Cuestiones sobre la urbanidad. VI
La urbanidad y la civilidad para los jóvenes en unas simples cuestiones.
Cuestiones sobre la urbanidad.
El hombre fino, ¿qué ha de observar en el trato con las señoras?
Al pasar por una escalera con una señora o un mayor, ¿qué debemos hacer?
¿Cómo se portará Vd. al ser llamado a la mesa?
¿A quién corresponde hacer los honores de la mesa?
¿Qué actos religiosos es muy justo practicar antes y después de comer?
¿Qué defectos han de evitarse cuando se come?
¿Hay otras groserías de que debemos abstenernos en la mesa?
¿Qué reglas es preciso no perder de vista al comer?
¿Se limpiará Vd. los labios antes y después de beber?
Si alguno de los comensales nos regalare una fineza o brindare por nuestra salud, ¿qué nos exige entonces la cortesía?
Cuestiones sobre la urbanidad
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Cuando uno se incorpora a un grupo de personas, es muy descortés preguntar por lo que se está diciendo.
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Antes de afligirnos de cualquier mal que creamos que nos amenaza, es menester que reflexionemos si es (verdaderamente) probable que semejante mal nos suceda.
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Es de mala impresión ver a uno con mucha barba, excepto a los que se la arreglan bien y a menudo.
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El saludo siempre lo hará la persona menos importante un poquito antes de hallarse frente al superior
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Como el que entra en el mundo se sujeta a recibir las visitas que se hacen, una modestia elegante y de buen gusto, son deberes que impone la sociedad.
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La lectura puede ser una medicina eficacísima contras las dolencias del espíritu si en su elección se medita y se acierta.
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Hay que destinar a los huéspedes habitaciones confortables, con todos los objetos necesarios de uso cotidiano.
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Un mordaz y disparatado punto de vista de la moda de Paris desde el punto de vista de un extravagante con mucha dosis de socarronería
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Las adulaciones y lisonjas son propias de cameladores que no buscan el bien ajeno sino el propio.
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El que se equivoca y tiene la franqueza de confesarlo, obra con nobleza. El que trata de evadirse de alguna cosa por medio de una mentira, es un hombre despreciable y cobarde.
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Los oficios se terminan siempre con la fórmula: "Dios guarde a usted muchos años".
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Si tenéis valor para hacer bien al que os ha hecho mal, respondo de vosotros; todas las demás virtudes os parecerán un juego.