Las relaciones entre novios. Parte primera
Es preciso dejar tiempo al novio para que exprese a sus futuros suegros sus sentimientos de gratitud y de satisfacción
El noviazgo. Visitas de cortesía
Aquella urbanidad
En España es el matrimonio el acto más importante de la vida. Para los jóvenes es el comienzo de una existencia seria y útil; para las jóvenes, la realización de los sueños y legítimas esperanzas de dicha de toda criatura humana.
El ideal de las jóvenes es encontrar un compañero que las ame por ellas mismas, y su afección suele ser desinteresada y hasta imprudente si los padres no procuran regularla y la sociedad imponerle sus leyes.
La vida de una joven empieza a delinearse con personalidad propia en su noviazgo. Sometida su inclinación a la experiencia de los padres, el novio habrá de visitarlos para pedir su consentimiento generalmente acompañado de sus padres o de persona respetable en su defecto.
La pedida de mano
A esta primera visita es de buen tono que no esté presente la novia hasta que su madre la haga llamar. Es preciso dejar tiempo al novio para que exprese a sus futuros suegros sus sentimientos de gratitud y de satisfacción. La presencia de su amada podría turbarle y hasta colocarlo en ridículo.
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A partir de este momento, el novio está autorizado para visitar a su futura; pero el número de éstas depende de múltiples circunstancias. En el gran mundo se observan siempre pocas reglas de etiqueta, porque la fortuna autoriza una multitud de licencias que no arraigan en medios más modestos. Los mundanos buscan, no solo huir de los caminos trillados, sino que también se permiten audacias que la posición solo autoriza.
En la burguesía hay más conveniencias que respetar, y las visitas no deben ser demasiado asiduas; las primeras, sobre todo, cortas y ceremoniosas, y como hora más a propósito de hacerlas, desde las tres de la tarde en adelante.
Llevar una 'carabina'
Una 'carabina' era una persona que acompañaba a las parejas de novios para evitar que hicieran cosas consideradas no decorosas (caricias, besos, abrazos, etcétera).
En algunos países existe la costumbre de que los jóvenes prometidos salgan solos, sin otro guardián que su propia conciencia; pero este uso ofrece muchos inconvenientes y no se practica en España más que entre las clases obreras de las grandes ciudades. Si el matrimonio se rompe, es desagradable pensar que la joven ha sido vista paseando al lado de un hombre que la consideraba ya como suya, y al que el azar o la fatalidad le ha hecho descender al rango de tan extraño. Sin embargo, entre exceso de libertad y la soledad que reclaman los prometidos hay un término medio. Es preciso que los padres se penetren bien de esta idea y que en las semanas que preceden al matrimonio puedan conversar libremente y cambiar impresiones y proyectos para el porvenir. Sería cruel privar de este desahogo a dos seres que se van a unir y a los que es necesaria cierta intimidad para conocerse.
Enviar un ramo de flores blancas
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Horas antes de hacer su primera visita, el novio debe enviar a su amada un bouquet enteramente blanco, y a partir de este día, hasta el matrimonio, enviará con frecuencia flores, demostrando en su arreglo su gusto y su iniciativa personal, de modo que ella conozca por la originalidad que es una mano querida y no una vulgar florista la que las combinó. Si la joven tiene hermanas, el novio demostrará buen gusto enviándoles también algún ramo de flores.
Una moda antigua exigía que los bouquetsfuesen pasando desde el blanco puro al rojo vivo; pero hoy no existe, y a no mediar gusto por determinado color, se prefieren los bouquetsblancos, como símbolo de la candidez y la inocencia.
Las flores naturales son siempre las más b ellas; una docena de rosas con sus hojas y sus tallos son más graciosos que esas desdichadas flores martirizadas con alambres para formar monótonos bouquets. Sin embargo, es menester alternar estos ramos sencillos con las corbeilles, vasos y cestas de flores.
- Las relaciones entre novios. Parte primera.
- Las relaciones entre novios. Parte segunda.
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