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Lección sobre la mentira. Especies de mentiras

El mentir o cambiar una cosa, que es lo mismo, para disculparnos de lo que hemos dicho o hecho, y para evitar el peligro o la vergüenza que pueda resultarnos, manifiesta la gran cobardía y doblez de nuestro corazón

Lecciones de Mundo y de Crianza. Cartas de Milord Chesterfield. 1816
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No hay tacha tan denigrativa ni tan indigna como la mentira
Las mentiras dañan nuestra relaciones sociales y nuestra reputación. No hay tacha tan denigrativa ni tan indigna como la mentira

Mentir nos lleva por el mundo con la conciencia intranquila

Cuando mentimos a las personas con las que nos relacionamos, estas relaciones pueden verse dañadas. La mentira suele tener consecuencias muy negativas. La mentira puede erosionar la confianza que se tiene en la otra persona. La mentira puede generar una cierta adicción y la consecuencia es que cada vez puede serle más difícil contar la verdad a esa persona. Cuando se miente a alguien, esa persona se siente engañada y traicionada. Las mentiras afectan a la vida de las personas de una manera muy negativa. Ser honestos y sinceros nos evitará muchos problemas, tanto en el plano personal como en el profesional y laboral. La relfexión que Lord Chesterfiel le hace a su hijo sobre la mentira deja bien claro las consecuencias tan negativas que tiene mentir.

No hay tacha tan denigrativa ni tan indigna como la mentira, porque siempre se considera hija de la malicia, de la vanidad o de la cobardía; y tarde o temprano llega a descubrirse la verdad; si decimos una mentira que ofenda la reputación y buen nombre de alguno, podemos, no hay duda, desacreditarle por un cierto tiempo, pero nosotros seremos los que después padeceremos más seguramente; pues así que seamos descubiertos seremos reprobados por el infame designio, o detestados para siempre, consiguiendo en castigo, que cuanto después se diga contra la tal persona, aunque sea verdad, se tendrá por calumnia, y además forjada por nosotros.

El mentir o cambiar una cosa, que es lo mismo, para disculparnos de lo que hemos dicho o hecho, y para evitar el peligro o la vergüenza que pueda resultarnos, manifiesta la gran cobardía y doblez de nuestro corazón; nos aumenta el riesgo y la venganza en vez de excusarla; y si con esto quedamos declarados por hombres bajos e indignos, al fin somos tratados como tales. Si tenemos alguna vez la desgracia de caer en desliz semejante, es cosa muy noble el confesarlo francamente; quizá es el único medio de repararlo, y quizá el único camino para obtener perdón; pero huir del riesgo con equívocos, efugios o chuladitas, es pobrísima cosa; y el que se vale de tales medios para disimular sus miedos, merece ser castigado.

Hay gentes que no tienen reparo en echar cierta especie de mentiras, que llaman inocentes, y que verdaderamente lo son en el sentido de no dañar más que al mismo que las dice; esta especie de mentiras son hijas bastardas de la vanidad y de la locura, porque tales noveleros siempre las sacan de lo maravilloso, viendo cosas que nunca han existido, o que probablemente no llegarán a ver jamás; pero para ellos bastan que sean dignas de verse; si se ha dicho o hecho alguna cosa particular en tal o tal paraje, al punto se presentan y declaran por testigos de vista o de oídas; han hecho hazañas asombrosas, y no conseguidas por otro alguno; estos tale siempre se dan el primer papel en su relación, creyendo que con eso ganan consideración, y que los creen cuanto dicen, siendo lo que ganan solamente hacerse el objeto de la mofa y la desconfianza general; porque naturalmente se deduce, que quien dice mentiras solo por una simple vanidad, no escrupulizará el echarlas cuando tenga algún grande interés; y yo pienso tal al revés de estas gentes, que si hubiera visto realmente una cosa tan extraordinaria que pudiera dudarse de mi verdad, la guardaría en mi pecho antes que exponerme a que alguno llegase a imaginarme sospechoso.

La reputación de castidad no es tan precisa a una mujer como la de verdad lo es a un hombre; y con razón, porque una mujer puede ser estimada virtuosa aunque no sea rigurosamente casta (como lo acredita el refrán: "ya que no seas casta, se cauta"); pero no es posible que sea virtuoso el que no es llamado hombre de verdad; los deslices de las pobres mujeres, aunque siempre voluntarios y culpables, son muchas veces efecto de la fragilidad de su naturaleza; pero la mentira en el hombre es un vicio aprobado por su corazón.

"La verdad sola puede llevarnos por todo el mundo con la conciencia tranquila y el crédito asegurado"

La verdad sola puede llevarnos por todo el mundo con la conciencia tranquila y el crédito asegurado; y así, no es solo nuestro deber, sino también nuestro interés el decir siempre la verdad; y si lo observas, hallarás que los más locos son los mayores embusteros, y juzgarás con seguridad de la veracidad de un hombre por sus grados de entendimiento.

 

Nota
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