
¿Puede mi presencia ser el regalo en una boda ? Cuando el regalo de boda es compartir nuestro tiempo
Hay personas que se toman al pie de la letra eso de regalarnos con su presencia... aunque puede haber algún motivo que lo justifique
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Tu presencia es un regalo... pero en sentido figurado
Las bodas son celebraciones alegres. Siempre es un placer, aunque no para todo el mundo, que nos inviten a una boda. Pero, ¿y si la boda se celebra en otra ciudad o país? ¿Y si nos tenemos que pagar el viaje y la estancia? Asistir a una boda en otra ciudad o país puede ser una gran experiencia, pero también costosa. ¿Y si tenemos poco presupuesto? Según algunos comentaristas de etiqueta, no hay que preocuparse por hacer un regalo. Nuestra presencia es un regalo suficiente.
Nadie dice nada, pero todos me miran mal
¿Puede mi presencia ser mi regalo? Es una pregunta que puede tener muchas respuestas. Pero desde el punto de vista de la etiqueta la respuesta es no. No es elegante ni apropiado no hacer un regalo y asistir a una boda.
La respuesta a esta pregunta, desde el punto de vista más personal, es un poco complicada porque depende de cada situación. La costumbre es hacer un regalo material a los novios. Al fin y al cabo, han invertido mucho tiempo y dinero en planificar su gran día, y seguro que agradecerán cualquier cosa que podamos hacer para ayudarles. Pero cuando saben (a ciencia cierta) que no contamos con muchos recursos económicos pueden hacer varias cosas:
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1. No invitarnos para no ponernos en un compromiso.
2. Correr con los gastos de viaje y alojamiento.
3. Aceptar, realmente, que nuestra presencia ese día es el mejor regalo que les podemos hacer.
Poder estar con los novios ese día es un regalo en sí mismo. Sobre todo cuando son personas que hace años que no se ven. Pero, seguro que los novios esperan algo más. La mayoría de las bodas, salvo excepciones, son un 'negocio'.
Un detalle siempre se agradece
Por muy bajo que sea nuestro presupuesto, es posible que podamos sacar un poco de dinero para comprar un detalle como un simple marco de fotos o un obsequio similar. También podemos optar por la 'artesanía' (lo que los americanos llaman DIY Do It Yourself) y hacer un álbum con recortes y fotos que hagan referencia a la vida de los novios. Simplemente, para que tengan un recuerdo nuestro.
El último recurso: Rechazar la invitación
Si no queda otra opción, excusar nuestra asistencia puede ser la solución. Es importante mirar por nuestro dinero y no gastarlo por quedar bien. Si los gastos de viaje y estancia son demasiado costosos y nos causan dificultades para afrontarlos, no dudemos en comunicarlo con sinceridad a los novios. La verdadera amistad se basa en la honestidad y comprensión mutua. Si les parece mal, seguramente no serían tan buenos amigos como pensábamos.
Realmente, la decisión no es sencilla. ¿Por qué? Porque es posible que no todo el mundo valore nuestra presencia como un regalo para los novios. ¿Somos tan importantes para ellos? Esa valoración la deben hacer los novios en base a los lazos afectivos que nos unen a ellos.
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Un consejo final. No debemos usar la técnica del avestruz, esconder la cabeza. Si no queremos decirles a los novios la verdad, que no tenemos dinero para tantos gastos, simplemente les daremos una excusa (creíble) y asunto zanjado. Pero, no contestar a una invitación es de mala educación. También dejarlo para el último momento es poco apropiado y educado.
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