
Alabanzas y agradecimientos en sociedad.
Fraseología urbana para las principales ocurrencias de la vida social.
Alabanzas y agradecimientos en sociedad.
Cuando a una niña la alaben en su presencia, guárdese de responder groseramente, como algunas, con las palabras: "Vd. se burla, o trata de divertirse a costa mía"; sino modestamente con estas u otras análogas: "es favor que Vd. me dispensa o que debo a la bondad de Vd., he cumplido solamente con mi deber"; "Vd. me confunde con sus elogios de que no soy digna, es Vd. demasiado indulgente conmigo"; "su excesiva benevolencia le ciega a Vd. sin duda"; según el caso, se dice: "celebro su buen humor".
Si una persona nos prestare algún servicio, o nos regalare alguna cosa, le agradeceremos su esmero con estos u otros términos semejantes: "estimo el favor de Vd."; "aprecio muchísimo su atención"; "acepto su fineza con el mayor gusto, y le doy a Vd. mil gracias".
Al citar un obsequio que hayamos recibido de una persona, mayormente si es superior, en vez de decir: "D. N. me visitó"; "la señora Tal cumplió mi encargo", podrán usarse estas expresiones: "D. Fulano me hizo el honor o tuvo la amabilidad de visitarme"; "la señora de Tal se tomó la molestia de cumplir con mi encargo".
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Es suma descortesía hacer uso de la superioridad de modo que quede ofendido el amor propio de los inferiores infundadamente.
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Las reglas de urbanidad son las que fomentan y conservan las sociedades.
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Una persona puede ser admirada y respetada por su comportamiento pero también por lo que tiene y por lo que es.
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Antes de hablar de la cortesía que deben usar los súbditos con respeto a los magistrados, es preciso indicar las razones de obediencia, gratitud y respeto de que les son deudores.
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Antes de soltar la lengua informaos de los genios de aquellas personas con quienes estéis en sociedad, porque en todas partes abundan más las cabezas desarregladas, que las de sano juicio.
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Nunca se encarecerá bastante a los jóvenes el crédito y el descrédito que nos granjean los compañeros con quienes estamos más intimados.
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Muy bien se puede huir de un hablador en una tertulia, pero no hallo medio para sustraerse de él cuando se le encuentra en la calle.
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El niño mirará siempre con horror tod acción o palabra, que de a entender desobediencia, desprecio, burla o poca atención a sus padres.
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Nuestros vestidos deben estar siempre aseados, bien cuando estamos en la calle, en la escuela, en alguna visita o dentro de nuestra casa
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Por más duros y poco armoniosos que sean los versos que recite, flojos o aprosados, no importa; escuchad con atención, y no os durmáis porque sería la mayor grosería.
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En el juego y en la diversión es donde una persona manifiesta su buena o mala educación.
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No andéis de puntillas, como si estuvieseis bailando, a no ser para pasar un charco; no corráis de una acera a la otra de la calle, porque os tendrían por locos.