Así se educa a una Princesa
Las princesas del pueblo necesitan aprender de todo para ejercer su papel con la mayor profesionalidad posible
Cómo educar a una "Princesa del pueblo"
Protocolo, historia, idiomas... y hasta cursos de psicología para sobrellevar el peso de la fama. Uno de los principales asesores de Tony Blair tiene la misión de instruir a la futura esposa de Guillermo de Gales.
Lleva años viendo vídeos de Lady Di para aprender a comportarse. Las plebeyas como Kate Middleton tienen que someterse a una exigente preparación antes de ser coronadas princesas.
Las princesas de los cuentos únicamente tenían que esperar a ser desposadas por el príncipe. Como éramos niños, solo nos contaban lo bueno, que vivían en palacios, que alumbraban niños rubísimos y que el pueblo entero besaba el suelo que pisaban. En la realidad tampoco parece que el cuento tenga mal final. Los reyes de carne y hueso también viven en palacios y la gente que sale a recibirles en pueblos y ciudades parece quererles -obviamente muchos se quedan en casa-. Los que han nacido en cuna real mamaron esta vida de boato y, salvo excepciones, han asumido que la suya está destinada a ser una existencia distinta. Con sus privilegios, pero también con multitud de obligaciones.
El próximo viernes Kate (Catalina) Middleton (Reading, 29 años) se casará con el príncipe Guillermo (28) después de ocho años de noviazgo y una ruptura de tres meses. Ingresará oficialmente en la familia real británica, pero ella no nació con sangre azul. Como nuestra Princesa de Asturias , es plebeya, de una familia pudiente pero plebeya. A ninguna de las dos le enseñaron de cría a hacer la genuflexión, pero ahora se inclinan con una naturalidad mecánica. Y se hacen llamar Alteza. Lo de Kate y Letizia se acabó. Si acaso en privado, ese ámbito que para ellas casi ha dejado de existir.
Kate Middleton, Letizia Ortiz, Máxima de Holanda , Mary de Dinamarca o Mette Marit de Noruega hubieran agradecido un 'manual para princesas ', aunque fuese la versión abreviada. Pero no existe. Sí un listado de buenas prácticas que han tenido que aprender sobre la marcha. Un aprendizaje tutelado por los mejores especialistas. David Manning (61 años), ex-embajador inglés en EE UU durante la guerra de Irak y el más importante asesor internacional de Tony Blair, es desde hace meses la sombra de Kate, a quien instruye en historia, buenas maneras e incluso prepara psicológicamente para prevenir una depresión.
La futura esposa del príncipe Guillermo sabe que los tabloides destacarán con grandes titulares cada fallo, cada gesto inconveniente y cada palabra de más. José Carlos San Juan Monforte, 17 años desempeñando trabajos de Protocolo en La Zarzuela, y Carlos Redondo, responsable de la web protocolo.org , nos cuentan ahora la otra parte del cuento, la que se saltaban los libros infantiles. Esa que habla de las obligaciones.
Lección número 1. Codos fuera y a sorbitos
Coman perdices o el mejor caviar del planeta, tendrán que guardar unas escrupulosas formas en la mesa. Dicen los expertos que ese "es el primer examen" y "ahí son muy estrictos". El protocolo a la hora de comer prohíbe apoyar los codos sobre el mantel -si acaso mientras se charla, pero nunca con el plato ya en la mesa- y untar salsas con el pan. El cubierto, "cogido más bien arriba", no vayan a meter los dedos en la sopa.
"Los brindis, mirando a las personas no al suelo o bajando la cabeza"
La comida no se toca, aunque sea una de esas pizzas 'margarita' (tomate y queso) que le pirran a la futura princesa de Inglaterra y que compra en establecimientos de comida rápida por 4,75 euros. ¿Y el brindis? Sobre el discurso no hay nada escrito. Prueba de ello, el que pronunció hace unos días el Príncipe Felipe , mentando el espinoso tema de Gibraltar delante de Carlos de Inglaterra . Pero sí hay protocolo en las formas. " Mirar de frente y no levantar la copa por encima de la cabeza ". Nada de tragos largos, apenas un sorbito. "El brindis generalmente lo hará él, salvo excepciones en las que la princesa sea la invitada de honor". A ellas se les exigen modales exquisitos, pero ninguna habilidad en la cocina: evidentemente, ni se acercan a los fogones.
2. ¿Qué tal los niños?
Durante un viaje oficial, el Rey Juan Carlos se indispuso y tuvo que ir al dentista. Al médico le advirtieron una y mil veces que debía dirigirse a él como Majestad y así lo hizo. Pero cuando el Rey le dio las gracias por el arreglo, se olvidó de las formalidades: 'Pues gracias a usted', soltó campechano el dentista. "Don Juan Carlos rio un buen rato el gesto espontáneo del hombre". A los príncipes hay que dirigirse con el apelativo de Alteza y a los Reyes con el de Majestad (entre ellos también se tratan así), "aunque en España se acepta señora o señor porque suena muy castizo".
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La Familia Real trata a todo el mundo de usted y a los representantes institucionales los nombra por el cargo: presidente, ministro... Cuando otros monarcas y jefes de Estado les visitan en palacio salen a recibirles al coche, pero si el invitado es de menos categoría pueden esperar dentro. Para el saludo, la mano y ocasionalmente la genuflexión, pero solo con los miembros reales de mayor categoría y nunca con los políticos, como hizo Mette Marit (Noruega), que se inclinó ante Barack Obama, dando una soberana patada a los manuales de protocolo. "En alguien nueva se entiende este error, pero después de tanto tiempo...". Tras el saludo, unas palabras de cortesía en el idioma del huésped: «Preguntar por la familia, por los niños o contar alguna incidencia del viaje siempre son bocaditos apetitosos. No van a soltar de pronto: "Véndenos petróleo". En todo caso, tratarán de contentar al invitado: "Cuando vino a España el presidente de Irán quitaron el alcohol del menú por cortesía, se suele ceder con el que viene".
3. Piernas juntas
Los gestos cotidianos son los más traicioneros. Algo tan natural como rascarse un poco la oreja en un acto oficial puede llegar a la portada del periódico si se trata de un picor real. "Es más fácil fallar en un detalle que en una reverencia". Así que cualquiera que aspire a princesa deberá aguantarse los picores. Y más: "Debe salir de los vehículos oficiales siempre ladeada y con las piernas bien juntas". Una advertencia que podían haberle recordado a Kate Middleton, porque aunque en 2005 ya se matriculó en un curso de protocolo, en una fotografía realizada hace unos meses se le veían las bragas cuando bajaba del coche. " Al sentarse, una princesa lo hará erguida y sin cruzar las piernas ".
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Cuentan que las modelos aprenden a desfilar con un libro en la cabeza porque solo caminando muy erguida impides que se caiga. Y un aprendizaje similar dice la leyenda urbana que 'sufren' los miembros de la realeza. Quién sabe si Kate no habrá echado horas paseando así de tiesa por los pasillos del apartamento que comparte con el príncipe Guillermo en Clarence House, la residencia oficial de Carlos de Gales. De todas formas, la novia pasará la noche previa a la boda en una suite del hotel Goring, en el centro de Londres, junto a su madre y su hermana.
Más que en las formas -se le suponen a una joven de clase alta y educada en la elitista Universidad de St. Andrews-, Kate se emplea en cultivarse intelectualmente: "Lo primero que debe aprender una futura princesa es la historia de su casa real y de otras casas reales y el funcionamiento en profundidad de las instituciones públicas. También debe conocer las costumbres de los países que vaya a visitar e idiomas".
Doña Letizia, por ejemplo, se maneja bien en francés y en inglés -el profesor Michael Howitt la formó en inglés diplomático y la académica Carmen Iglesias, en historia y temas de actualidad-. "Kate Middleton probablemente no tenga la obligación de saber español, si acaso unas frases para cuando viaje a un país de habla hispana", precisan los expertos consultados por V. En un país tan chismoso como el nuestro o más, la futura esposa del príncipe Guillermo dedica sus buenas horas a saber cómo tratar con la prensa sensacionalista. Cuenta Katie Nicholl, autora del libro 'William y Harry: detrás de los muros del palacio', que hace tres años el personal de Buckingham ya comenzó a mostrarle vídeos de Diana. "En uno se veía cómo Lady Di salía de un coche y era asediada por los medios de comunicación", algo a lo que tendrá que acostumbrarse y que ya ha sufrido. En 2005 se quejó a través de su abogado del acoso de los periodistas, en 2007 hizo filmar durante varios días a los paparazzis que la importunaban y hace unas semanas su familia hizo llegar a la Comisión de quejas de la prensa su malestar por la publicación de unas fotos de la madre y de la hermana de Kate de compras por Londres -los fotógrafos las persiguieron en moto-.
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