La Urbanidad de Carreño como pretexto.
En estos tiempos hablar de la Urbanidad de Carreño parece una ridiculez.
La Urbanidad de Carreño como pretexto.
En estos tiempos hablar de la Urbanidad de Carreño parece una ridiculez. Pero a lo mejor el término "obsoleto", aplicado a ese manual, se debe al apellido del autor del antiquísimo compendio, mas no a las normas que pretendía conservar el moralista venezolano. Como las épocas cambian y las costumbres también -"O tempora, o mores", decían los latinistas-, consideramos anacrónico el contenido del texto publicado por Carreño.
Para comenzar, sepamos que el autor cuyo nombre queremos reivindicar, tituló su trabajo de esta forma: "Manual de urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos sexos, en el cual se encuentran las principales reglas de civilidad y etiqueta que deben observarse en las diversas situaciones sociales, precedido de un breve tratado sobre los deberes morales del hombre". Hoy decimos, simplemente, 'Urbanidad de Carreño'.
Manuel Antonio Carreño fue sobrino de Simón Narciso Carreño Rodríguez, conocido en la historia de América Latina y el mundo como Simón Rodríguez, maestro de Bolívar. Fue Manuel Antonio un virtuoso del piano. Para que su hija María Teresa aprendiera y dominara la ejecución de este instrumento musical, su padre escribió 580 ejercicios para piano, los cuales abarcaban todas las técnicas pedagógicas sobre su manejo. El propio Manuel Antonio viajó con su hija a los Estados Unidos y más tarde a París, donde alcanzó alguna notoriedad como profesor de piano. En cuanto a María Teresa, su nombre alcanzó gran relieve mundial y hoy el complejo cultural más vasto de América Latina, en Caracas, lleva su nombre.
Carreño nació en Caracas en 1812. Fue ministro de Relaciones Exteriores en 1861 y ministro de Hacienda entre 1861 y 1862. Su vocación de pedagogo lo llevó a fundar el colegio Roscio, que alcanzó gran renombre en la Caracas de la época. La Urbanidad de Carreño se publicó por primera vez en 1853. Lo escribió por entregas.
"El incesante cambio de situaciones y costumbres en la sociedad han convertido en obsoletas -pero nunca impracticables, agregamos nosotros- muchísimas de las normas que recomendaba Carreño. Sin embargo, no sabemos que se hayan creado nuevos manuales que vayan paralelos al cambio de esas costumbres. Lo cierto es que Carreño, con su manual de hace ciento cincuenta y ocho años, es considerado el precursor de lo que hoy llamamos protocolo y etiqueta". Cabe pensar en la ayuda que podemos hallar en obras de sociólogos, filósofos y pedagogos que hayan escrito sobre esa necesidad que tenemos de realizar un viraje en el comportamiento humano. Todavía es tiempo de internarse en la lectura de reflexiones como las que encontramos en 'Ética para Amador', del filósofo español contemporáneo Fernando Savater.
No falta quien se pregunte si no hace falta una Urbanidad de Carreñopara orientar o corregir el comportamiento de los ciudadanos de hoy. Se da por sabido que no volveremos a los tiempos que inspiraron a Carreño para escribir su famosísima Urbanidad. Pero es conveniente convencerse de que existen muchos vacíos, en medio de los cuales sentimos que nos faltan normas, preceptos y, sobre todo, ejemplos para actuar de manera edificante en nuestra sociedad. Lastimosamente, en el ámbito nacional, ya lo ha reconocido un alto funcionario: "Donde quiera que se ponga un dedo, brota pus", ha dicho. Lo heroico es no pensar que una afirmación como esa pueda servirnos para descartar todo intento de cambio, porque, si Carreño actuó sobre lo que conocía y trazó un derrotero a sus contemporáneos, nosotros, en esta época de corrupción incontenible, debemos buscar, a la manera de Savater con su 'Ética para Amador', un sendero que en verdad nos conduzca a la salvación moral ciudadana. Sobre todo para las generaciones que nos sucederán.
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