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Reyes y corbatas. Insignia del buen vestir

En un mundo que va demasiado rápido, la corbata exige tomarse unos minutos para dar forma al nudo

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Las corbata imprime un toque de elegancia y formalidad al vestuario de cualquier hombre
La corbata sigue siendo unos de los distintivos de la elegancia masculina. Las corbata imprime un toque de elegancia y formalidad al vestuario de cualquier hombre

La corbata como prenda indiscutible de la elegancia masculina

A pesar de su nacimiento algo trivial y de las modas, la corbata, como bien sabe todo el mundo, conserva su condición de insignia del buen vestir. En un mundo que va demasiado rápido, la corbata exige tomarse unos minutos para dar forma al nudo, ser y esencia de la prenda. La habilidad de hacer un buen lazo es signo de gusto, cuidado y atención.

Esta coquetería masculina puede rastrearse entre los antiguos egipcios, que solían anudarse al cuello un pedazo de tela triangular; por su parte, los grabados romanos muestran al erudito Séneca y al poeta Horacio con un aditamento parecido.

Como bien sabe mucha gente, el origen "oficial" de la corbata se adjudica al elegante rey francés Luis XIV, quien vio desfilar por París a los regimientos croatas que llevaban por distintivo unos vistosos pañuelos de colores anudados al cuello. Esto lo emocionó tanto que con premura mandó a diseñar para su ejército un pañuelo con la insignia real, al que denominó cravette, vocablo que traducía malamente crabete, es decir, croata, al francés.

No está claro cuándo este accesorio fue adoptado por las masas; pero los londinenses, a comienzos del siglo XVIII, exhibían distintos tipos de ataduras engalanando sus pecheras. Sobresalía el pretencioso foulard, un cuadrado de gran tamaño plegado sobre uno de sus bordes y abotonado por delante, al que se llamó corbata Byron. Luego, la prenda se extendió y se acortó; se hizo ancha y sobria, o fina y de colores; y hasta adquirió formas caprichosas. Tras desandar excentricidades, toma su forma definitiva hacia 1924, cuando Jesse Langsdorf descubre la mejor manera de cortar la corbata con el menor desperdicio posible de tela: trazar un ángulo de 45 grados en la trayectoria del dibujo. También creó el sistema para hacer las corbatas de tres piezas, no de una como se usaba hasta entonces.

Estos datos permiten desentrañar a simple vista una buena corbata de un trozo de tela alargado. Se debe verificar que el extremo delgado de la corbata tenga una costura para evitar que se doble, y que la parte más ancha esté apuntalada horizontalmente para que no se abra. Otra cosa: una corbata fina nunca se arruga. Para probarla, el Viajero la toma por el medio, la monta sobre su mano y deja caer ambos extremos; éstos deben colgar rectos y paralelos.

Así como las famosas corbatas de Hermés han conservado su diseño, colores sobrios y medidas durante décadas, las prestigiosas corbatas de Brioni han variado su ancho e incluyen colores vivos. Estas verdaderas piezas de colección -cuyas obras más modestas cotizan en los 130 dólares- están forradas con la misma tela y con un pisacorbata incorporado que se abotona a la camisa.

La mayoría de la gente sabe que una corbata no se lava, pero bien puede limpiarse a seco. Se guarda colgada y sin encimar, y con el nudo deshecho. A la hora de viajar, el viajero nunca olvida poner una en su maleta, porque como dice Chejov, "la vida es fecunda en sorpresas". Una buena y oportuna corbata, se sabe, puede abrir puertas impensadas.

 

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