
Otras tareas del anfitrión. Actos oficiales
A la hora de los discursos, el anfitrión es el primero en dirigir la palabra, a los efectos de agradecer la asistencia, explicar los motivos del acto, presentar a los demás invitados
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Actos oficiales. Reglas de etiqueta para ser un buen anfitrión
Son muchas las tareas o misiones que tiene un anfitrión en un acto. Todas ellas pasan por:
- el cumplimiento de los objetivos que se proponen,
- el trato amable a los invitados,
- la constante atención a los mismos,
- el cumplimiento del programa previsto,
- el respeto hacia los invitados y sus circunstancias,
- la integración de todos
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- y facilitar las relaciones públicas y el conocimiento entre todos los asistentes.
Discursos. ¿Quién habla primero?
A la hora de los discursos, el anfitrión es el primero en dirigir la palabra, a los efectos de agradecer la asistencia, explicar los motivos del acto, presentar a los demás invitados o, al menos, a quienes le acompañan en la presidencia.
En este caso, el invitado de honor es quien cierra los discursos.
Si el anfitrión es al mismo tiempo la máxima autoridad, un representante del propio anfitrión será el primero en intervenir (el caso de un concejal con respecto a su alcalde) y cerrará el anfitrión, quien en todo momento va concediendo o anunciando las intervenciones de acuerdo al orden del día que previamente se ha elaborado. Si se trata de una comida, el brindis lo efectuará el anfitrión, al que puede responder el invitado de honor.
El anfitrión es quien marca el inicio del acto y quien, igualmente, señala el final del mismo, procurando que no se retrase en exceso y que tampoco se prolongue más allá de lo lógico, pues el tiempo es oro para todos. Especialmente en una comida, el tiempo ha de calibrarse muy bien y hay que saber terminarla a tiempo, pues no todo el mundo puede sentirse cómodo y a gusto.
Tareas del anfitrión
El anfitrión, al igual que recibe, despide, y en el mismo sitio o lugar.
Envía las invitaciones a los actos y se ocupa personalmente (con la colaboración de su equipo) de todos los detalles de los actos.
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En aquellos eventos de cierta complejidad, parece conveniente sugerir al anfitrión que estudie detalladamente el programa y los anexos, y que junto a su jefe de protocolo recorra previamente el lugar y estudie su actuación.
El mejor anfitrión es aquél que sabe moverse sólo y muestra continuamente un gran dominio de la situación.
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En la mayoría de las invitaciones o cartas de invitación se suelen indicar al pie de las mismas una frase indicativa del tipo de vestuario a lucir
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Cada celebración, ceremonia, acto, evento... suele requerir un tipo de invitación distinto
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Las invitaciones tienen que llevar un destinatario, es decir, a quién va dirigida esa invitación
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Si el anfitrión, como suele ser normal, tiene demasiados compromisos que atender, no será posible estar pendiente de todas las presentaciones de la fiesta o reunión
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No podemos hacer esperar a nadie, ni a los anfitriones ni al resto de los invitados. Es de muy mala educación
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No es correcto abusar de la cortesía de los anfitriones y aprovechar su buena fe para evitar tomar platos que no le gustan sin tener ninguna razón importante para ello.
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El motivo por el que es conveniente servir el café, infusiones, licores, etc. en otro lugar diferente a la mesa donde se ha ofrecido la comida, es para que los invitados puedan conversar y relacionarse.
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Los anfitriones, en ocasiones, tienen que actuar como mediadores o diplomáticos con sus invitados si surgen situaciones incómodas o violentas
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Si tenemos invitados en casa, y contamos con amplios espacios, lo mejor es tratar de 'crear una zona de fumadores' para no incomodar a las personas que no tienen este 'vicio'
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No solo hay que tener en cuenta el tamaño de la mesa, sino los elementos tan poco tenidos en cuenta, en muchas ocasiones, como las patas de la mesa u otros elementos.
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Hacer una invitación o recibir una invitación supone asumir una serie de compromisos con nuestros invitados o con nuestros anfitriones
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Nada es más bello ni más noble que el ejercicio de la hospitalidad cuando es nuestro mismo enemigo el que busca en nuestro hogar un amparo contra el peligro que le amenaza