
Deberes de la buena educación. Los pequeños juegos de sociedad.
El más lindo juego en teoría, puede ser enojoso en la práctica.
Estos juegos o distracciones aunque no sean adoptados por la moda, pueden no obstante agradar con tal que sean juiciosamente elegidos y cuidadosamente ejecutados. Se deben preferir los juegos de imaginación o memoria y mezclarlos con agradables narraciones, música e historietas cortas y alegres, procurando hacer de esta manera un todo agradable; pero importa sobre manera variar estos juegos proponiendo otros nuevos desde el momento que se conoce que su interés ha decaído.
En todas partes se encuentran personas que quieren dominarlo y dirigirlo todo y es este un defecto de mala educación que es preciso evitar a toda costa. Se puede, modestamente, proponer un juego, omitir su opinión acerca de él, pero es preciso evitar la tenacidad o insistencia para hacer adoptar una proposición propia. Desde el momento que no es del agrado general, es preciso saber callar y resignarse de buena voluntad con la decisión de la mayoría.
Hay también en este particular otro escollo que debemos señalar. El más lindo juego en teoría, puede ser enojoso en la práctica, si es extraño o desconocido a la mayor parte de los asistentes, y toda molestia que os tomarais para explicarlo, no supliría, en modo alguno, a la costumbre, y un juego debe estar muy lejos de parecerse a una lección.
Cuando en una reunión los concurrentes se entretienen con juegos en que cada uno toma el nombre de un objeto, conviene evitar el dar a una persona poco favorecida por la naturaleza el nombre de una cosa desgraciada pues se heriría su amor propio, en tanto que el contraste haría reír al considerar otra más afortunada.
Las penitencias son la parte vulnerable de estos juegos, y la señora que las dirige deberá vigilar a fin de que no sean de mal género en ningún sentido. Si se trata de confidencias secretas hacedlas muy breves a fin de que no se sospeche que decir otra cosa que una amable vulgaridad. Cualquiera que sea vuestra penitencia cumplidla desde luego con complacencia y alegría, pues el negaros a ella sería una cosa muy mal vista.
Lo que acabamos de decir respecto a estos juegos en general, se aplica perfectamente a las charadas en acción. Plegarse a los gustos de la mayoría, no ambicionar los papeles importantes, desempeñar el suyo con gracia, modestia y vivacidad, pensando siempre mas en el placer de los demás que en el suyo propio. Estos consejos tienen fuerza de ley.
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