Honras de los Señores Reyes y Reinas de España y Príncipes jurados.
Cuélgase la Capilla mayor de la Iglesia de San Jerónimo, de Madrid, de telas de oro, damascos o terciopelos negros, y el cuerpo de la Iglesia hasta la puerta de paño negro, y los suelos y bancos de Embajadores, Grandes y Consejos, de bayetas.
Honras de los Señores Reyes y Reinas de España y Príncipes jurados, que ordinariamente se celebran en el convento de San Jerónimo de Madrid.
Cuélgase la Capilla mayor de la Iglesia de San Jerónimo, de Madrid, de telas de oro, damascos o terciopelos negros, y el cuerpo de la Iglesia hasta la puerta de paño negro, y los suelos y bancos de Embajadores, Grandes y Consejos, de bayetas.
Cúbrese el Altar mayor con cortinas.
Quítase la reja de la Capilla mayor para dar lugar, y en ella el Superintendente de las obras Reales hace armar un túmulo cubierto sobre columnas ricas, adornado con armas y trofeos, y a las esquinas algunas agujas, que llaman "capel ardente", debajo del cual se pone la tumba sobre cuatro o cinco gradas, cubierta con un paño rico encima (siendo honras de Rey), y a la parte de la cabeza una cruz, y a los pies una almohada y sobre ella una corona y cetro, el Collar del Toisón y la espada, que representa la Justicia.
Siendo honras de Reina, se pone sobre la almohada sólo la corona y cetro.
Si son de Príncipe, corona y espada y el Toisón, si es de la Orden.
Adórnase el Altar mayor sobre las cortinas, las colgaduras de la Iglesia, el "capel ardente", tumba, hachas y cirios del Altar, con escudos de armas Reales y algunas banderas de diferentes colores, con armas y trofeos.
Dentro del túmulo, en las cuatro esquinas, se ponen asientos para los Obispos que dicen los responsos y para los Diáconos que los asisten.
La cortina de S. M. se pone al lado del Evangelio, cerca del Altar de Nuestra Señora de Guadalupe, frente del pulpito.
El cuerpo de la Iglesia, de la reja afuera, está cerrado con vallas, desviadas de la puerta principal veinte pies y de las paredes de los lados tres pies, y las puertas de estas vallas tienen los Porteros de Cámara, y dentro de ellas se ponen bancos para los Consejos, en que se sientan por sus precedencias a un lado y a otro como aquí van puestos.
Consejo Real de Castilla. --- Consejo de Aragón.
Consejo de Inquisición. --- Consejo de Italia.
Consejo de Flandes. --- Consejo de Indias.
Consejo de Órdenes. --- Consejo de Hacienda.
Consejo de Cruzada.
La música de la Capilla Real está en una de las Capillas de la Iglesia.
Las Guardias a las puertas, y un Mayordomo, para que de orden de la gente que ha de entrar.
Estando todo prevenido y los Consejos en sus lugares, baja S. M. a Vísperas el día antes por la escalera que se ha hecho desde el Palacio del Buen Retiro, que remata en la primera Capilla del lado del Evangelio delante de los Alcaldes, luego los Pajes y su Ayo, Capitanes ordinarios y Gentiles-hombres de boca, Maceros con las mazas, Mayordomos y Grandes, Reyes de Armas con las cotas Reales, unas veces plenas y otras distribuidas entre ellos, las de los cuatro abuelos, el Mayordomo Mayor con el bastón terciado sobre el hombro, S. M. con capuz y chía, y encima el Collar del Toisón, y la falda llevada por el Sumiller de Corps, detrás Cardenales, Embajadores, Capitán de la Guardia de Archeros, Gentiles hombres de Cámara y los del Consejo de Estado; las Guardias están en dos hileras, y desde el medio cuerpo de S. M. cierra la de Archeros en rueda.
En sentándose S. M. toman todos sus lugares en la forma que en la Capilla ordinaria, y se empieza el Oficio.
Cuando no hay cortina, por no asistir la persona Real en la tribuna que está en el Altar mayor al lado de la Epístola, se muda el banco de los Grandes a aquella parte, y al de la Epístola las sillas de Cardenales, bancos de Embajadores y Capellanes, sin hacer novedad en los bancos de los Consejos y disposición del cuerpo de la Iglesia.
En acabando las Vísperas, Maitines y Laudes, se vuelve S. M. a su cuarto con el mismo acompañamiento.
Otro día, después de haber dicho las Misas pontificales de Nuestra Señora, con parandos colorados, entre tanto que se encienden las velas del túmulo baja S. M. en la forma que el día antes, y se comienza la Misa de Réquiem con terno negro. S. M. sale de la cortina y va al Ofertorio; el Mayordomo Mayor, y no habiéndole el Semanero, le pone una almohada sobre un paño que tiende el tapicero desde la cortina al Altar.
Embajadores, Grandes y Mayordomos le acompañan por las gradas, quedando el Mayordomo más antiguo al lado del último Embajador.
El Limosnero Capellán Mayor da a S. M. una vela amarilla con una moneda de oro, y S. M. la ofrece al Prelado, dándola a uno de los Diáconos, el cual la pone sobre una fuente, y se vuelve a la cortina; pero si el Limosnero no es consagrado, la da al Grande que S. M. señala, de cuya mano la toma S. M.
En las honras del Señor Rey Don Felipe II dio la vela con un doblón de a cuatro en ella, para la ofrenda, Don Alvaro de Carvajal, Limosnero Mayor, al Almirante, de cuya mano la tomó el Rey Nuestro Señor Don Felipe III, que está en gloria.
En acabando la Misa, el Limosnero Mayor da vela amarilla a S. M., el Maestro de Ceremonias a los Prelados, el Furrier a los Capellanes y Predicadores que están en el banco, y el Cerero a los Embajadores, Grandes y Mayordomos.
Los Obispos que están en el túmulo dicen los responsos y después el Prelado que dice la Misa de Réquiem, y si es Cardenal, tiene una silla en el túmulo, en medio de los dos Obispos que están a la parte del cuerpo de la Iglesia.
Acabado el responso, el Prelado se vuelve a desnudar al altar y S.M. a su aposento, acompañado de la manera que bajó.
Las banderas, piezas de honor y otros despojos, tocan a los Reyes de armas.
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