
El invitado perfecto no es el protagonista del evento
Etiqueta social: cómo no arruinar un evento o celebración siendo el centro de atención
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Invitados a los que no nos gustaría volver a invitar
¿Alguna vez te has preguntado por qué algunas personas reciben bastantes invitaciones a todo tipo de eventos mientras otras parecen estar en una "lista negra" social? Hemos comprobado que la diferencia radica en un conjunto de comportamientos que transforman a un simple invitado en un maestro del arte de la cortesía social. Muchas personas desconocen las normas básicas de etiqueta que pueden hacer la diferencia entre ser un estupendo invitado o uno que preferiríamos no volver a invitar.
Y luego nos preguntamos por qué
Pensemos en Lucas, que llegó una hora tarde a una cena formal porque "el tráfico estaba imposible"; o en Ana, que decidió que el bautizo de su sobrina era el momento perfecto para anunciar su compromiso matrimonial. Estos son ejemplos perfectos de cómo no comportarse cuando somos invitados a un evento o celebración. Pero, ¿qué hay detrás de estos comportamientos que tanto nos pueden sorprender?
Tener un protagonismo excesivo, ¿una enfermedad?
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El protagonismo excesivo de algunos invitados puede ser un síntoma de inseguridad en un entorno social. Algunas personas sienten la necesidad de destacar en eventos ajenos porque subconscientemente buscan la validación del resto. Sin embargo, la verdadera educación y el saber estar se demuestran cuando sabemos cuándo dar un paso atrás.
En la sociedad actual, ya no solo debemos preocuparnos por nuestra presencia física, sino también por nuestra huella digital. Todo se retransmite o se difunde vía redes sociales y medios similares. ¿Debemos publicar vídeos del evento en tiempo real? ¿Es apropiado hacer fotos y publicarlas en redes sociales? La regla de oro es simple: pregunta antes de fotografíar y postear.
Los tipos de invitados: un poco de todo
Hay muchos tipos de invitados. Por ejemplo, el fenómeno del "invitado invisible". Son aquellos invitados que confirman su asistencia pero nunca aparecen. Este comportamiento no solo es descortés, sino que puede tener un impacto en la logística de los anfitriones en lo que respecta a la comida, la ubicación de los invitados, etc.
El impuntual. Ese es muy conocido. Da lo mismo lo que ponga la invitación. Su modus operandi es hacerse notar llegando tarde.
El "invitado fantasma". Son esos invitados que nunca contestan a las invitaciones, ni confirmando, ni excusando su asistencia.
Aunque la lista sería interminable, vamos con el último y bastante común: "el invitado fantástico". Es ese tipo de invitado que inventa historias fantásticas sobre su vida y andanzas, dignas del mejor guión de una película de James Bond y Dinastía, a partes iguales.
Ser agradecidos y generosos
La gratitud es un gesto que ha ido perdiendo fuerza y que merece ser recuperado. Cada día más personas, aunque parezca mentira, no solo no ofrecen un obsequio a los anfitriones, sino que tampoco envían un simple mensaje de texto al día siguiente o hacen una llamada para agradecer el trato y la atención recibida. No olvidemos que algunos anfitriones valoran más una sencilla nota de agradecimiento personal que un modesto regalo de compromiso.
Respetar los deseos de los anfitriones
El respeto de los invitados es fundamental. Un aspecto que con bastante frecuencia se suele ignorar es el respeto por las indicaciones específicas de cada evento. Si la invitación menciona "rigurosa etiqueta" o "sin acompañantes", debemos cumplir con estos requisitos. Si no los vamos a cumplir, es mejor no aceptar esa invitación. Muchos anfitriones se han enfrentado a situaciones incómodas cuando los invitados ignoran estas especificaciones. Por ejemplo, si nos han invitado a una cena íntima o de personas muy cercanas, donde nos indican "sin acompañantes", no es el momento de llevar a un amigo o cualquier otra persona con nosotros. Respetar los límites establecidos por los anfitriones es la base de toda relación social exitosa.
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Temas de conversación apropiados
Hablando de momentos incómodos, ¿qué hay de las famosas "conversaciones prohibidas"? Política, religión y críticas a personas ausentes... deberían mantenerse tan lejos de la mesa como fuera de ella. En su lugar, podemos hablar de muchas otras cosas que no sean propicias para generar discusiones o tensiones entre los invitados. Un buen invitado sabe encontrar el equilibrio entre escuchar y hablar.
La próxima vez que recibamos una invitación, tenemos que recordar: no estamos solo asistiendo a un evento, estamos participando en una actividad social. La verdadera elegancia no está en lo que llevamos puesto, sino en cómo nos comportamos y cómo hacemos sentir a los demás.
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