Las concurrencias.
Para tomar parte en la conversación, ¿deberemos esperar a que se nos pregunte?
Las concurrencias.
Al entrar en alguna concurrencia o tertulia, ¿qué deberemos observar?
Lo primero se saludará con la correspondiente cortesía a los dueños de la casa y demás personas que estuvieren presentes; convidados a sentarnos, ocuparemos el puesto inferior, y no usurparemos el de otro, no solo excusándonos si nos le ofrecieren, sino aun dándoles gracias, y no admitiéndolo, a no ser que nos obliguen con repetidas instancias.
Si al llegar a una tertulia se interrumpiese por nuestra causa la conversación, ¿qué deberemos hacer?
Suplicar a los demás que la continúen; pero sin manifestar curiosidad de saber sobre lo que versaba.
Para tomar parte en la conversación, ¿deberemos esperar a que se nos pregunte?
Si señor, y con mucho más motivo cuando no tengamos alguno que nos precise a hablar los primeros.
Y en las conversaciones, ¿convendrá hablar mucho?
De ninguna manera, porque cansaríamos a todo el mundo, pero ni tampoco ser demasiado callados para no parecer mudos entre los demás; cosa que desagrada mucho, porque se da a entender no se toma interés en los razonamientos de los otros.
El tono de la voz, ¿cómo ha de ser?
Ni tan alto que ofenda los oídos, ni tan bajo que se perciba con dificultad.
Y los asuntos de nuestra conversación, ¿cómo han de ser?
En lo posible interesantes y agradables, evitando en ellos todo lo que sea contrario a la decencia y buenas costumbres, todas las palabras bajas o incultas, sin nombrar cosa que cause asco o fastidio, huyendo de toda bufonada grosera en los gestos y en las palabras, y sobre todo de la murmuración y la sátira.
Cuando por alguno se suscite alguna cuestión o proposición contraria a nuestro dictamen, ¿qué deberemos observar?
No seremos demasiado fáciles en contradecirle, y aún cuando esto sea preciso, deberemos hacerlo con agrado y buen modo.
¿Podremos desmentir abiertamente alguna persona con las palabras no es asi, es incierto o es mentira?
De ninguna manera, antes cuando tengamos que contradecir alguna cosa, deberemos primero pedir venia, y después añadir modestamente, me parece o tengo entendido que esto es de este modo, o del otro.
Y sí alguno contradigese nuestras proposiciones, ¿nos deberíamos agraviar?
No por cierto, sino responderle cortés y agradablemente, exponiéndole sin calor nuestras razones, cediendo prontamente cuando veamos que estamos discordes, y no insistiendo con demasiada tenacidad, aún cuando creamos tener razón, si a los demás no les hace fuerza.
Nuestras narraciones, ¿cómo deberán ser?
Ni áridas, ni secas, como ni tampoco largas ni difusas; deberemos procurar exponerlas con claridad y orden, huyendo siempre de digresiones y repeticiones inútiles.
¿Podremos interrumpir la narración para acordarnos de los nombres de personas o cosas?
No por cierto, porque esto incomoda mucho, así como el retratarse de lo ya dicho volviendo a comenzar desde el principio, etc., por lo que para evitar esta pesadez antes de contar cualquier suceso, deberemos tenerle bien presente en la memoria, y ordenado en la imaginación. Tampoco hemos de molestar a los circunstantes con cuentos viejos y sabidos, ni contradecirlos con narraciones funestas y melancólicas, ni hacerlos avergonzarse o causarles naúsea hablando de cosas asquerosas.
Luego, ¿deberemos escoger con preferencia asuntos agradables y alegres?
Si señor, y tanto mejor, cuanto más hagan reir; pero cuidando siempre de no ser nosotros los primeros que riamos porque nos sucedería muchas veces el desaire de no tener quien nos acompañase,
Y cuando otro cuente alguna cosa, ¿qué deberemos observar?
No deberemos interrumpirle haciendo ruido o introduciendo otro discurso, ni decirle que es cosa ya sabida, ni sugerirle las palabras si titubea algún instante, ni incomodarle de otros mil modos todos contrarios a la buena crianza; y sobre todo deberemos evitar con mucho más cuidado el motejar, burlar, o escarnecer con obras o palabras a persona alguna en su presencia, u ofenderle de cualquiera manera.
Cuando alguno nos diga alguna chanza, o nos haga alguna burla, ¿nos deberemos agraviar?
De ninguna manera, antes por el contrario deberemos llevarla con agrado y corresponder con igual humor, sin resentimiento ni enfado, y sin decirle la menor injuria ni palabra ofensiva.
De los modales rústicos e impolíticos, ¿deberemos huir?
Si señor, tanto mas, cuanto deberemos evitar el extremo contrario de la afectación en los cumplimientos, de la demasiada ceremonia, de la adulación, de la zalamería, de la falsa humildad y de la bajeza, guardando siempre una justa moderación en las ceremonias y los cumplimientos, conforme al uso del país, dando a cada uno las alabanzas que le correspondan, y no hablando de nuestras cosas y de nosotros mismos, ni en bien ni en mal, sino lo menos posible.
¿Hay algunas acciones irregulares que deben evitarse en las concurrencias y en presencia de toda persona a quien se deba respeto?
Si señor, muchas pero las más principales son las siguientes:
1. Desnudarse, vestirse, estirarse las medias, componerse los zapatos, limpiarlos el polvo o el barro, y otras cosas semejantes.
2. Cortarse las uñas o roerlas con los dientes.
3. Poner el dedo en la boca, en la nariz, o mirar al pañuelo después de sonarse.
4. Rascarse en la cabeza o en otra parte, de modo que lo vean los demás.
5. Hacer visages o gestos con la boca, con la nariz, con los ojos o con la frente, estar con la boca abierta, sacar la lengua, morderse los labios o limpiarse los dedos y las manos con saliva.
6. El recostarse contra el respaldo de la silla, el estirar los brazos o dar castañetazos con los dedos.
7. Toser o estornudar demasiado fuerte o rociar a los demás con la saliva cuando se tose o se estornuda. Para evitar este inconveniente deberemos volver la cabeza a otro lado al toser o estornudar poniendo el pañuelo delante de la boca y de la nariz.
8. El tocar la trompeta al sonarse, el bostezar con mucho sonido, o seguir hablando, al mismo tiempo que se tiene la boca abierta para bostezar.
9. El alentar en la cara de la persona con quien se habla o rociársela con la saliva que se suelta al hablar, el gargarear o escupir en el suelo frente del sujeto con quien se habla.
10. Rechinar los dientes, limpiárselos, escarbarlos, morder piedras ásperas, hierro y hacer humor alguno desagradable. El hablar o reir consigo mismo en presencia de otros, cantar o tocar el tambor con los dedos, o desperezarse o silbar, o enredar con los pies, como también el juguetear con cualquiera cosa que se tenga en la mano. Igualmente es descortesía el dar grandes carcajadas, el reír con un estruendo indecente o sin motivo o por cosas insulsas. o reirse de otro cara a cara y con desprecio.
11. El disponerse para satisfacer alguna necesidad natural delante de otras personas o volverse a vestir en su presencia o lavarse después las manos delante de ellas. Enseñar a otro alguna cosa asquerosa o darle a oler alguna cosa pestilente.
12. El volverse de espaldas a otro o apoyarse en sus hombros o dar con la mano o con el codo a aquellos con quienes se habla. El conversar con alguno al oído y en secreto en presencia de otros sin haber pedido su venia.
13. El arrimarse a los que están hablando en secreto o a los que cuentan dinero, o el ponerse en frente de la puerta del gabinete o de la sala a donde alguno se ha retirado.
14. El tirar del vestido, agarrar del brazo o tocar en la espalda a las personas con quienes se quiera hablar, o llamarlas de lejos a gritos con gestos. Cuando queramos hablar a alguno principalmente si es persona de autoridad, deberemos ir a buscarle donde esté pidiéndole, después de haberle hecho la cortesía debida, permiso para hablarle, y si tuviésemos que decirle alguna cosa reservada tomaremos antes la venia de los circunstantes.
15. Tampoco se deberá alargar la mano por delante de una persona para recibir o dar alguna cosa a otra, pues esto lo deberemos hacer siempre por detrás de la persona intermedia. Por la misma razón no deberemos pasar por delante de otra sin necesidad, o sin pedir su permiso, antes deberemos pasar siempre por detrás cuando haya lugar, y cuando no lo haya tomar su venia como se ha dicho.
16. Si estando sentados se acercase alguno a hablarnos deberemos ponernos en pié, y si alguno nos hiciese alguna pregunta, no deberemos responder a secas sí o no, sino si señor o no señor.
17. Jamás deberemos usar con las personas que nos sean superiores del tono imperativo como: "Usted haga esto", "Usted diga esto", etc. sino diciendo antes: "suplico a Usted", "le ruego", "hágame Usted el favor o la fineza, o el gusto, o sírvase Usted de hacer o decir tal cosa".
18. A cada persona de autoridad deberemos dar en la conversación el título que la corresponda, como la de Majestad, Alteza, Excelencia, etc., cuya distinción se aprenderá fácilmente con instrucción de los maestros y el trato de gentes.
Y finalmente, aún con nuestros iguales deberemos evitar toda expresion que suene a imperativo, y así, en lugar de decir, "haga Usted esto, o haga el otro", deberemos usar de estas o semejantes expresiones: "hágame Usted el favor, o sírvase Usted de hacer esto, o lo otro".
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