
¿Es correcto no abrir el regalo que nos hacen delante de la persona o personas que nos lo han regalado?
La apertura de un regalo puede generar algunas controversias y dudas que solo tienen que ver con las costumbres de cada lugar
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Cuándo abrir un regalo: ¿al momento o no?
La apertura de un regalo depende del momento, de las circunstancias y de la costumbre del lugar donde esté una persona. No solo es una cuestión de educación sino de costumbres.
La regla más aceptada, al menos en los países occidentales, es abrir el regalo delante de la persona que lo hace y agradecerlo. Un sonrisa y un simple gracias, será un cumplido suficiente.
Si es una fiesta donde los anfitriones no pueden ponerse a abrir en ese momento los regalos, porque están recibiendo a sus invitados, lo dejarán para un momento posterior. Pero, deberán hacerlo antes de que se hayan ido las personas que le han hecho ese regalo.
Si el regalo es con motivo de la invitación a una fiesta de cumpleaños, lo habitual es abrirlo al finalizar la comida, bien sea un almuerzo, una merienda, una cena, etcétera. Después de hacer su aparición la tarta se suelen abrir los regalos.
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Regalos previos a un encuentro o celebración
Si el regalo se ha enviado con antelación a nuestra presencia en ese lugar, generalmente unas flores, es un detalle por parte de los anfitriones tenerlas expuestas en un lugar visible de la casa.
Lo mismo ocurre con los regalos de boda. Generalmente, salvo excepciones, no se dan en mano, sino que se envían. Si se dan en mano, se abren y se agradecen. Si no es así, se agradecerán por otros medios -llamada, tarjeta, carta, etcétera-.
Otras costumbres y tradiciones
En otras zonas del mundo, como en muchos países orientales, un regalo no se suele abrir delante de las personas que lo hacen. Ellos no son proclives a mostrar sus sentimientos en público y no consideran que deban mostrar delante de otras personas su entusiasmo por el regalo -o bien, su posible desagrado-. Prefieren hacerlo en privado.
Los regalos hay que agradecerlos siempre, se abran o no delante de las personas que los hacen. No agradecer un regalo es como no contestar a una invitación: una falta de educación.
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