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Empujar, tropezar y golpear. Encontronazos. Saber disculparse
Es habitual considerar como "daños colaterales" este tipo de incidencias, cuando se habla de aglomeraciones y de prisas
Elvert Barnes
Los tropiezos en espacios públicos
Las aglomeraciones de personas son los lugares del mundo donde más "tropiezos" tiene la gente. Al comenzar una jornada laboral es habitual, para la mayoría de la gente, necesitar un transporte público para acudir al trabajo. Los medios más utilizados son el autobús y el metro. ¿A quién no le han tropezado o empujado en uno de estos transportes? Poca gente puede decir que nunca ha recibido un simple tropiezo o empujón. Pero, ¿cuántas personas han recibido algún tipo de disculpa? Seguramente pocas, muy pocas. Es habitual considerar como "daños colaterales" este tipo de incidencias, cuando se habla de aglomeraciones y de prisas.
Pero, no solo camino del trabajo ocurren cosas como estas. Estamos paseando por la calle y una persona, cargada con bolsas y paquetes nos golpea con las bolsas. Esta persona sigue caminando, como si tal cosa. Ni un perdone, lo siento, disculpe ... ni nada por el estilo. Hay muchas personas que piensan que van por el camino correcto y que quien tropieza es la otra.
'Tropiezos' en establecimientos comerciales
Cualquiera que haga la compra de forma habitual en una gran superficie o supermercado, seguramente le han "atropellado" con el carrito de la compra en alguna ocasión; el "conductor" del carrito de la compra mira hacia otro lado, como si no fuera con él, sembrando la duda en nosotros de si se habrá dado cuenta o no, que nos ha fastidiado el talón del pie con su atropello.
"Una disculpa a tiempo es una forma de minimizar cualquier pequeño percance"
Tropiezos en la calle
Aún hay más. Ese paraguas abierto a destiempo que nos golpea en todas las narices, o esa puerta del automóvil que se abre de forma repentina justo cuando pasamos a su lado, golpeándonos de forma violenta. Y ¿piden disculpas? En muchos casos no. La persona que nos abrió el paraguas en las narices, acelera el paso para perdernos lo más pronto posible de vista. Quien nos golpeó con la puerta del auto, cerró y esperó a que nos fuéramos.
No hay porque exagerar, ni generalizar, puesto que aun hay muchas personas educadas; pero hay un alarmante incremento de gente que no utiliza, o sabe utilizar, una disculpa ante situaciones como las relatadas anteriormente. Deben pensar que son "percances" -daños colaterales de la vida moderna, piensan otros- que no necesitan de una disculpa, puesto que son el pan nuestro de cada día en las grandes ciudades, en las aglomeraciones y en la apresurada vida actual de muchas personas. No es la primera vez que alguien se justifica: "Si tuviera que pedir una disculpa cada vez que tropiezo con alguien en el metro, llegaría afónico a casa".
Siempre hay que ofrecer una disculpa
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Una disculpa debe darse en cualquiera de las situaciones antes mencionadas, y en otras muchas, incluso, cuando uno tiene la razón para evitar un riña o disputa. Cuando se trata de personas mayores, por ejemplo, nosotros mismos podemos asumir la culpa de un tropiezo fortuito o de un pequeño empujón, aunque haya sido la otra persona la causante de tal situación.
Debemos tratar de ser comprensivos con las personas y las situaciones; pero también debemos saber hacer valer nuestros derechos en otras muchas ocasiones. Hay que empezar a enseñar, desde pequeños, expresiones tales como: "lo siento, no le había visto", "perdone, le golpeé sin querer", "disculpe, abrí la puerta sin mirar", "lo lamento, ¿le he hecho daño?, etc.
Los ingleses, por poner un ejemplo, piden disculpas a cada momento. Utilizan el "sorry" y otras expresiones similares de forma constante.
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