Pedir permiso: ausencias y despedidas.
Cuando está con otras personas debe solicitar permiso para ausentarse momentáneamente o bien para despedirse.
Pedir permiso: ausencias y despedidas.
Siempre que una precisa ocupación, una necesidad corporal u otro motivo nos obligue a dejar momentáneamente a la persona o personas con quienes vayamos o nos hallemos reunidos en una casa, etc., les pediremos antes licencia diciendo: "con permiso de Vds., caballeros", o "me disimularán Vds. si me separo de su amable compañía para hacer una diligencia", o "hablar dos palabras con tal sujeto". Al volver a reunimos añadiremos: "dispensen Vds.; pero el asunto era tan urgente..." A lo cual se responde: "no hay para qué disculparse; era Vd. muy dueño".
Para despedirnos seremos breves y nos valdremos de estas u otras frases semejantes: "con permiso de Vds. me retiraré"; y después que nos lo hayan otorgado, añadiremos: "pues de ese modo estoy a la disposición de Vds.": "me alegro de ver a Vd. tan bueno"; "celebraré que Vd. descanse, o que pase felices noches", etc.; "quede Vd. con Dios", etc.
Si se nos encarga un recado o expresiones para nuestra familia, debemos corresponder a esta atención respondiendo: "serán muy bien recibidas"; "agradecerán la fineza"; pero nunca contestaremos "gracias", según suelen algunos, pues esto es darlas de un obsequio que no va dirigido a nosotros. Si el que nos despide nos dijere: "estimaré se sirva Vd. ponerme a los pies de su señora madre", etc., contestaremos: "será Vd. servido", o "recibirá el favor de Vd.". Sin embargo a las personas más autorizadas que nosotros nos guardaremos de encomendarles memorias o encargos para otros.
Si fuese la primera visita que se hace a un sujeto, ha de decirse: "Sra. o caballero, celebro tener el gusto de ponerme a los pies, o a las órdenes de Vd."; o "dígnese Vd. reconocerme por su servidor y amigo". La persona visitada debe, a su vez, ponerse a nuestra disposición en estos u otros términos equivalentes: "tengo el honor de ofrecer a Vd. mis respetos, y de suplicarle que favorezca esta su casa siempre que guste"; a lo cual replicaremos: "yo seré el más favorecido en frecuentarla"; o "me aprovecharé de las bondades de su dueño", o simplemente se responde: "gracias", o "estimo la atención de Vd.".
El trato con personas finas y elegantes será el mejor maestro para aprender éstas y otras fórmulas corteses, pues la urbanidad no puede enseñar más que las reglas establecidas por el buen gusto a fin de dirigir las palabras y acciones del hombre puesto en sociedad.
-
16388
Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Las niñas deben aprender a comportarse de forma educada con sus padres, hermanos y familiares. También a la hora de sentarse a la mesa
-
La escritura es el maravilloso arte que da color y cuerpo a los pensamientos.
-
La murmuración había de ser evitada, por principio, entre otras razones porque era augurio de malos presagios en las relaciones cívicas
-
Las reglas de urbanidad son las que fomentan y conservan las sociedades.
-
Si los hombres no se adulasen unos a otros, no habría sociedad.
-
La historia social del lenguaje aspira a dar cuenta de todas las manifestaciones ordinarias de la cotidianidad lingüística
-
La señora penetrará la primera en el comedor y se dirigirá a su puesto, permaneciendo en pie.
-
La primera de las reglas que han de tenerse en cuenta para contestar a las cartas es la de no aplazar la respuesta...
-
El aumento de los teatros, disminuyó el concurso de las tertulias particulares; quedando así una misma la necesidad de conversar, fue preciso ser menos escrupuloso en la admisión de nuevos miembros en las tertulias.
-
La risa parece el producto de las dos sensaciones unidas, sorpresa y placer, movidas por un ligero contraste o por una finísima analogía.
-
Un mordaz y disparatado punto de vista de la moda de Paris desde el punto de vista de un extravagante con mucha dosis de socarronería
-
La crítica amarga, acre y mordaz, degenera por lo común en personalidades, y saca enteramente de la esfera a que debe limitarse un hombre de buena sociedad.