
Cuba: Fidel y el protocolo.
Las anécdotas a contar acerca de Fidel y el protocolo podrían ser muchas.
En verdad, las anécdotas a contar acerca de Fidel y el protocolo podrían ser muchas, considerando que el protocolo expresa la parte más formal de la diplomacia y el Comandante en Jefe no es dado en lo absoluto a los formalismos.
Recuerdo, por ejemplo, cuando en 1961 permanecí en la Embajada de Checoslovaquia mucho rato después de haber concluido la recepción que ofrecía el Embajador de ese país, Vladimir Pavlichek, porque se me había instruido que Fidel vendría a cualquier hora y debía esperarlo.
Estuvimos por ello, casi una hora, la plana mayor de la Embajada y yo, como único cubano, esperando a Fidel cantando canciones checas y cubanas, y bebiendo la exquisita cerveza checa. Al llegar el Jefe de la Revolución nos encontró a todos sumamente "alegres" y felices por su presencia, mientras Fidel no cesaba de disculparse por su tardanza. Por ello, a uno de los checos se le ocurrió pedirle a Fidel que se excusara cantando alguna canción cubana y todos sus compatriotas hicieron suya la suplica.
Fidel entonces confesó que él no sabía cantar y les dijo que yo lo haría por él. Tuve que hacerlo con lo poco de cuerdas vocales que me quedaban, luego de tantas horas de canto y cervezas, sorprendido de la noticia de la pobre aptitud de Fidel para el canto.
O cuando, en cierta ocasión, fui citado por el Comandante Ernesto Che Guevara, entonces Presidente del Banco Nacional, para coordinar su participación en las actividades por la visita a Cuba de un dirigente de la Academia de Ciencias de Ceilán, hoy Sri Lanka, a quien Che debía atender. Cuando esperaba ser recibido en el antedespacho, en unión del doctor Antonio Núñez Jiménez, Presidente entonces de la Academia de Ciencias de Cuba, llegó Fidel acompañado por Armando Hart, entonces Ministro de Educación. Amablemente nos pidió permiso a Núñez Jiménez y a mí para entrar primero a ver al Che.
-Es que voy a explicarle al Che la necesidad de gastar algunos dólares en unas guaguas para el Ministerio de Educación, porque él le dijo a Armando que no lo aprobaría y vengo a explicarle por qué es necesario que se autorice. Será cosa de unos cinco minutos-, nos dijo Fidel.
Media hora después salió Fidel, con el Che y Armando Hart, y nos explicó:
-Excusen la tardanza, es que el Che tenía razón, hemos encontrado otra manera para que Armando pueda resolver los problemas del movimiento de becados que enfrenta sin tener que dedicar divisas a ello.
Comprendí con esta breve escena muchas cosas acerca de las ejemplares relaciones entre estos dos gigantes revolucionarios.
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
El uso del sombrero ha sido siempre un tema controvertido por el hecho de conocer dónde se debe permanecer cubierto o no, o delante de quién hay que permanecer descubierto
-
La cortesía parlamentaria hay que tenerla hasta en las situaciones más serias
-
Un discurso puede ser interesante pero no tanto como para oirlo varias veces seguidas.
-
El presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, se confundió en su conversación.
-
La actriz llegó diez minutos más tarde que los invitados reales al salón de fiestas del Grand Hotel de Oslo, con la consiguiente sorpresa para el resto de los invitados
-
El libro The Amy Vanderbilt Complete Book of Etiquette es considerado la Biblia de la urbanidad moderna. Fue escrito por Amy Vanderbilt
-
Anécdota de lo que vale tener experiencia. Winston Churchill resuelve una situación comprometida durante un banquete oficial
-
Anécdota sobre el Presidente Millerand en su visita a Marruecos
-
Durante el entierro, en la Basílica de Saint-Denis, el maestro de ceremonias, duque de Deux-Brezè.
-
El Rey de España, cuando sale viaje, suele llevar un variado vestuario para cumplir con sus compromisos oficiales y privados
-
Los anfitriones que sirven poca cantidad de alimentos a sus invitados les dejan descontentos. Además, es poco educado y correcto ser tacaño
-
Claus Josef Riedel fue el primer diseñador en reconocer que el aroma, sabor y equilibrio de los vinos estaban afectados por la forma del recipiente en el que eran bebidos