
Lección sobre la murmuración.
La religión es uno de los puntos más generales de conversación, y también más murmurado.
Murmuración.
Nunca uses, creas, ni apruebes las murmuraciones y observaciones comunes sobre las conversaciones generales, porque este es el vicio de los hombres sin talento, crianza, ni mundo; de tal manera, que quien tiene algo de esto, se ríe de oír disparates en tono magistral o satírico sobre tales asuntos.
La religión es uno de los puntos más generales de conversación, y también más murmurado; todo dicen que es una farándula de los frailes, y una invención ideada y establecida por los sacerdotes de todas las religiones para su preponderancia y su interés; de este absurdo y falso principio resultan en la conversación general insípidas chanzas, burlas peligrosas y sacrílegos insultos sobre todo lo eclesiástico; para estas gentes todo sacerdote de cualquier religión que sea es un incrédulo, un hipócrita y un seductor, pero yo te aconsejo que creas son hombres como los demás y que si se diferencian en algo, es probablemente en más moralidad y religión por la educación, por la costumbre, y por la veneración pública que tienen.
Otro punto ordinario de conversación y murmuración entre los hombres limitados y bufones de profesión, es el matrimonio; dicen que todo casado, tanto hombre como mujer, se aborrecen recíproca y entrañablemente, aunque pretendan hacer creer lo contrario al público; que el marido desea que se lleve el diablo a su mujer y que ella positivamente es infiel y enemiga de su marido; yo de ningún modo creo esta generalidad, ni tampoco que en todos obre igualmente la gracia del matrimonio; y si que el vivir y el dormir juntos, el tener unos mismos hijos e intereses, y el mutuo conocimiento de sus buenas y malas circunstancias, hace que unos se estimen mutuamente y otros se detesten recíprocamente.
"Las pasiones y la naturaleza de los pastores y de los ministros son iguales"
También es asunto muy común de las conversaciones, el decir de las Cortes son el depósito de la falsedad, y de la apariencia, como si no encontraran igualmente en las cabañas de los pastores; y si no, obsérvense las astucias y enredos de que se valen y se arman dos aldeanos en el mercado para engañarse, para desbancarse del favor del amo, o para pedir a alguno lo que necesitan; y se hallará que no usa de más lisonjas, ni de más imposturas un palaciego. Escriban cuanto quieran los poetas, y crean cuanto se les antoje esos ciegos entusiastas de la sinceridad e inocencia rural, y de la perfidia y doblez de las cortes; pero yo que conozco muy bien los hombres del campo y los del gran mundo, te aseguro que las pasiones y la naturaleza de los pastores y de los ministros son iguales, y que solo se diferencian en el modo de manejarlas.
Éstas y otras semejantes habladurías sobre tal nación, profesión, etc. que al fin será verdad unas veces lo que digan, y otras mentira, son el triste recurso de las personas que no tienen fondo ni idea para fomentar por sí una conversación y quieren lucir a costa ajena en las tertulias. A semejantes tontos les avergüenzo yo y les tapo la boca solo con quedármeles mirando a la cara con mucha seriedad, cuando ellos esperaban que yo me reiría de sus sátiras y declamaciones; y les acabo de desconcertar con decirles; bien, ¿y qué? Como si no hubiesen acabado; y faltase aún lo mejor; pues como no tienen recursos en sí mismos, se quedan con la última palabra en la boca, cortados y sin poder salir del paso. Los hombres de fondo nunca están reducidos ni ceñidos a juegos de palabras, ni a asuntos inútiles, y así jamás les falta modo de hacer provechosas y animadas sus conversaciones, sin apelar a la sátira, ni a las murmuraciones ordinarias.
Por último, desecha siempre de ti la envidia, como una de las más viles e incómodas pasiones, pues con dificultad habrá persona en el mundo que no de inquietudes a un corazón envidioso, como no puede estar contento, viendo que lo está cualquiera otro; al contrario, has de tener humanidad con todos, no murmurando de las acciones o dichos de los demás, en especialidad a sus espaldas, y más si hubiesen procedido contra ti; porque la humanidad es el carácter de los grandes corazones, así como los pequeños están manchados de cólera, venganza y veneno; siendo incapaces de sentir el placer de perdonar a sus enemigos o de callar la falta de un desgraciado.
-
6910
Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Cómo debe proceder una niña bien educada con estas personas.
-
Cuando se desea saber algo de una persona a la que se debe respeto, es cortés hablarle de modo que se vea obligada a responder a lo que se le pida
-
Las primeras dificultades que ocurren a los muchachos, y aún a algunos adultos que carecen de práctica, se fundan sobre el tratamiento que se ha de dar a la persona a quien se escribe.
-
El amor de la patria es también instintivo en el hombre, y todos nos sentimos irresistiblemente adheridos al lugar de nuestro nacimiento.
-
El sombrero le sirve al hombre para adornar su cabeza y también para evitarle algunas molestias que tienen que ver con la climatología
-
Cada uno debe escoger el modo de relatar que mejor conviene a los hábitos de su espíritu y al exterior de su persona.
-
El gorro de noche debe colocarse de forma precisa para que no estropee ni el cabello ni el peinado.
-
Normas que deben seguir los comensales en los convites.
-
Al traducir la teoría al terreno de la práctica, al pretender dar cuerpo y forma a las ideas, al intentar convertir en realidad palpable la ficción soñada, surgen y se levantan tropiezos insuperables...
-
El hombre honrado y amable lo es también en su casa; y entre su esposa y sus hijos es donde debe excederse su dulzura.
-
El cotillón es uno de los bailes más preferidos, y requiere grandes cuidados de parte de la dueña de la casa para organizarlo y que los bailadores lleven recuerdos gratos de aquellos deliciosos momentos
-
¡Cuántos hombres hay que no serían tan malos si sus padres hubieran tenido el mismo cuidado con ellos que tiene el vuestro con vosotros!