
El hombre de mundo con sus domésticos.
Hay quien tiene costumbre de tutear a sus criados, y no aprobamos semejante costumbre.
El hombre de mundo con sus domésticos.
Un hombre honrado que sabe el valor del nombre de hombre, se porta con sus criados con aquella dulzura y dignidad que concilian el afecto y el respeto. No estamos ya en aquel tiempo que nos describen las comedias antiguas, en que los criados y lacayos manejaban a los acreedores de sus amos, les hacían perder a éstos su dinero, y dirigían sus intrigas. Ya nuestros jóvenes tratan por sí mismos con el "señor recurso", y si tienen intermediarios, no son de librea.
Tampoco ya los criados sirven para los negocios de amor, porque un hombre que se respeta a sí mismo, y respeta a la que ama, no los toma ya por confidentes ni por terceros; no seduce ya a las camareras; y aquellas costumbres, no muy contenidas, pasaron para que les sucediesen otras más decentes.
Hay quien tiene costumbre de tutear a sus criados, y no aprobamos semejante costumbre, que solo puede pasar con los muy jóvenes.
Nada deben saber vuestros criados de vuestros asuntos, sin que por eso afectéis para con ellos un aire misterioso y reservado que les excite a conjeturas sobre vuestra conducta, y a que forjen a veces los cuentos más ridículos con que se sacia la curiosidad de las antesalas, y del cuarto del portero. Es casi imposible el evitar el ser objeto de lo que vulgarmente se llama hablillas. Sed superiores a todos esto, y si vuestro modo de proceder es franco, igual y honrado, nada podrá decirse que os perjudique, siendo, como lo es por otra parte, un mal inevitable.
-
7056
Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Deberes respectivos entre nacionales y extranjeros.
-
Nuestros vecinos merecen respeto, consideración y afecto, porque viven muy cerca de nuestro hogar
-
Reglas sencillas de cortesía, de buenos modales y de instrucción para las niñas.
-
De la urbanidad en las maneras de los niños.
-
Hay ciertas cosas que nos disgustan por lo que toca a los demás, y otras que nos incomodan con relación a nosotros mismos.
-
Declaremos ante todo, redondamente y con entera franqueza, que el matrimonio realizado con el fin único y exclusivo de captar una fortuna y de disfrutar de goces y de comodidades...
-
En la mesa se deben observar una infinidad de reglas para evitar toda grosería y falta de buena crianza.
-
Cuando se escribe a persona distinguida, se pone el título así: Excelentísimo Señor, aparte.
-
No debes jamás roer ni chupar los huesos, sino partir la carne, y cogerla con el tenedor, siendo mucha indecencia el tocar los alimentos con los dedos
-
La urbanidad exige tenerla limpia, siendo muy vil dejarla llenarse de moco, ya que la nariz es el honor y la belleza del rostro, la parte más aparente de nuestro cuerpo
-
Una persona con buena educación sabe comportarse en el teatro y otros espectáculos públicos
-
Reglas sencillas de cortesía, de buenos modales y de instrucción para las niñas.