Los comportamientos y actitudes de los clientes que más molestan a los camareros y dueños de los restaurantes
Comportamientos que desafían la paciencia de los camareros en los restaurantes
Actitudes que suelen molestar a los camareros y personal de servicio de los restaurantes
Trabajar en un restaurante no es un trabajo fácil, ya que además de tener que lidiar con las exigencias de los jefes, el personal tiene que hacer frente a las exigencias y comportamientos molestos de ciertos clientes. Si bien es cierto que la mayoría de los clientes son amables y respetuosos, siempre hay algunos que hacen que el trabajo sea más difícil e incluso desagradable. Desde pedir modificaciones excesivas en los platos hasta dejar la mesa hecha un basurero, hay una serie de actitudes que causan frustración entre los trabajadores del mundo de la hostelería.
Una de las principales quejas es cuando los comensales se niegan a pagar por un plato que no les gustó, pero que se comieron sin objeciones. Esta situación crea tensión y malestar, ya que el restaurante ha invertido recursos en preparar ese plato.
Otro comportamiento que saca de quicio al personal de un restaurante es permitir que los niños corran y griten libremente por el establecimiento, molestando al resto de clientes. Estos comportamientos no solo son una distracción y molestia para otros clientes que buscan una experiencia tranquila y agradable, sino que también plantean problemas de seguridad tanto para los niños como para el personal de servicios que debe esquivarlos constantemente para hacer su trabajo. Por desgracia, cada vez hay más establecimientos que prohíben la entrada de los niños (aunque no sea legal en algunos países). Como diría mi abuela, pagan justos por pecadores, porque no todos los niños están maleducados.
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Seguimos con los comportamientos desquiciantes. Discutir los precios del menú con los camareros es otra actitud que genera incomodidad, pues ellos no son quienes ponen los precios de los platos. Asimismo, quedarse después del horario de cierre dificulta las tareas de limpieza y cierre. Las sobremesas muy largas son perjudiciales para el personal, porque eso hará que salgan mucho más tarde de su trabajo. Incluso, pueden que tengan que dejar alguna de sus tareas por hacer por no contar tiempo para ello. Para los dueños, puede resultar un perjuicio económico al tener que pagar más horas extras al personal.
La manera que algunos clientes buscan captar la atención de los camareros no es la más adecuada. Un clásico: chasquear los dedos para llamar al camarero. Puede ser considerado un gesto de falta de respeto hacia el personal de servicio. Simplemente, una mirada o un gesto con la mano será más que suficiente para llamar su atención.
Llevar alimentos o bebidas de fuera al restaurante va en contra de las normas de la mayoría de los restaurantes, al igual que llegar con un retraso considerable a una reserva. La puntualidad es clave cuando se trata de reservas. Llegar muy tarde a una reserva puede desencadenar un efecto dominó que afecte a las reservas posteriores. Incluso, es posible, si el retraso es muy grande, que perdamos la mesa.
Dejar la mesa hecha un desastre, como bebidas derramadas o montones de migas, etcétera. Esto aumenta la carga de trabajo de los empleados. No hay que dejar la mesa como si no se hubiera utilizado, pero tampoco como un campo de batalla. Hay un término medio para todo.
Un comportamiento totalmente intolerable es el coqueteo con el personal de servicio. Puede crear situaciones realmente incómodas y tensas. Se debe tratar a todo el personal con respeto y con la distancia que la buena educación enseña. Están haciendo su trabajo de forma profesional y los clientes con ese tipo de comportamiento puede hacerles sentirse incómodos y dificultar el buen desarrollo de su trabajo.
Tardar demasiado tiempo en decidir qué pedir retrasa el servicio y la rotación de mesas. Es normal, tomarse un tiempo para leer la carta. Pero, no es normal querer estudiarla a fondo y preguntar por la elaboración de todos los platos del menú. Se puede solicitar alguna información adicional por algún plato en concreto, pero no llegar casi a pedir la receta de los platos.
La mesa de un restaurante no es un lugar para hacer una cata de vinos. Pedir probar el vino de una botella antes de comprarla no siempre es posible, especialmente cuando hablamos de vinos de un precio considerable. Podemos pedir una copa de un vino determinado (aunque no todos los restaurantes dan esa opción), y si no nos gusta, podemos pedir otro tipo de vino en la siguiente copa.
Solicitar modificaciones en los platos del menú complica el trabajo de la cocina. Los platos del menú se preparan de una manera específica por una razón. Además, salvo en casos muy determinados, no se da esa opción en la mayoría de los restaurantes. También hay que saber diferenciar entre un sencillo cambio o querer prácticamente un plato nuevo. En este apartado también podemos hablar sobre cómo devolver un plato que no está hecho según lo especificado. Puede ser comprensible en ciertas ocasiones, pero hay que hacerlo de una forma educada. Un gesto o actitud descortés genera tensión.
No dejar propina, aunque pensemos que hemos recibido un mal servicio, es considerado una falta de respeto, pues el personal depende en gran medida de las propinas para complementar sus ingresos. Generalmente, la falta de propina refleja una falta de comprensión sobre el esfuerzo que implica servir en un restaurante. Además, hay muchos factores que pueden 'complicar' su trabajo, como retrasos en la cocina, horas puntas, bajas de compañeros que tienen que cubrir, etcétera. Ahora bien, hay comportamientos poco educados que si pueden justificar que el cliente no deje propina.
Hacer fotos de la comida puede molestar a otros comensales y al personal de servicio. Todo depende de cómo se hagan estas fotos. Una simple foto no suele molestar. Pero una 'sesión de fotos' con flashes, moviendo los platos, levantándose continuamente del sitio, etcétera, entonces si es una molestia.
Algo, a lo que los restaurantes de algunos países no están muy acostumbrados, como en España, es pedir que nos preparen las sobras para llevárnoslas a casa. Es una solicitud razonable, aunque en algunos restaurantes no lo ven con buenos ojos.
Este tipo de comportamientos no solo afectan al buen funcionamiento de los restaurantes, sino que también ponen a prueba la paciencia y la profesionalidad del personal de estos establecimientos. Aunque puedan parecer pequeñas cosas, se acumulan a lo largo de un turno y generan estrés y frustración en el personal de servicio de los restaurantes. Un trato respetuoso y comprensivo por parte de los clientes puede marcar una gran diferencia en tener una experiencia gastronómica agradable para todos.
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