![Logo Protocolo y Etiqueta](https://www.protocolo.org/extra/desimg/xcombined_proto_logo_idx_462x60.png.pagespeed.ic.5ZOHUrny0M.png)
El aseo del joven rural. Primera parte.
El desaliñado, el que no se asea, es insoportable a la vista de los demás.
El aseo.
El primer deber que nos impone la urbanidad, es el aseo del cuerpo , en especial de las partes descubiertas.
Nuestros pueblos castellanos están constituidos, en su mayor parte, por personas robustas que gastan la vida sujetando con su mano la esteva del arado, revolviendo la tierra con la azada, pastoreando ganados, disfrutando, mientras tanto, del sol que tuesta su rostro, del aire puro que vigoriza su salud, todos antisépticos insustituibles, enemigos mortales de los bacillus de Koch (tuberculosis).
Los poros son fuentes intermitentes por donde brota sin cesar, durante las horas de trabajo, el sudor que gota a gota va depositando en la tierra para que en su día rinda el codiciado fruto. El sudor, con el polvo, forma una pasta negruzca que, necesariamente, hay que eliminar.
Da gloria ver a esos mocetones de Castilla, cuando a la caída de la tarde, y después de su pesado trabajo campero, se presentan en las calles de los pueblos, aseaditos, llenando la plaza de alegría, y sin otra distinción del joven de oficina que su cara rebosando salud.
El desaliñado, el que no se asea, es insoportable a la vista; en sus manos y cara, como ellos dicen en plan de mofa, "se pueden sembrar patatas" ...
El hombre de buena sociedad se distingue precisamente por su limpieza, no disculpándole el ocuparse en trabajos poco limpios, ya que debe lavarse siempre que los abandona, máxime si es para presentarse en sociedad.
"El hombre de buena sociedad se distingue precisamente por su limpieza"
Las manos se lavarán todas las mañanas y siempre que lo reclame la limpieza. Antes de presentarnos en la mesa, debemos lavarnos, costumbre que va extendiéndose y es de desear se haga en los pueblos.
Siempre que nos presten servicios funcionarios públicos que puedan haberse ensuciado, presentemos agua en una palangana limpia, toalla y jabón, antes que nos la pidan.
Lleva por complemento la limpieza de las manos el cuidado de las uñas, que deben limpiarse todas las mañanas. Es imperdonable tener las uñas de "luto", como se dice vulgarmente. Hay que recortarlas de tiempo en tiempo, de modo que no estén largas; no está permitido cortarlas delante de otro, ni con los dientes. Siempre se han cortado en forma circular, aunque la moda de la sociedad moderna lo haga en punta.
Todos los días hemos de lavarnos la cara, el cuello y los oídos. La limpieza de los oídos merece especial atención por estar en contacto con el cabello y por la destilación que se hace por las glándulas auriculares.
Otra parte interesante del cuerpo en la vida social es la boca. Con ella nos comunicamos con nuestros semejantes, teniendo que percibir por necesidad su aliento inodoro o fétido.
Consecuencia del descuido de la boca es la fetidez del aliento, negrura y caries de los dientes, y a veces terribles dolores de muelas. Conviene tener cuidado en limpiar con un escarbadientes (el escarbadientes sólo puede usarse en la mesa, no en la calle) los restos alimenticios. No es higiénico usarlos de metal; los mejores son las plumas de ave, convenientemente preparadas. Hoy se emplea mucho el cepillo, pero hay que procurar sea suave, porque de otro modo desgasta el esmalte de la dentadura, irritando las encías. Algunos, en lugar del cepillo usan una toalla, enjuagándose luego la boca con perborato al 3 por 100.
- El aseo del joven rural. Primera parte.
- El aseo del joven rural. Segunda parte.
-
7921
Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Los placeres que pueden disfrutarse en los bosques, parece que fueron desde el siglo V al XV las diversiones predilectas de las personas de elevado rango y de muchas riquezas.
-
El hombre se coloca de modo que el caballo, libre en su ejercicio, obedezca con facilidad.
-
La mesa es uno de los lugares donde los niños deben prestar más atención a la hora de comportarse bien
-
Se habla mucho, por eso de que hay que hablar de algo, de que lo cortés es dejar pasar a las señoras primero...
-
La urbanidad encierra una misión mucho más dulce y más suave que la de dar elegancia a nuestras maneras e iniciarnos en las prácticas escogidas de una sociedad de buen tono.
-
La crítica amarga, acre y mordaz, degenera por lo común en personalidades, y saca enteramente de la esfera a que debe limitarse un hombre de buena sociedad.
-
Comer acorde a las normas de urbanidad. El ejercicio y sus beneficios
-
Los charlatanes se hacen callar no dando pávulo a sus palabras, del mismo modo que un tocador de violín para a los bailarines cesando de tocar.
-
Es totalmente contrario a la cortesía pedir de beber el primero, a menos que sea uno el más importante de los comensales.
-
Las primeras dificultades que ocurren a los muchachos, y aún a algunos adultos que carecen de práctica, se fundan sobre el tratamiento que se ha de dar a la persona a quien se escribe.
-
El hábito es una segunda naturaleza, y lo que nos parezca imposible al principio, nos será sumamente fácil con el tiempo.
-
Las tareas que debe hacer el niño bien educado al levantarse de la cama