Urbanidad en las visitas, felicitaciones, pésames y contestaciones
La urbanidad prescribe que volvamos las visitas a los que nos las hacen, y que seamos los primeros en hacerlas a las personas superiores
Urbanidad en las visitas, felicitaciones, pésames y contestaciones
Aquella urbanidad
La urbanidad prescribe que volvamos las visitas a los que nos las hacen, y que seamos los primeros en hacerlas a las personas superiores, sin dar lugar a que se nos adelanten.
Cuando un conocido o compañero llega al pueblo de nuestra residencia, se le visita, correspondiendo él después; se le da la bienvenida si regresa de algún punto; se le felicita por algún buen suceso, o se le da el pésame por alguna otra desgracia, y se le contesta a sus saludos o a sus cartas. Al ausentarnos del pueblo por algún tiempo, debemos despedirnos de los amigos.
Al entrar en las casas ajenas, no nos hemos de meter en los cuartos interiores sin avisar antes por medio de los criados, si los hay, y cuando no, sin tocar a la puerta, lo que debe hacerse con suavidad y sin darse prisa en repetir los golpes, si no han respondido al primero, antes bien dejando pasar un intervalo prudente entre cada golpe.
Mandados entrar, si está cerrada la puerta debemos abrirla con modo y no con violencia, y dejarla cerrada de la misma manera, luego que estamos dentro, sin omitir jamás esta diligencia ni al entrar ni al salir.
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Saludos y presentaciones al llegar
Al presentarnos a las personas a quienes visitemos, debemos comenzar por hacerles una cortesía ligera y exponer con palabras corteses el motivo de la visita.
Si hay allí otras personas, debemos saludar a cada una de ellas como corresponde, lo que se ejecuta con una cortesía general a todas si son muchas o no conocidas.
Es hora de tomar asiento
No debemos sentarnos hasta que nos lo insinúen, ni aguardar para ello tampoco a que nos lo repitan.
Debemos sentarnos siempre en el puesto inferior y no pasar al mejor, si el dueño de la casa no nos obliga con sus instancias.
Una vez sentados, debemos estar con la correspondiente decencia y respeto; y siendo con persona superior, después de haber manifestado el motivo de nuestra visita, no debemos adelantamos a introducir asunto de conversación, sino aguardar a que ella lo proponga y seguirlo.
Cuando la visita es para tratar de algún negocio, debemos decir con la mayor claridad lo que nos ocurre y esperar la respuesta; y si tenemos que contradecir, hacerlo con la moderación y respeto debidos.
En las visitas de cumplimiento es menester mucha discreción para no molestar deteniéndonos demasiado, principalmente cuando se trata con personas muy ocupadas, en cuyo caso, al instante que se llegue a notar que desean quedarse solas, es menester despedirse.
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Al despedirnos debemos repetir nuestros cumplimientos a proporción de las circunstancias de la persona; y si ésta se mueve para acompañarnos, suplicarla que no se tome tal incomodidad, y repitiendo esto mismo en cada una de las puertas, si se empeña en seguirnos.
Durante la visita se ha de tener mucho cuidado de no poner los ojos en papel alguno escrito que hubiese por allí, ni menos tocarlo, ni aun mirar los libros u otra cosa alguna, a no ser que lo permita una gran familiaridad con el sujeto.
Cuando recibamos la visita de algún amigo o familiar, no debemos hacerle esperar, sino introducirle prontamente, a no ser que estemos desnudos, o con vestido no decente para el respeto que le debemos, o con alguna ocupación indispensable, en cuyos casos debemos suplicarle, por medio de alguno, que perdone le hagamos esperar un corto rato.
Recibida con la debida cortesía la persona que nos visite, la hemos de instar para que se siente, señalándole el asiento superior, y sentarnos cerca de ella.
Durante la visita hemos de procurar entretener al sujeto con modales graciosos y agradables, evitando todo lo que pueda dar indicio de que nos incomoda o molesta.
Cuando se despida, después de darle las debidas gracias, le hemos de acompañar abriendo las puertas y siguiéndole hasta la antesala o la escalera.
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