
La elegancia, algo más que buenas maneras. La vergüenza II
La vergüenza. La vergüenza es un sentimiento espontáneo que la persona tiene ante sí misma o ante los demás cuando algo en ella, y por tanto ella misma, aparecen como feos, y por tanto indignos y vituperables
ajuprasetyo - Pixabay
¿Qué es la vergüenza? ¿Cómo influye en nuestra vida cotidiana?
" Tener vergüenza es sentirse intrínsecamente malo, fundamentalmente feo como persona " (G. Kaufman).
La vergüenza es un sentimiento espontáneo que la persona tiene ante sí misma o ante los demás cuando algo en ella, y por tanto ella misma, aparecen como feos, y por tanto indignos y vituperables.
El sentimiento de vergüenza afecta así a lo más íntimo del hombre. Por eso es tan importante, porque el afectado es él mismo, como tal hombre. Por ejemplo, la vergüenza juega un papel decisivo en la formación de una recta conciencia moral, que nos hace sentirnos buenos o malos, inocentes o culpables.
Te puede interesar: Hacer el ridículo. El sentido del ridículo en la sociedad (con vídeo)
La vergüenza también es decisiva a lo largo del proceso psicológico y social en el que tomamos pacífica posesión de nuestra identidad y somos reconocidos y aceptados por los demás. Pero además, la vergüenza es un factor central en los desarreglos del funcionamiento del yo. Por eso, como todo sentimiento, necesita ser bien educada, pues, como añade Kaufman, es "la fuente de la insuficiente autoestima, del pobre concepto de uno mismo o de la mala imagen corporal, de la duda de sí y de la inseguridad y de la disminución de la autoconfianza". Por eso "es la fuente de los sentimientos de inferioridad.
La experiencia interior de la vergüenza es como una enfermedad dentro del yo, una dolencia del alma", un tormento interior o una herida que nos separa de nosotros mismos y de los demás, aislándonos en nuestro sonrojo.
La presencia de lo feo y vergonzoso en nosotros arruina la estimación ajena: "caérsele a uno la cara de vergüenza es perder el honor", añade el mismo autor. Si lo vergonzoso es lo feo presente en la persona, se entiende que los clásicos griegos dijeran que lo contrario de lo bello (kalón) era precisamente lo vergonzoso o torpe (aischrón).
Cuando vemos en los demás, o incluso en nosotros mismos, acciones, gestos o palabras ofensivos para su dignidad o la nuestra decimos que eso es vergonzoso. Lo indigno es siempre vergonzoso, e incluso ofensivo, en lo que tiene de irrespetuoso hacia alguien o hacia uno mismo. Por eso quien comete acciones feas e indecentes no merece nuestra estimación. La vergüenza se relaciona así con los sentimientos de inferioridad y con la pérdida de la estimación.
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
¿A qué se debe este renovado interés por los modales, incluso en una sociedad como la norteamericana, en la que se supone que justamente no importan tanto?
-
Normas de protocolo y actuación para las Falleras Mayores de Valencia y sus Cortes de Honor
-
Hablar por teléfono es algo natural y cotidiano para la mayoría de los habitantes del mundo
-
Los principios de la urbanidad en la ciudad de Mérida durante el siglo XIX.
-
Vamos a dar una descripción general sobre los elementos que componen un abanico: desde las varillas al clavillo. Los abanicos son muy útiles para aportar un poco de 'frescor' en los días más calurosos
-
Los principios de la urbanidad en la ciudad de Mérida durante el siglo XIX.
-
Los principios de la urbanidad en la ciudad de Mérida durante el siglo XIX.
-
Hablar por teléfono es algo natural y cotidiano para la mayoría de los habitantes del mundo
-
Ninguna persona debiera desatender frívolamente la conducta que impone una buena educación, porque ésta es una importantísima faceta de la vida.
-
La mayoría de las personas no quieren ser objeto de compasión. Nadie quiere sentirse solo y compadecido. La compasión es padecer con el otro, acompañar al otro
-
A veces hasta parece que ser bueno pasó de moda, que ser decente y honesto es ser tonto cuando es todo lo contrario
-
La liberación femenina habrá justificado el hecho de que ya casi ningún hombre le ceda el puesto a una mujer en el Metro.