
No me grites, por favor. Cómo dejar de hablar a gritos (con vídeo)
Gritar es una forma de conducta violenta y autoritaria. Lo cierto, es que gritar genera un 'beneficio' inmediato
foto base PublicDomainPictures - Pixabay
Cómo dejar de hablar a gritos
Es bastante habitual que cuando una persona le dice a otra la famosa frase "no me grites", esta persona también lo dice gritando. Con lo que las dos personas se ponen a la misma altura.
¿Por qué gritamos?
Gritar es una forma de conducta violenta y autoritaria. Lo cierto, es que gritar genera un 'beneficio' inmediato. Cuando una persona grita, suele generar miedo en la gente y enseguida obedecen -o al menos prestan atención-.
También gritar puede tener un sentido funcional: cuando se hace para evitar un peligro. Por ejemplo, cuando un niño se suelta de la mano y quiere cruzar la calle, o cuando el niño va a meter los dedos en un enchufe... ese puede ser un momento en que es necesario gritar.
Fuera de estas situaciones 'especiales' gritar está totalmente fuere de lugar. Incluso, es una conducta humillante para los demás.
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Es posible que llevando las cosas con calma y sosiego no se consigan los resultados de una forma tan inmediata. Hay que repetir y ser un poco más insistentes, pero se puede lograr un buen resultado. Pero gritar no puede convertirse en la solución porque sea muy efectivo a corto plazo. No es una forma de hablar o de enseñar a nadie. Porque al final, tiene un efecto 'rebote' mucho más negativo.
Alternativas a los gritos para las personas obedezcan
1. Dar órdenes claras. Puede ser un problema dar órdenes o pedir que hagan ciertas cosas de una manera poco definida. Hay ser que muy claros con las órdenes o tareas que queremos que hagan otras personas.
2. Ser coherentes. Pedir que hagan varias cosas dispares a la vez. Hay que darles tiempo, y no 'volverles locos' con órdenes contradictorias o imposibles de hacer. Por ejemplo: 'ordena ahora mismo tu cuarto y vete a recoger el encargo de la panadería'. El niño pensará '¿ordeno mi cuarto o voy a la panadería?
3. Hablar con tranquilidad. Un estado de ira o alterado no es una forma de dar órdenes o asignar tareas. Es mejor dejar que se pase el enfado.
4. Consecuencias. Establecer un sistema de 'castigos' que son la consecuencia de no obedecer. Si no hace tal cosa... entonces...
5. Técnica del disco rayado. Que consiste en repetir una y otra vez lo que queremos que aprendan o que hagan. Siempre hay que hacerlo con un tono de voz adecuado y con mucha calma y paciencia.
Gritar, además, es un pésimo modelo de comportamiento para otros miembros de la familia. Esos comportamientos se aprenden y se reproducen posteriormente en otros entornos y situaciones.
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El objetivo del grito
Los gritos no siempre son iguales. El objetivo del grito es lo que marca la diferencia. Un grito en el ámbito deportivo que sirve para animar, puede ser molesto para los que están cerca pero no es humillante. Ahora bien, cuando la intención del grito es humillar, es ser agresivos... ese es el grito que no se debe hacer -el jefe gritando a un empleado, por poner un ejemplo-.
Hablar a gritos 'genera' personas con baja autoestima. Personas que llegan a pensar que se merecen ese trato por ser unas personas malas, incontrolables, etcétera. Incluso, esas personas pueden llegar a ser futuros maltratadores.
Patricia Ramírez Loeffler, psicóloga y autora de varios libros, colaboradora habitual del magnífico programa de RTVE "Para todos la 2" nos da una serie de consejos y sugerencias para dejar de hablar a gritos. Para utilizar otra forma de hablar o de llamar la atención a otra persona, pero sin gritar.
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