
La nariz y la manera de sonarse y estornudar. Gestos y modales
La urbanidad exige tenerla limpia, siendo muy vil dejarla llenarse de moco, ya que la nariz es el honor y la belleza del rostro, la parte más aparente de nuestro cuerpo
Tina Franklin
Estornudar, sonarse la nariz y sus reglas de cortesía
Aquella urbanidad
No es decoroso fruncir la nariz. Ordinariamente lo hacen los guasones. También es descortés removerla; ni siquiera hay que tocarla, ni con la mano ni con los dedos desnudos.
La urbanidad exige tenerla limpia, siendo muy vil dejarla llenarse de moco, ya que la nariz es el honor y la belleza del rostro, la parte más aparente de nuestro cuerpo.
Se considera muy grosero hurgar continuamente las narices con el dedo, y mucho más el meter en la boca lo que se ha sacado de las narices, o incluso el dedo que se metió en ellas: este proceder es capaz de dar náuseas a los que lo presencian.
Es muy feo sonarse con la mano desnuda, pasándola por debajo de la nariz, o sonarse con la manga, o los vestidos. Es muy contrario a la urbanidad sonarse con los dedos, echar después el moco al suelo y luego secar los dedos en los vestidos, sabiendo cuán desagradable es ver tales suciedades sobre los vestidos, que deben estar siempre muy limpios, por pobres que sean, ya que son ornamento de un siervo de Dios y de un miembro de Jesucristo.
Te puede interesar: Aquella urbanidad. Artículos históricos sobre la urbanidad
Hay quien aprieta la nariz con un dedo y, en seguida, soplando con la nariz, empuja la suciedad que contiene al suelo. Los que así obran son gentes que no saben nada de la urbanidad.
Hay que servirse siempre del propio pañuelo para sonarse y nunca de otra cosa, y, al hacerlo, cubrir ordinariamente la cara con el sombrero o, al menos, si no hay muchas personas y se puede desviar fácilmente la cabeza de los demás, hay que hacerlo, sonándose fuera de su presencia.
William Brawley
Al sonarse hay que evitar hacer ruido con la nariz, soplar demasiado fuerte con las narices y zumbar, pues causa muy mala impresión.
Estando a la mesa, es conveniente cubrirse con la servilleta y esconder lo más posible la cara, pues no es cortés sonarse a la vista.
Antes de sonarse es mal educado emplear mucho tiempo para sacar el pañuelo, y es falta de respeto a las personas presentes desplegar sus diferentes partes para ver de qué lado se sonará. Hay que sacar el pañuelo y sonarse rápidamente de modo que pase casi desapercibido de los demás.
Te puede interesar: Manual de Urbanidad, completo, de Manual Antonio Carreño
Se debe evitar, después de sonarse, mirar el pañuelo, pero está bien visto el plegarlo rápidamente y meterlo en el bolsillo.
No es cortés tener el pañuelo en la mano, ni ofrecerlo a otro para lo que sea, aunque esté limpio. Con todo, si una persona lo pide con insistencia, podrá prestárselo.
Cuando se siente la necesidad de estornudar no hay por qué reprimirla, pero es conveniente al menos, poner un poco la cabeza de lado, protegerse con el pañuelo y estornudar luego con el menor ruido posible. Después hay que agradecer a la persona que haya saludado haciéndole la reverencia.
Cuando alguien estornuda no se debe decir en alta voz: Dios le bendiga o Dios le asista. Únicamente se debe, sin proferir palabra alguna, descubrirse y hacer la reverencia, reverencia profunda, inclinándose mucho, si se refiere a una persona digna de mucho respeto.
Es costumbre bastante común tomar rapé ; con todo, es mejor no tomarlo, particularmente cuando se está en compañía; y nunca hay que hacerlo en presencia de personas a las que se debe respeto. Siempre es indecoroso mascar tabaco o meter hojas en la nariz; no lo es menos fumarlo en pipa, y es intolerable hacerlo delante de señoras.
Si una persona de calidad toma tabaco delante de los que lo acompañan y se lo ofrece, éstos no pueden rehusarlo por el respeto que le deben, y en caso de que les repugne tomarlo por la nariz, bastará fingir que se toma.
Si la costumbre de tomar tabaco se puede permitir a los hombres, dado que el uso lo ha tolerado ya, no puede introducirse entre mujeres, y es totalmente descortés el que lo tomen.
También es indecoroso a los que toman tabaco, tener continuamente un pañuelo en la mano, y verlo lleno de suciedad y de tabaco, cosa que no podrán evitar los que toman frecuentemente rapé por la nariz.
Es preciso que el tomar rapé en compañía de otros sea poco frecuente, y que no se tenga continuamente la tabaquera en las manos, ni las manos llenas de tabaco: procúrese que no caiga sobre la ropa ni sobre los vestidos, ya que no es decoroso que sea visto en ellos, y para que esto no suceda hay que tomar poco cada vez.
-
19499
Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
En España, como en otras monarquías modernas, la etiqueta y la ceremonia se combinaban con las artes de la pintura y la arquitectura, las artes decorativas y la literatura y la música...
-
La mayor parte de la culturas en el mundo tienen un gran respeto y veneración por sus ancianos.
-
Las amistades suelen ser más verdaderas en los tiempos turbulentos que en los tranquilos. Es cuando se comprueban quiénes son los buenos amigos
-
En confianza hay quien fiscaliza nuestros actos, quien curiosea nuestros muebles, quien lee por encima del hombro las cartas que escribimos...
-
El templo es la casa del Señor. Es un lugar de oración y recogimiento, donde se debe guardar silencio
-
Del arte de trinchar, y del servicio de la mesa. Disección de los peces.
-
El corte de la piezas de carne era un arte muy apreciado en la sociedad de principios del siglo XX
-
Se usan dos clases de sillas, la francesa y la inglesa.
-
El cotillón es uno de los bailes más preferidos, y requiere grandes cuidados de parte de la dueña de la casa para organizarlo y que los bailadores lleven recuerdos gratos de aquellos deliciosos momentos
-
La persona que se presentase en público vistiendo a su capricho, y no sometiéndose a las exigencias de las costumbres recibidas, no solo mostraría poco aprecio de sí misma, sino que haría alarde de menospreciar a los demás.
-
Fijar horas invariables para las comidas, teniendo en cuenta el estado y ocupaciones de su marido y la costumbre establecida.
-
Es de mala impresión ver a uno con mucha barba, excepto a los que se la arreglan bien y a menudo.