
Cuestiones sobre la urbanidad. I
La urbanidad y la civilidad para los jóvenes en unas simples cuestiones.
Cuestiones sobre la urbanidad.
¿Puede prometerse un opulento merecer el aprecio y consideración de sus semejantes por sus meras riquezas materiales?
¿Qué prendas hacen brillar al hombre en la culta sociedad?
¿Cuáles son las cualidades que sirven de base a la buena crianza, y cuáles son los vicios que se oponen a ella?
¿Qué medio es el más fijo para granjearnos la estimación ajena?
Para conducirnos bien en la sociedad, ¿qué extremos harto comunes deberemos huir?
La excesiva llaneza y la etiqueta refinada ¿son conformes con la urbanidad?
¿Qué exige la cortesía con respecto al lenguaje y a los modales?
¿A qué circunstancias tienen de acomodarse las palabras y acciones?
¿A qué personas cederemos la preferencia según su calidad, edad y sexo?
¿Tolera la urbanidad la exageración y el artificio en los modales y expresiones?
Cuestiones sobre la urbanidad
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La urbanidad y la civilidad para los jóvenes en unas simples cuestiones.
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Los caballeros presentarán la mano a las damas, acompañándolas a la sala destinada para comer.
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Las personas desocupadas se dedican en los países civilizados a cultivar el talento con la lectura, o se entretienen en amenas e instructivas conversaciones.
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La felicidad en este mundo no consiste en poseer muchas riquezas y honores, sino en tener el corazón sosegado y contento.
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En los conciertos, conferencias o sitios en que todos escuchan, no se debe hablar y distraer la atención de los demás, impidiéndoles oír.
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La urbanidad es una especie de túnica que envuelve las asperezas de nuestro carácter, embotándolas, y que impiden lleguen a herir a los demás.
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La sala de baño se ha vuelto indispensable en cualquier casa o piso al ser una necesidad y no un lujo.
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No andéis de puntillas, como si estuvieseis bailando, a no ser para pasar un charco; no corráis de una acera a la otra de la calle, porque os tendrían por locos.
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Comentario de Julia Valera sobre la obra de Erasmo de Rotterdam "De la urbanidad en las maneras de los niños" -De civilitate morum puerilium-.
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Debe, pues, alabarse a tiempo y con medida. Hay alabanzas tan excesivas que por lo mismo se declaran a sí mismas, convirtiéndose en sátiras.
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La sospecha de desacierto en el que ejecuta es evidencia ya en el que mira, y más si fuere émulo
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Según la educación de las personas que conocemos, de unas deseamos la presencia y de otras deseamos la ausencia