
Cómo superar los complejos que dificultan nuestras relaciones sociales y nuestra vida diaria (con vídeo)
Los complejos son emociones e ideas reprimidas que vienen dadas por diversas experiencias que las personas van teniendo a lo largo de su vida
foto base PublicDomainPictures - Pixabay
Conocerse a uno mismo: reflexionar sobre las cosas que no nos gustan de nosotros mismos
Un complejo -conjunto de ideas, emociones y tendencias generalmente reprimidas y asociadas a experiencias del sujeto, que perturban su comportamiento- puede condicionar de forma importante nuestra vida y nuestras relaciones sociales. Nuestro aspecto físico, nuestra manera de ser, nuestros gestos, etcétera, son solo algunos de los aspectos que pueden no gustarnos de nosotros mismos y pueden llegar a dificultar nuestro día a día y nuestro comportamiento.
¿Por qué tenemos complejos? ¿De qué nos acomplejamos?
Los complejos físicos suelen ser los que más nos importan a la mayoría de las personas. Sobre todo, cuando somos jóvenes, adolescentes. Pero relamente, nos podemos acomplejar por casi todo, nos indica Rafael. Por creernos que no somos muy listos, por no tener estudios, por no ser elegantes o por no tener estilo, etcétera, etcétera. Cualquier cualidad que nosotros pensamos que no tenemos, nos puede hacer sentir acomplejados. Por ejemplo, uno de los más conocidos es el complejo de inferioridad: creernos menos o inferiores a los demás. O por el contrario, el complejo de superioridad: creernos por encima de los demás. La edad en las más se 'fraguan' los complejos suele ser la adolescencia.
Educar las emociones y los pensamientos
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Rafael cuenta el caso de una paciente que tenía un gran complejo por ser bajita. Profesional, emocional y personalmente tenía una vida estupenda. Todo le iba bien. Pero el complejo por ser bajita 'no le dejaba vivir' de forma plena y feliz. Vivía, literalmente, subida a unos tacones. La forma de 'solucionar' este y muchos otros complejos es convencer a la persona que no es verdad. Que no tener la altura, el peso o las medidas consideradas como estándares no son un defecto o una desventaja.
La influencia de la publicidad en los complejos
Los mensajes publicitarios pueden ser muy 'dañinos' cuando una persona no tiene mucha seguridad y autoestima. Cuando una persona, como se dice popularmente, no tiene la cabeza bien amueblada. Todas las personas deberíamos tener una filosofía de vida anclada en valores sólidos, que nada tienen que ver con características físicas o cuestiones materiales. Una de las máximas de esta filosofía de vida es que "necesitamos tener muy poco para disfrutar de la vida, para hacer cosas positivas".
La publicidad quiere 'crear' unos estándares a los que no llegamos muchas personas. Sobre todo nos 'lanzan' miles de mensajes relacionados con las características físicas: estar delgado, ser joven y guapo, tener pelo, etcétera. Pero también relacionan el éxito de una persona con tener un buen coche, un buen traje, una buen joya, un buen reloj, una buena casa... Todo esto nos 'condicina' y puede llegar a afectarnos de forma importante si no le ponemos una 'barrera' a este tipo de mensajes.
Razonar para evidenciar la poca importancia de muchos de los complejos
Cuando tenemos alguna duda sobre un determinado posible complejo o adversidad nos deberíamos hacer esta pregunta: ¿en que medida esto que me sucede me impide hacer cosas valiosas para mí y para los demás? Estar gordito o ser bajito, por poner dos de los ejemplos más comunes, no nos impide hacer amigos, estudiar, hacer deporte, ser una persona divertida... es una cuestión de actitud y de ser personas con una buena autoestima. No podemos estructurar toda nuestra vida basada en valores externos, ni físicos ni materiales.
El peculiar psicólogo y escritor de éxito -autor del best seller "El arte de no amargarse la vida"- Rafael Santandreu, visita el plató del estupendo programa de RTVE "Para todos la 2" para hablarnos sobre el tema de los complejos. Cómo podemos aceptarnos mejor tal y como somos. Cómo podemos 'ignorar' nuestros complejos y no darles tanta importancia.
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