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La buena educación. Prueba mundial de modales

¿Ya no quedan buenos modales? Hemos hecho la prueba en 35 ciudades del mundo y hemos obtenido respuestas sorprendentes

Reader's Digest
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La puerta abierta de Perth.
Puerta. La puerta abierta de Perth.

¿Cómo anda el mundo de buenos modales?

¿Ya no quedan buenos modales? Hemos hecho la prueba en 35 ciudades del mundo y hemos obtenido respuestas sorprendentes.

El viento y la lluvia azotan la plaza de Nollendorfplatz, en el centro de Berlín. La agente inmobiliaria Nicole Hatzijordanou, de 34 años, y con el brazo escayolado, se abre paso entre la multitud de la hora punta de la mañana. Delante de ella, a una joven se le cae una carpeta y sus papeles se desparraman por todas partes. Docenas de peatones pasan de largo, pero Nicole se acerca y los recoge, sacudiéndolos para secarlos un poco. Cuando la mujer le da las gracias, Nicole bromea: "Bueno, ¡ me queda un brazo !.

Las tres pruebas para comprobar los buenos modales

El chico al que casi rompen la nariz con la puerta, la clienta en Corea y la mujer a la que se le cae la carpeta no eran simples viandantes. Estas tres personas eran reporteros del Reader's Digest y participaban en una prueba única para comprobar el nivel de educación y amabilidad en distintas ciudades del mundo.

Desde Tailandia a Finlandia y desde Buenos Aires a Londres, se piensa que la amabilidad es algo del pasado. La atención en las tiendas es mala, los empleados siempre están de mal humor y los jóvenes han perdido el respeto por los mayores. Lynne Truss, autora de Talk to the hand, éxito de ventas internacional sobre los buenos modales, denuncia que vivimos en "una época de relativismo moral perezoso, combinado con una agresiva insolencia social", en la que los modales más elementales se encuentran "prácticamente extinguidos".

¿Está justificado realmente tanto pesimismo? Hemos enviado a reporteros camuflados (mitad hombres y mitad mujeres) de las ediciones de Reader's Digets de 35 países, para que evaluaran a los habitantes de su ciudad más populosa. En cada localidad realizamos tres pruebas:

1. Entramos en edificios públicos detrás de otras personas 20 veces para ver si nos sujetaban la puerta.

2. Compramos pequeños artículos en 20 tiendas y comprobamos si los vendedores daban las gracias.

3. Dejamos caer una carpeta con papeles en 20 lugares con mucho tránsito para ver si alguien nos ayudaba a recogerlos.

Con el fin de comparar las ciudades del estudio, otorgamos un punto por cada resultado positivo y ninguno para los negativos, de modo que la calificación máxima fue de 60. No hemos pretendido realizar ninguna rigurosa encuesta científica, sino llevar a cabo la mayor prueba mundial para comprobar el nivel de amabilidad y buenos modales, con más de 2.000 pruebas independientes de conducta real. Esto es lo que hemos descubierto.

Una ciudad amable para vivir

Calle Nueva York
Calle Nueva York. Calle Nueva York

Aunque tienen fama de engreídos, los habitantes de la ciudad de Nueva York han resultado ser generosos, ya que han merecido el primer puesto en nuestra encuesta de cortesía global.

Los neoyorquinos han quedado entre los cinco mejores puestos en las tres pruebas realizadas, y han demostrado ser particularmente educados al sujetar las puertas (solo dos personas no lo hicieron). "Ni tan siquiera lo pienso" dijo Kristen Chieco, empleado de una agencia de prensa. "La mayoría de los neoyorquinos son amables".

¿Sorpendido? El ex-alcalde Ed Koch no lo está. Cuendo se le pidió opinión sobre nuestros resultados, señaló que, desde los ataques terroristas de hace cinco años, los neoyorquinos son más amables. "A raíz del 11 de Septiembre los neoyorquinos son más atentos. Son conscientes de la fugacidad de la vida".

La segunda ciudad con mejores modales es la próspera Zurich, en Suiza. Es una hazaña igualada solo por Estocolmo (Suecia), los dependientes de todas las tiendas a las que entramos agradecieron nuestra compra.

"Son amables con la gente sin importar si visten con sencillez o llevan un abrigo caro de pieles", comentó Frieda Lütolf después de que nuestro reportero comprara una chocolatina de dos euros en la exclusiva chocolatería Sprüngli. "Atiendo con amabilidad a todos los clientes, incluso a los que son groseros".

Los buenos modales de los dependiente suizos se deben a que se sienten orgullosos de lo que hacen. "Hace 40 años que trabajo aquí", explicó Úrsula Gross, encargada de un estanco. "Me gusta este trabajo, asi que siempre soy puntual y soy amable y educada".

 

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