no se deben descuidar.
-
Ofendemos al prójimo en la hacienda siempre que con violencia o con engaño usurpamos o retenemos injustamente lo que es suyo.
-
La sociedad penaliza, muchas veces de forma injusta, a las personas que no visten o actúan como los demás.
-
La risa parece el producto de las dos sensaciones unidas, sorpresa y placer, movidas por un ligero contraste o por una finísima analogía.
-
A los numerosos juramentos falsos abrió mucho campo la ignorancia, porque como casi nadie sabia escribir y no pudiendo consignárselos actos y documentos escritos, fue preciso confiar enteramente en la prueba testimonial y abusaron de ella.
-
No toméis pues tabaco; pero si este gusto se os ha hecho una necesidad indispensable, ocultaos cuando debáis satisfacerle.