Los buenos modales y las visitas
Las visitas de cortesía son una actividad social muy habitual entre personas conocidas y familiares
Cómo comportarse de forma correcta durante una visita
Aquella urbanidad
Sería súmamente penoso para un niño saber, al salir de una casa que hubiese visitado, que dijeran los dueños de ella "ese niño parece un gañán, sus modales son groseros y su conversación es empalagosa". ¿No tendría un positivo sentimiento, si sus padres le apellidasen hablador, impertinente, pesado o importuno?Creemos de buena fe que ambas cosas son en extremo bochornosas, y no dudamos que es muy fácil evitar que ni una ni otra suceda.
Un niño que saluda con finura, que se descubre la cabeza desde que entra en una casa cualquiera, se dienta cuando le indican que puede hacerlo, manteniendo su sombrero en la imano hasta que le invitan a que lo deje; no interrumpe a los presentes cuando están en conversación; habla cuando no puede incomodar; un niño, en fin, que sabe responder sin separarse de los límites debidos, no merecerá otra cosa que alabanzas.
Es impropio cruzar una pierna sobre la otra cuando se está con personas a quienes se debe respeto, y muy feo estar sentado con las puntas de los pies hacia dentro.
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Lo es también el manosearse la cara, la nariz o las orejas; en caso necesario, debe usarse el pañuelo sin causar mucho estrépito, cubriéndose también la boca con él al estornudar.
Más impropio es aun bostezar estirando o levantando los brazos; cuando no puede evitarse un bostezo, se ha de procurar tapar la boca con la mano sin empero apretarla.
Si se ofreciese jugar y no debe un niño decidirse por sí solo a tomar parte; es regular se halle presente alguna persona de quien dependa cuyo permiso procurará obtener, y si así fuere, ha de tener muy presente que el juego es donde se logra más fácilmente el descrédito.
No es lícito faltar a la buena fe con engaños u ocultaciones y ni decoroso encolerizarse porque el juego no sea favorable; debe servir solo de honesto pasatiempo; un niño de buena educación ha de ser generoso, evitando todo lo posible el jugar con mucho interés; porque si lo hiciere, exponiéndose a perder, estará en eminente peligro de ser grosero, o cuando menos, tramposo; acostumbrándose a aventurar cantidades al azar de una suerte, puede adquirir el peor de todos los vicios, que con el tiempo le haría, sin duda, el más desdichado de todos los hombres.
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