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Saludar a los Príncipes.

La reciente visita de Don Felipe y Doña Letizia analizada por el experto en protocolo José Luis Delgado.

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Visita de los Príncipes de Asturias a Chile.

Profesor español de protocolo entregó datos para tratar a Felipe y Letizia.

Nada de palmoteos, besos efusivos o rostros de amargura. "Para saludar al príncipe Felipe lo correcto es una leve inclinación de la cabeza en el caso de los hombres y una pequeña genuflexión de la pierna inquierda en el caso de la mujer, siempre con una sonrisas y mirando a los ojos", precisó José Luis Delgado, profesor en la facultad de Protocolo y Organización de Eventos de la Universidad Camilo José Cela.

En conversación desde Madrid, se enteró de que el presidente Piñera saludó de apretón de mano y beso a los visitantes españoles. "Es entendible, aunque no es tan recomendable el saludo de beso. Pero ellos son los anfitriones. En caso de que el Presidente Piñera visitara España, habría que acomodarse al protocolo de acá", esgrimió.

¿Y hay protocolo ante sismos o remezones fuertes? Según el académico, "en esos casos solo basta el sentido común que es resguardarse, no es para sorprenderse por más que sean tradiciones, usos y costumbres que llevan siglos".

De paso, Delgado recordó normas que él calificó de internacionales. "El invitado siempre tiene que estar a la derecha y ser el primero en ingresar a una cita oficial", dijo.

Con respecto a Letizia Ortiz, tuvo párrafos elogiosos. "Es una mujer del siglo XXI, que le dio frescura a la monarquía en su trato con los ciudadanos. Ha mejorado mucho desde su primera aparición pública junto a la realeza, donde mandó callar al príncipe Felipe frente a la prensa".

"No es tan recomendable el saludo de beso"

Letizia contó a Cecilia que despertó asustada y que quería higo chumbo.

Princesa se distendió con la Primera Dama.

Cecilia Morel refrescó su memoria cifrando la cantidad de veces que junto a su marido mandatario han departido con Felipe y Letizia. "Con el príncipe hemos compartimos cuatro veces y con la princesa es la segunda vez, así que se van creando lazos", dijo la Primera Dama asumiendo el rol de anfitriona en La Moneda.

La pareja real llegó a palacio luego de la respectiva ofrenda floral en la tumba de O'Higgins -de hecho bajaron a la cripta-, y en un Mercedes negro cubrieron las dos cuadras hasta el acceso por la Plaza de la Constitución.

Cecilia y Sebastián Piñera los recibieron. La instancia de los saludos fue formal y distendida. El paseo por la alfombra roja fue pausado, relajado y combinó con el tono del traje dos piezas de la princesa, que colgó su carrera de periodista. La pose antes las cámaras fue sonriente y la subida al segundo piso fue lenta.

Mientras la delegación oficial se reunía con Piñera, Letizia forjaba una jornada más de acercamiento con la Primera Dama chilena. Y ni el estricto protocolo atenuó la buena onda entre ambas. "Ellos son jóvenes y tienen mucha espontaneidad", explicó la esposa del presidente.

Una representación de infantes sobre la conquista y la supuesta amistad entre mapuches y españoles, fue ofrecida a Letizia gracias a la performance de niños pertenecientes a jardines de la Fundación Integra. Entre escudos de cartón y weichafes en miniatura, ambas fueron entrando en confianza. "Conversamos distendidamente como personas comunes y corrientes", graficó Morel.

En esta brizna de intimidad surgieron momentos que la Primera Dama destacó por su normalidad entre tanto protocolo. "Lo primero que me comentó fue que se despertó asustada", ventiló Morel debido al temblorcito de madrugada. El tema telúrico forma parte de las inquietudes de la Corona desde que el año pasado Felipe soportó dos tremendas sacudidas durante el cambio de mando en el Congreso de Valparaíso. Por eso los medios españoles exageraron ayer al calificar de terremoto al sismo que despertó a la colega Letizia.

El gabinete de la Primera Dama, emplazado en el ala nororiente de palacio, resultó confortable para la princesa. La conversa continuó y afloró la confianza. Cecilia Morel reveló que entre las cosas que hablaron fue del repentino antojo que le bajó a Letizia por comer tunas chilenas. Y claro, se refirió a la fruta espinosa de otra manera porque si no se habría confundido con las estudiantinas. "Me dijo que quería higo chumbo o algo así", trató de precisar la Primera Dama, asumiendo su nueva amistad peninsular.

 

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