El aspecto y la forma de vestir. De dónde viene el dicho 'El hábito no hace al monje' o al fraile
Cómo nos vestimos tiene una gran importancia, sobre todo, cuando tratamos con personas que no nos conocen. Causar una buen primera impresión es muy importante para nuestras relaciones sociales y laborales
Juzgar por la apariencia a una persona puede ser algo precipitado y erróneo
No es bueno juzgar a una persona de forma anticipada por su aspecto y su forma de vestir. Aunque es cierto, que esa primera impresión suele condicionar, de una manera importante, la percepción que nos hacemos de una persona antes de hablar con ella. La expresión se utiliza para advertir que no debemos juzgar a las personas por su apariencia externa. El aspecto exterior de una persona puede ser engañoso cuando se viste de una forma elegante o con ropa de calidad. Pero no siempre esta apariencia refleja su verdadera naturaleza interior. Vendría a ser como juzgar un libro por su portada.
Según algunos autores, la expresión o dicho 'el hábito no hace al monje o fraile' procede de los tiempos en los que los novicios debían vestir de una manera determinada. Se trataba de aclarar si el hábito le bastaba a un novicio para obtener un 'beneficio regular'. Un beneficio eclesiástico es el cargo dentro del clero secular que otorgaba rentas a su titular o beneficiario, más propiamente llamado beneficiado.
Bien, vamos a explicar esto del 'beneficio regular'.
Según Godefroy hay dos tipos de beneficios:
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1. Los regulares.
2. Los seculares.
Los beneficios regulares son los que están destinados a los frailes y religiosos profesos, porque es una máxima general a todos los beneficios que 'regularia regularibus, secularia secularibus sunt conferenda'. Lo que viene a significar que los beneficios regulares no pueden conferirse sino a los religiosos del mismo orden.
Los beneficios seculares son los que están destinados a sacerdotes católicos no sujetos a votos religiosos ni a reglas de instituto religioso o monacal alguno.
Por esta razón, la duda viene de saber si para obtener los beneficios regulares basta con tener el noviciado y el hábito, o hay que ser profeso. Vistos los hechos, se tomó la decisión de 'que el hábito no hace al fraile - monje'. Por lo tanto, es preciso haber profesado para poseer los dichos beneficios regulares. No solo el vestuario o hábito era suficiente.
Vamos con la versión de otros autores
El refrán del 'hábito no hace al monje -fraile' se cree que puede venir de la época en la que los monjes solían vestir con la cogulla -hábito con capucha que visten algunos religiosos de vida monástica- el yelmo y las espuelas doradas.
Esta forma de vestir hacía que más que eclesiásticos tuvieran más aspecto de caballeros. Lo que se deduce que el hábito les hacía parecer una cosa que no eran.
Otras fuentes señalan que fueron los jurisconsultos canónicos, los que dieron lugar a este refrán. Parece ser que fueron ellos los que decidieron que la profesión religiosa era necesaria para poseer un beneficio regular, y que no era bastante para ello el noviciado y la toma del hábito.
Resumiendo, lo que viene a decir el refrán que juzgar o presuponer 'cosas' por el aspecto de una persona puede llevarnos a error. Lo que popularmente también se conoce con el dicho 'las apariencias engañan'. Puedes vestir de una 'cosa' pero ser otra.
Como dice Alicia Michavila Díaz en su trabajo "El lenguaje del vestido":
"Aparentar lo que no somos, ocultar lo que somos y disfrazarnos de lo que queremos ser: esto es el vestido".
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