Vulgaridades. En sociedad. Parte II.
Comportamientos vulgares y poco políticos en la vida cotidiana.
Vulgaridades.
- Después de haber llovido es regular que haya lodos, y un día que los hace tan buenos como son los de Madrid, pasa un petimetre o una petimetra por la Puerta del Sol, ella levantándose el vuelo de la basquiña, y él levantándose igualmente la capa que ha estrenado aquel día, y manifestando o que no tienen más capas y basquiña que aquella, o que temen infinito el perderlas. Esta señal de mezquindad no puede menos de entrar también en la clase de Vulgaridades.
- Llevar continuamente en vez de su bastón el paraguas, y curiosamente metido en su forro del percal. Vulgaridad.
- Señorita, ¿quiere Vd. hacerme el honor de bailar conmigo esta contradanza? Caballero, estoy comprometida. ¿Me atreveré a pedir a Vd. este favor para la inmediata? Acabo de prometerla. ¿Y para la tercera? Estoy empeñada. ¿Y para la cuarta? Vulgaridad, Vulgaridad.
- Vamos esta noche al Príncipe; N. hace la villana, y N. representa el papel del disfraz; en el baile pantomímico es la sobresaliente N. Vulgaridad.
- Los poetas que recitan sus versos, y más cuando nadie se los pide. Vulgaridad.
- Los que dan un convite y tienen siempre un refrán en apoyo de aquello que os presentan, como: "dijo la leche al vino, bienvenido seas amigo, y otros semejantes". Vulgaridad.
- Las madres que en cada joven que concurre a su casa ya ven a un yerno próximo; que hacen que canten sus hijas; alaban su talento, su educación, lo caseras que son. Vulgaridad.
- Acompañar a su mujer al baile y bailar con ella. Vulgaridad.
- Los que se precian de políticos y leen la gaceta de prestado, y por no hacerse cargo bien de ella desuellan alguna especie o nota. Vulgaridad.
- Tampoco se deben omitir aquellos que se paran para ver como desfilan las guardias a la hora acostumbrada, y van marchando y echan el paso con ellas al son de la música. Vulgaridad. Y etc., etc., etc., y un millón de vulgaridades, porque sería necesario un libro entero para citarlas todas.
Solamente hemos indicado aquellas que nos han ocurrido en el momento en que escribimos para dar a entender lo que quiere decir Vulgaridad.
El lector que sabe en esta parte tanto como nosotros, conocerá fácilmente aquellos que incurren en vulgaridades pues son tantos. Evitad el que se pueda colocaros en alguna de las de su inmensa categoría.
- Vulgaridades. En sociedad. Parte I.
- Vulgaridades. En sociedad. Parte II.
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En España, como en otras monarquías modernas, la etiqueta y la ceremonia se combinaban con las artes de la pintura y la arquitectura, las artes decorativas y la literatura y la música...
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Esas dos grandes virtudes, muy acreedoras a consideración y respeto en todos y especialmente en la mujer, se llaman prudencia y dignidad
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Si tenéis que alabar a una mujer sobre su belleza, frescura y dulzura de sus miradas, o sobre el conjunto de sus facciones, no lo hagáis jamás a expensas de otra.
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Sucede con los vestidos lo que con las demás cosas: la buena colocación y la limpieza son las principales condiciones de su conservación.
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No hay cosa más fácil, como ya se ha dicho, que dar consejos, ni más difícil que tomarlos.
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La impresión que produzca en ellos su conducta y sus bellos sentimientos, le harán incomparablemente más honor que el triunfo de sus atractivos.
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Los colores vivos deben usarse con gran cuidado y precaución, o renunciar a ellos si no se confía en saberlos combinar sabia y artísticamente.
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Para escribir acerca de las mujeres era preciso mojar la pluma en los colores del arco iris.
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Las reglas de urbanidad son las que fomentan y conservan las sociedades.
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La risa parece el producto de las dos sensaciones unidas, sorpresa y placer, movidas por un ligero contraste o por una finísima analogía.
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Es tan natural en el hombre la tendencia a ensalzarse a sí mismo y a deprimir a los otros, que casi sin notarlo y sin ánimo resuelto de ofender mortificamos el amor propio de los demás.
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Primeramente es menester que amemos a nuestros padres más que a nosotros mismos.